Capítulo 10

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Él se detuvo aún de espaldas a ella. Arqueó una ceja, ¿había escuchado bien? Misa Amane, la chica que tantas veces le había dicho que era un pervertido, esta vez pedía compañía de él. Estaba asustada.

-No creo que sea lo apropiado, Amane.

-Por favor, al menos hasta que me duerma, ¿sí?

Él volteó a mirarla, le dio lástima ver la demacrada imagen de la rubia, cansada y sin ganas de vivir en ese momento. No era para menos, habían intentado violarla.

-Sólo si comes lo que trajo Watari.

-Comeré... con una condición.

-¿Ahora tú me condicionas a mí? Aún debes tu parte de la apuesta, ¿recuerdas? Debes comer el postre que yo elija para ti.

-Sí, recuerdo... y sí, te pondré una condición y tendrás que aceptarla, por el bien de Misa.

-Uh... ¿Y cuál puede ser esa condición?

-Que te quedes conmigo, pero evitando esa forma tan extraña de sentarte.

-Olvídalo... Misa, no me siento así porque me guste, sino porque es necesario.

-Por favor, Ryuuzaki... No me dejes sola en este momento. Te prometo que te recompensaré: dejaré de molestarlos en la sala de computadoras, si eso quieres. Le ayudaré a Watari con las labores domésticas... Todo lo que me ordenes.

-Todo... lo que te ordene, ¿eh? –se llevó un dedo a la boca esbozando una leve sonrisa

-¡PERVERTIDO!

La rubia tomó una de sus almohadas y la aventó a la cara del detective. Él sólo la miró con desgano por su actitud tan infantil. Ryuuzaki sintió incomodidad recorrer por todo su cuerpo. ¿Qué sucedería si, así como Misa veía a Light como un salvador, él viera a Misa como una hermana menor? Todo aquello que sentía era completamente desconocido para él. No sabía que era sentir amor, no sabía que era sentir cariño. Fuera lo que fuera no podía descifrarlo.

Suspiró y caminó hacia la rubia, quien le había hecho un lugar en la orilla de la cama para que pudiera acomodarse.

-Nada de sentados extraños, ¿eh?

-Está bien, Misa.

Él se sentó en el colchón y estiró sus pies para cubrirlos con la sábana. Era una de las experiencias más incómodas que había pasado en la vida, no sólo sentía extraño acostarse lo más normal que podía, sino porque estaba dentro de la cama de una chica mucho menor que ella. Una menor de edad (1). Ella comenzó a comer con lentitud frente a la mirada perdida de su acompañante.

-Misa... ¿Cómo fue que te libraste de ese hombre? ¿Cómo no logró hacerte algo?

-No lo sé. –Ella paró de comer y él le dirigió una mirada de incredulidad- Ese hombre tuvo una especie de alucinación y se fue. No dijo nada, no hizo nada. Sólo volteó, se sorprendió y se fue.

Él asintió y se introdujo en su propio mundo. Una vez la rubia dejó el plato a un lado, bostezó y se acomodó bajo las sábanas, obligando a su amigo a acomodarse también.

-No quiero dormir mucho, Ryuuzaki. ¿Podrías despertarme en una hora?

-No lo creo.

-¡Pero Ryuuzaki!... –comenzó a contar con los dedos- No quisiste dejarme tener una mascota, no quisiste decirme por qué peleabas con la chica de la tienda y ahora no quieres despertarme pronto.

-No, Misa. Además, estaré aquí sólo hasta que te duermas. Ese fue el trato.

-Pues... Ryuuzaki ha sido un tramposo otras veces... ¡Misa también puede hacer trampa!

Cambiar de Príncipe | LxMisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora