Al día siguiente, Mika no le dirigió la palabra a Yuu. El azabache solo le envió un par de miradas en absoluto disimuladas, pero parecía que el rubio se encontraba totalmente apacible y concentrado en el pizarrón hasta que el profesor hiciera acto de presencia.
Lo que Yuu no sabía es que Mika le miraba también, a cada rato, ya tenía su estrategia de, mediante el rabillo del ojo, observarlo.
Cuando las clases terminaron y cada quien se fue a su respectivo hogar, Mika no hizo otra cosa que lanzar su mochila y tomar su teléfono mientras se lanzaba a su cama.
Abrió la aplicación de WhatsApp y, antes de ingresar al chat de Yuu, revisó los estados de sus contactos.
Una idea cruzó su mente cuando vio que su crush había subido un estado, revisó todos los demás de manera rápida y con poca atención de su parte, y en seguida vio el del azabache.
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La foto no contenía alguna descripción o frase, simplemente ahí estaba Yuu, con su sonrisa tan pura e inocente, y Mika no pudo evitar rodar por la cama admirando su belleza.
No era la primera vez que sucedía. A Yuu parecía gustarle tomarse fotos y subirlas, y a Mika le gustaba sentirse dichoso de poseer su número telefónico y asistir a la misma escuela, e incluso al mismo grupo de la misma.
Suspiró, y respondió el estado.
Mikaela:
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Yūichirō: pero no salgo distraído en la foto haha
Mika:
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Mika no sabía si Yuu se hizo el tonto, si no le dio importancia o en serio no se dio cuenta de la indirecta muy directa.
Aún así le gustaba que después podían hablar de cualquier cosa.
Dos días consecutivos de hablar con su crush, fueron suficientes para enamorarlo aún más.
