Debía de confesarme, sí. Pero nadie dijo que sería tan difícil.
Estuve los siguientes días intentando contactar con él, ya fuera esperando en el trabajo, vigilando por dónde solía venir al acabar las clases... Había intentado incluso acompañar a Wooyoung a clases para intentar verlo, pero no tuve éxito. Así me pasé semanas enteras, gastando mi tiempo libre en maquinar distintas maneras de hablar con Yeosang, pero nada. Era como si hubiera desaparecido del mapa. Estaba muy claro que me estaba evitando, seguramente por el enfado de la última vez, no sabía que hubiera sido tan doloroso. También se le había juntado la ruptura con Chuu... Sí, estaría hecho una porquería, y no me podía permitir ayudar. Mi última opción era visitarle de sorpresa. No lo había hecho antes por el tema de no dañar su privacidad.
A ver, estamos hablando de una propiedad privada, y sería bastante peligroso presentarse en un día que estuviera siendo muy duro para él y acabar con una demanda bajo el brazo. Sí, eso no sonaba muy bonito por parte de nadie, así que lo estuve aplazando todo el tiempo que pude. Sin embargo, los enamorados — ¿cuál de todos? — me insistieron en sobremanera. Me dieron diferentes ideas para hacerlo como una reunión romántica y perfecta. Aunque debía de decir que ninguna de sus sugerencias me llamaba la atención.
Primero era aparecer con un ramo de flores y chocolate ante su puerta, vestido con traje y el pelo peinado hacia atrás. Ellos les darían un toque romántico, tirando pétalos y cantando. O algo así fue la tontería que soltaron. Cómo se puede ver, no les hice mucho caso por lo OBVIO. Horrible. No obstante, eso de darle un ramo de flores iba a ser claro.
Tenía pensado en hacerle un ramo de flores con dientes de león, para decirle algo así de “sé el hada de mis sueños”. Sí, soy horrible para estas cosas, pero tengo que hacerlo, aunque sea nefasto para ello. Solo me queda plantear el día y rezar a todos los dioses posibles y por existir a que saliera bien. Por ello, decidí que fuera un viernes, ya que la pareja de casi cuatro metros me podrían ayudar con el tema del regalo, mientras yo me arreglaba. Sí, sonaba bastante convincente.
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Vale, son las siete de la mañana y no he logrado descansar ni un minuto. ¿Por qué mi cerebro me odia tanto? Pude escuchar cómo la alarma de Hongjoong sonó tres veces seguidas antes de ser pospuesta, luego cómo se levantaba arrastrando los pies por todo el pasillo, dirigiéndose hacia el servicio. Puso música, tardó un tiempo y luego volvió a hacerse el silencio. Luego volví a escuchar ruido en la casa, pero me dolía demasiado la cabeza como para haberle prestado mucho caso. Me dispuse a descansar un rato más, pero no funcionó. O mejor dicho, funcionó de sobremanera.
¡Me había despertado a las cuatro de la tarde! ¿Y la tienda? ¿Y mis flores? ¿Y los clientes? Oh, no puede ser, ¿y si Yeosang había decidido hacer acto de presencia justo cuando no estaba?
Con todo eso, me levanté de un salto, con el corazón en la mano. Fui corriendo a la ducha, hice mi rutina en menos de cinco minutos, y me dirigí a la tienda. La suerte que tenía era que no quedaba muy lejos del departamento. Cuando pude darme un respiro, me cercioré de que todo estuviera en orden. Las hierbas estaban regadas y podadas, habían unos ramos guardados detrás del demostrador, supuse que eran encargos de esta mañana. No sé si se notaba mi alegría por ver que todo estaba en orden y bastante limpio, pero escuché la risa de Yunho desde la lejanía de mis pensamientos.
— Era el turno de Hongjoong para hacerse cargo. Me dijo que no habías salido de tu habitación cuando se despidió de ti. Está bastante preocupado porque no sabía si te sentías bien — hizo una señal al almacén, para continuar su monólogo —. Nos había encargado ir a verte luego de acabar nuestro turno — cuando acabó la frase, un Mingi salvaje apareció, dejando un besito en la mejilla de su novio, y ofreciendo un vaso de agua. Lo acepté porque era lo que necesitaba mi organismo luego de haber, prácticamente, volado desde mi casa.
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Créeme - Seongsang
Fanfic- ¡Seonghwa! ¡Deja de decir tonterías! - ¡Pero es cierto! - Sé que no es cierto, así que deja de decir cosas vergonzosas... - sus labios formaban un tierno puchero, difícil de ignorar. - ¡Te estoy diciendo la verdad! ¡Me gustas! - mis manos seguía...