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Terminaron de ordenar

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Terminaron de ordenar. El mesero se llevó los menús con su pedido, dejándolos en total privacidad.

- ¿Por qué pediste lo mismo que yo? - preguntó Victoria, apoyando su cabeza en su mano, mirándolo.

- ¿Hay algún problema? Simplemente me provocó. - respondió Daymon sonriente, encogiendose de hombros.

- Al menos hubieras pedido algo diferente, para poder probar tu comida. - señaló Victoria, cruzandose de brazos en la mesa.

- No te preocupes, esa es la entrada. Más adelante tendrás el plato principal y el postre.

Victoria levantó su cabeza, como si hubiera escuchado una sorpresa.

- ¡¿Habrá postre?! - preguntó entusiasta.

Ella amaba la comida, y tiende a ponerse ansiosa si escucha que habrá más de una sola comida.

A los ojos de Daymon, parecía un pequeño cachorro esperando su premio. Hasta la imaginaba con cola y orejas moviéndose alegre.

- Ni siquiera me dejas descansar aquí, caperucita... - confesó Daymon suspirando sonrojado, apartando su vista de ella.

Victoria lo miró confundida, sin entenderlo. Lo paso por alto, para por fin preguntarle su duda que tenía de días anteriores.

- ¿Por qué me llamas caperucita?

Daymon se quedó quieto, volviendo su vista a ella. Riéndose, posó sus brazos en la mesa mirándola fijamente.

- Te lo diré como un cuento... Un día en un club. Una pequeña caperucita, con un hermoso vestido rojo. Se encontraba escapando de las garras de un hambriento lobo. Pará suerte de ella, un lobo muy amigable la ayudó a escapar, pero lastimosamente ese lobo resultó ser más peligroso que el primero. - acercó su rostro al de ella.

Victoria soltó una risa, por la corta y rara historia.

- Osea, soy la caperucita del club. Simplemente por mi vestido rojo... - lo miró con media sonrisa. - ¿Acaso tus padres no te enseñaron a contar historias?

Daymon soltó una vaga risa, desviando la mirada.

- No, nunca lo hicieron...

Victoria quedó anonadada, no esperaba esa respuesta, y menos al ver su mirada triste sonriente.

- Creo que no debí preguntar, ¿No? - preguntó, sintiéndose un poco culpable.

- No... Mi infancia fue solo un poco dura, pero ya aprendí a superarla. - respondió, con una mirada triste.

- Si te hace sentir mejor... Yo nunca conocí a mis padres. - se encogió de hombros. - Todo lo que he hecho y he logrado, ha sido por mi misma.

Daymon abrió los ojos asombrado.

Atrápame, si puedes... | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora