Estaba completamente pálida y con las venas sobresalidas por el cabreo. Nunca me sentí tan confusa como en ese momento, no entendía nada. Podía entender que hubieran vuelto a estar juntos, bueno entender... mejor dicho respetar. Pero que aceptara a una propuesta de matrimonio después de haber estado conmigo últimamente no me parecía correcto.
Ella estaba igual o más pálida que yo, era más, se había quedado helada. El novio al ver que estaba distraída le robo un beso rápido y le susurro algo al oído. Algo que si pude leer en sus labios fácilmente: Te amo.
Estaba mareándome. No me encontraba nada bien, puede que lo nuestro no llegara a ningún sitio y estuviera destinado a tener un final, pero tampoco tenía por que terminar así.
Oscar se acercó para felicitarla, luego se acercó Lorena e hizo lo mismo. Ella respondía fingiendo felicidad, pero de reojo trataba de entender mis pensamientos, intentaba averiguar que estaba pensando. Cuando finalmente reaccioné, me acerqué a ella a paso normal y empecé a esbozar una suave sonrisa. Tenía buen don para disimular mis sentimientos, estaba acostumbrada a reprimirlos, mis amigos se frustraban al no ser capaces de saber cual eran mis verdaderos sentimientos. Mi sonrisa realmente era cálida, como si una amiga me hubiera dicho que se casaba con su príncipe azul y me alegrara completamente por ella. Cuando me paré frente a ella parecía aun más asustada, muy confusa. Suavemente me incliné hacia ella y lentamente deslicé mis manos por su cintura hasta su espalda para atraerla hacia mí y darle un abrazo tal y como hicieron Oscar y Lorena. Solo que yo lo hacia con pasión escondida, solo ella podía sentir esa pasión. Al atraerla hacia mí me di cuenta que aun mi cuerpo era capaz de dominarla, seguía sin poder resistirse a mí. Le acaricié con sensualidad la espalda. Pude sentir como eso la superaba, y tensaba la espalda al intentar no arquearla. Oía su cálida respiración en mi oído, pidiéndome más. Entonces era el momento perfecto. Me separé de ella para que se diera cuenta de que realmente me necesitaba. Puso cara de frustración, pero lo aceptó.
- Bueno me voy a montar así acabo antes. -dije adornando de nuevo mis labios con una sonrisa.
- Yo también tendré que ir... -dijo Lara, no supe interpretar si fue con ánimo o desánimo.
- No os canséis juventud. -dijo Oscar riéndose de nosotras.
Al salir de la puerta del bar iba a paso rápido, escuché abrirse la puerta de nuevo sabiendo que era Lara quien salía. Reduje la velocidad, no quería que me viera huyendo. Por suerte ya estaba bastante alejada de ella y tendría que correr para alcanzarme. Preparé rápido el primer potro. Monté en pistas diferentes a las de ella para así no tener que cruzármela. Cuando me quedaba solo un potro decidí ir al campo para desconectar. Hice el mismo procedimiento que la última vez, solo que esta vez con más calma. Me fui al campo en aquel lugar donde podría galopar como en una pista de carreras. Allí despreparé al potro y lo dejé suelto pastando. Mientras empezaba a cantar.
**
Estaba en la hípica, había vuelto de la ruta con el potro. Estaba silenciosa, no se oía ningún caballo. A la hora de comer nunca había nadie por allí, excepto en el bar, y eso estaba a la otra punta de la hípica. Duché al potro con lentitud, así le enfriaba bien los tendones ya que al ir a correr tanto eso le iba bien. Lo guardé en su corral y empecé a guardar material. Primero la montura, al entrar y dejarla un sonido extraño me llamo la atención. Conseguí pasarlo por alto y seguí recogiendo. Recogí la brida (lo que llevan el la boca) y los protectores (lo llevan en los pies). Volví al guadarnés y escuché aun más fuerte el sonido de antes, guardé rápido todo en la taquilla y empecé a perseguir el sonido, me costaba localizar de donde venía. Al no conseguir dar con él lo ignoré y subí al piso, para dormir un rato en las habitaciones. El sonido se hizo más fuerte. Venía del otro lado, entraba por la ventana, desde el piso podía observar toda la hípica, por donde había subido yo estaba el guadarnés, y al otro lado del piso estaban los corrales de ponis de escuela. Por eso no había conseguido dar con el sonido, porque venía del otro lado. Me asomé a la ventana y lo vi.
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La Amazona
Romance¿Es cierto que del amor al odio hay un paso? ¿Y es posible a la inversa? Una compañera de trabajo, fría como el hielo me pondrá la vida del revés, pero un vaquero recién llegado buscara contrastar su frialdad dándome calor. ¿Qué es mejor un calor so...