Capítulo 5

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Sentí su respiración acercándose a mi rostro, sus labios rozando los míos... moría por sentir su boca, lamer sus labios, explorarlo todo.

Justo antes de poder hacerlo un ruido exageradamente fuerte se escuchó desde las cuadras, algún caballo la estaba liando. Antes de que ella reaccionara, yo estaba más acostumbrada a estar allí y reaccionar rápido, la hice a un lado en la cama, me puse las bragas y un polo con el sello de la hípica que rondaba por allí, los zapatos corriendo y salí escopeteada a las cuadras.



El caballo seguía armando jaleo así que rápidamente supe hacia dónde ir, era un potro, de hecho un potro de los míos. Era muy bueno así que no entendía nada, no veía nada, corriendo fui hacia los plomos de la luz y los encendí, volví de nuevo a la cuadra y vi que Lara ya había llegado.



─ Al parecer le ha picado algo... -dijo en un tono preocupado. Se había vestido más o menos como yo, solo que ella llevaba pantalones.

─ Déjame ver.



Debió ser algún tábano, no era la primera vez que picaban algún caballo, de hecho al mío le habían picado delante de mí alguna vez y reconocía la picadura. Tenía un poco de sangre alrededor de la picada, le picó en la grupa (cerca del culo).



─ Pobrecillo... -oí que decía a mis espaldas. Yo estaba dentro de la cuadra y ella fuera.

─ Bueno ahora ya no le duele, son cosas que duelen al momento y luego se pasan. –comenté para tranquilizarla. Me fui a buscar el betadine, le puse un poco-. Principalmente esto no le hará mucho, pero si evita que lo vuelvan a picar ya que no les gusta el olor.

─ ¿A no? Creo que me ducharé mañana con él. –dijo riendo.



Me reí yo también, nos fuimos de nuevo al piso, ya había apagado las luces de nuevo y eché un vistazo a mi caballo.

 Al entrar al salón me di cuenta que no tenía nada de sueño ni de excitación. Era como si la picadura del caballo hubiera servido para enfriarme y hacerme pensar con claridad.



─ Creo que me quedaré aquí, no me ha sentado bien el susto. –comenté mintiendo, simplemente no quería tener que dormir con ella.

─ Si, te entiendo. Ya vendrás cuando te veas con ganas... -no sabía si tomarme eso con segundas. Se fue y yo me quedé en el sofá, a esas horas no hacían nada. Mirando la tele tienda me quedé dormida. Escuché el teléfono del piso a eso de las 6:00 am, lo cogí a pesar de no querer hacerlo.

─ Buenos días princesa.

─ Oh, Buenos días Ricardo. –respondí con voz ronca.

─ Lo siento por despertare este día de fiesta.

─ No pasa nada, más o menos me levantaría a esta hora. –realmente tenía planeado hacerlo, la cuestión era si lo hubiera conseguido.

─ Quería decirte que volveré hoy y me estaré hasta el jueves, luego me tengo que ir de nuevo a Francia llevar dos potros que he vendido.

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