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Habían pasado unos 30 minutos

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Habían pasado unos 30 minutos.
De mientras, Victoria estaba entretenida viendo la televisión.

Daymon y Evan, ya listos con sus trajes algo elegantes, salieron de la habitación en su encuentro.

Daymon caminaba arreglándose las mangas, hasta levantar la vista para encontrarse con Victoria, relajada en el sillón.

- Caperucita... - mencionó sonriente, acercándose. - ¿Cómo amaneciste?

Se sentó a su lado, mirándola fijamente.

Victoria lo miraba extrañada, pero debía hacer el intento de platicar con él.

Al menos...

- Muy bien... - sonrió incómoda, alejándose un poco de él. - ¿Van a salir?

Daymon un poco molesto por distanciarse de él, se acercó más a ella.

- ¿Te preocupa a donde vaya?

- Solo preguntaba... - se alejó de nuevo incómoda.

Daymon estaba a punto de acorralarla, cuando Evan lo interrumpió.

- Ya déjala, Day. - ordenó, mirándolo. - Tus hombres te esperan abajo.

Daymon gruñó en respuesta. Odiaba cuando lo interrumpan en sus mejores momentos. Pero no se iba a ir, sin antes hacer una travesura.

- ¡Wao! Es increíble ese edificio. - miró asombrado hacia la ventana.

Victoria por reacción, giró su vista donde señalaba. Daymon sonrió con malicia, dándole un rápido beso en su mejilla.

Antes que Victoria pudiera reaccionar, este salió rápido de ahí con Evan, empujándolo hasta la puerta.

- ¡Oye! - reclamó Victoria parandose, limpiandose la mejilla.

- ¡Elizabeth, hay comida en el refrigerador! - gritó Evan, mientras Daymon lo arrastraba. - ¡Ethan se hará cargo de ti! ¡Adiós!

Salieron de ahí, dejando a Victoria con la palabra en la boca.
Irritada, se volvió a sentar rendida, mirando de nuevo la televisión...

• <❇≫───•◦ ❈◦•───≪❇> •

Al cabo de una hora.
Victoria había recorrido casi toda la suite, debido al aburrimiento. Incluso se asombro, al ver que había un karaoke en la sala.

Iba de habitación en habitación, recorriéndolas en caso que encontrará algo divertido.
Hasta que abrió la puerta de la última habitación, dándose un pequeño susto al ver a Ethan tendido en la cama, profundamente dormido boca abajo.

Este solo traía bóxer, dejando a relucir su tonificada espalda, libre de cualquier tatuaje.
Pero Victoria ni se fijo en eso. Con una sonrisa maliciosa, entró de puntillas, acercándose sigilosamente hacia el.

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