Me quedé allí unos segundos, tratando de volver a mí misma. Estaba apoyada en una de la pared de las duchas mientras observaba al potro que me miraba con cara de hambre, porque ya habían servido la comida en las cuadras. Tomé fuerzas y me enderecé, lo llevé a su sitio, recogí el material y me fui al restaurante.
- Que cara de cansada que traes. -dijo Oscar al verme.
- Sí, bueno... -murmuré, estaba cansada por culpa de Lara, tanto por los orgasmos como por la madrugada y el despertar que habíamos tenido.
Comimos con rapidez, al menos yo estaba hambrienta. Llegó la tarde y como Ricardo no me dijo nada eso significaba que no llegaría, así que dormimos un día más. Las dos estábamos algo ausentes por la noche, apenas pasó nada entre nosotras. Al día siguiente más de lo mismo, no estábamos enfadadas pero tampoco nos sentíamos muy cómodas juntas. En el ambiente se respiraba tensión, teníamos que hablar en algún momento de su novio.
Ricardo llegó por la tarde, al terminar cada una se fue a su casa.
El fin de semana estuvo bien, salimos por la noche el sábado y pude desconectar bastante al no verla. Una relación tan intensa en la que te veías cada día, trabajabas y vivías era complicado. Vivíamos juntas cada vez que nos quedábamos en la hípica.
El domingo al terminar las clases, era pasado mediodía.
- ¿Qué tal han ido tus clases? -dijo Lara a mis espaldas.
- Bien, bastante bien. -respondí distraída mientras me daba la vuelta.
- Hoy hace muy buen día... -decía mientras no apartaba ni un segundo su mirada en mí.
- Demasiado incluso. -dije sofocada.
- ¿Mañana podríamos ir a la playa no? -preguntó ilusionada de golpe.
- Mmm... -lo medité un poco-. Vale, así me despejo un poco de todo. -necesitaba distraerme y era un buen plan. Me fastidiaba un poco el no hablar los temas que ocurrían, era como pasar los días y todo bien, pero nada estaba solucionado.
Concretamos que playa ir, ya que allí había muchas playas donde ir.
Me costó bastante coger el sueño esa noche, me sentía sola en casa. Eso me hacía pensar que ella no lo estaba, que debería estar con su perfecto hombre, a saber haciendo qué.
LARA
Esa noche me la pasé pensando en Judith. Toda ella sabía alterar mi cuerpo, mi respiración me fallaba cada vez que la veía. Y lo que es peor, quería tirármela cada vez que la veía, fuera donde fuera. Me dormí en el sofá, normalmente dormía con Pablo pero al haberlo dejado, me sentía más cómoda durmiendo en otro lugar, así pensaba con claridad en Judith, sus brazos y sus manos pequeñas que tenían un don para acariciarme.
Me desperté con energía, deseaba verla. Imaginaba que pasaríamos un gran día de playa. Me sentía nerviosa, como una niña pequeña. Yo ya no tenía edad para estas tonterías.
- Buenos días. -dijo Pablo mientras se acercaba a darme un beso.

ESTÁS LEYENDO
La Amazona
Romance¿Es cierto que del amor al odio hay un paso? ¿Y es posible a la inversa? Una compañera de trabajo, fría como el hielo me pondrá la vida del revés, pero un vaquero recién llegado buscara contrastar su frialdad dándome calor. ¿Qué es mejor un calor so...