Un niño de ojos tan grandes como su curiosidad y negros como la noche, estaba sentado en la banca del parque donde hace un año había perdido a el único ser querido que podía cuidar de él: su abuelo. Tenia apenas 6 años cuando pasó, él jugaba en un sube y baja con otro niño de rizos cuando de la nada vio a un grupo de gente amontonarse en el sitio donde estaba su abuelo, nunca supo en sí que había pasado pues apenas era un niño. Cuando vio que llego una ambulancia y subieron a un hombre que vestía igual que su abuelo fue cuando se alejó de los juegos y corrió hasta los paramédicos.
Cuando vio a su abuelo con los ojos cerrados en aquella camilla, comenzó a llorar y a gritarle que despertara, que no se durmiera como lo hicieron su papá y su mamá, le grito llorando que ya no le escondería el control de la tv y que se comería todas las verduras que le diera sin repelar pero que despertara, que abriera sus ojos y lo mirara de nuevo con tanto amor como siempre. Pero él jamás despertó.
Después de aquél suceso, llevaron al pequeño Joaquin a una casa muy grande con muchos más niños que tampoco tenían papás. Al principio lloraba mucho y se sentía tan triste, incluso llegó a enojarse con su abuelo por haberlo dejado al igual que sus padres, pero una señora muy amable con la que solía hablar un día cada semana, le dijo que no tenia porque enojarse porque la muerte era inevitable y que nadie sabia cuando nos va a tocar a nosotros.
Aquél niño travieso y de sonrisa encantadora pronto se ganó el cariño de todas aquellas señoras que cuidaban a los niños, lo hacían sentirse querido de nuevo y pronto Joaquin volvió a sonreír como antes aunque a veces no podía evitar sentirse triste y extrañar a sus padres y su abuelo.
Joaquin ya con 7 años se encontraba sentado en la misma banca donde hace un año su abuelo lo estaba y se quedó ahí observando como sus amigos jugaban alegremente, sintió muchas ganas de llorar de repente porque recordó a su abuelo. Después de que las señoras que lo cuidaban lo vieron llorar, se fueron de regreso a aquella gran casa y Joaquin se fue directo a su habitación, regularmente dormía con otro niño llamado Javier pero se sorprendió demasiado cuando vio que el peluche de su amigo no estaba en su cama como siempre, tampoco estaba su ropa colgada ni sus dibujos en las paredes.
-¡Maestra Kathi, maestra Kathi! -salió gritando de la habitación y llegó corriendo hacia la dulce mujer de ojos cafeces con vestido negro
-¿Qué pasa? ¿por que gritas de esa manera, Joaquin?
-¡Las cosas de Javier no están! ¿y si le pasó algo? -La mujer le sonrió para tranquilizarlo
-Él está bien, Joaquin
-Entonces, ¿en donde está? -Joaquin temía que también Javier se hubiera dormido
-Él se fue con su nueva familia
-¿Su nueva familia? -preguntó el pequeño sin entender
-Si, Joaquin, ¿recuerdas que hay veces que vienen parejas a verlos y pasar tiempo con ustedes? -Joaquin asintió- Bueno, pues ellos vienen a verlos porque son personas que no pueden tener hijos y están dispuestos a que alguno de ustedes se vaya a vivir con ellos y así formar una familia
-¿Quieren que seamos sus hijos? -La mujer asintió- ¿Y porque nadie me a llevado a mí? ¿nadie me quiere? -La mujer sintió su corazón partirse al escuchar al niño más encantador que había conocido decir aquella frase
-Tal vez aun no llegan los indicados para ti, Joaquin, pero estoy segura de que pronto llegarán y te amarán muchísimo -Joaquin le sonrió y abrazó a su profesora con muchas fuerzas.
Pasaron 6 meses más y Joaquin sentía que todas las parejas que iban, no lo miraban a él y se ponía muy triste pues él quería con todas sus fuerzas tener papás de nuevo. Uno de esos días donde Joaquin se sentía muy triste, llegó una persona que sin él saberlo, se convertiría en su mejor amigo.
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Imaginación «One Shots Emiliaco»
Short Storyson historias cortas que se me han ocurrido escuchando alguna canción