Capítulo 2

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-¿Ryuuzaki?- Llamó Matsuda. Habían pasado algunas horas desde que habían dejado de espiar a Misa. A estas alturas ella estaría cenando o viendo la televisión. - ¿Ryuuzaki? – volvió a llamar

El pelinegro reaccionó, sin despegar la vista de las pantallas. Llevó un macaron rosa a su boca y luego atendió.

-¿Qué sucede, Matsuda?

-¿Crees que utilizar a las personas sea malo? –preguntó mirando al joven Yagami dormir en su silla.

-Depende. Yo los utilizo a ustedes. Eso no es malo – dijo, sin vergüenza alguna, sabiendo a dónde quería llegar su compañero de trabajo- En cuanto a Misa... No lo sé, Matsuda. Puede que ella sea o fuera el segundo Kira, como lo sospechábamos, entonces ella nos estaría mintiendo y no sería malo utilizarla.

-¿Aún sospechas de ella? Pero si es toda ternura. Además... aceptémoslo, es un poco tonta...alguien así no podría matar con tanta astucia.

-Matsuda – comió una fresa cubierta con chocolate- ¿a cuántas personas has matado sin dejar rastros?

-Pues... a ninguna...

-En ese caso, apruebo tu teoría por ahora. –mencionó sonriendo hacia sus adentros. Seguramente Matsuda estaba acostumbrado a las burlas de sus compañeros-

-Por cierto- interrumpió de nuevo- ¿te has fijado que Kira sólo mata hombres?

Sólo hombres... No había considerado tal acto en los meses que llevaba a cargo de la investigación. Con excepción de su antigua compañera del FBI, todos los criminales, políticos y empresarios asesinados eran hombres, cosa común desde el punto de vista machista, pero sin duda alguna interesante.

Amane entró al cuartel, tallándose los ojos con sus delicadas manos de modelo. Su cabello estaba un poco despeinado pero el pequeño camisón rojo que llevaba puesto, casi figurando un baby-doll distraía toda la atención de su cara sin maquillaje y su cabello sin forma.

Misa caminó unos cuantos pasos con los ojos medio cerrados, sólo para percatarse de que sus intensiones serían frenadas una vez más.

-¿Cómo? ¿Light ya se durmió?

El pelinegro mayor quedó en silencio, observando sin descaro alguno la figura de la rubia. Ella se paró en frente de su novio e infló sus mejillas para gritarle y despertarlo. L, en un alto reflejo abandonó su silla y le cubrió la boca a la chica con su mano derecha, mientras que su ante brazo izquierdo estaba peligrosamente cerca de la parte inferior de los pechos de Misa, presionándolos hacia arriba, a lo que Matsuda respondió con un derrame nasal imaginario.

-No te atrevas a gritar, Misa –pasaron unos segundos antes de que ambos se dieran cuenta de la presión que L ejercía sobre su cuerpo.

Ella lo intentó mirar de reojo, lo cual fue inútil pues sólo logró mirar la mano que le cubría la boca, mientras él, Elle, se mantenía sin saber lo provocativa que su "amiga" se veía ese día.

-¿Acaso no te das cuenta de la hora que es?

El pelinegro empujó a la rubia con delicadeza hacia la puerta. Una vez descubierta la boca de la chica, la tomó de la mano y caminó con ella en dirección a su cuarto. Él primero, guiándola y ella, molesta y medio dormida por la hora.

Llegaron a uno de los dos elevadores y, sin pensarlo más, Misa dejó caer su cabeza sobre la espalda de su guía.

-¿Es tan malo que Misa quiera que Light duerma con ella? –su voz sonaba quebrada, como si quisiera llorar pero el sueño se lo impedía. No tenía muchas energías- ¡Me da miedo este lugar! ¡Siempre está muy oscuro!

L volteó y en un ágil movimiento la cargó, manteniendo aún su típica posición encorvada.

-Pervertido- mencionó Misa quedándose dormida, recargada sobre el pecho del escuálido joven.

Quizás la conversación debería quedar para mañana.

Cambiar de Príncipe | LxMisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora