Lenny salió con Faizah en brazos, ella recargó su cabeza entre el hueco de su hombro y dejó que la llevase a la camioneta. Se sentía cansada de llorar y de caminar, de sentir lástima de sí misma y que los demás la sintieran de ella, era como volver a los viejos tiempos, seguía siendo la misma chica débil que no podía hacer nada bien y empeoraba su salud por gusto. Cerró los ojos mientras el llanto se disipaba y se quedó en silencio durante todo el camino a su casa.
Lenny la dejó sobre la cama e intentó ponerse de pie para marcharse y así dejarla sola, ella lo detuvo jalándolo con la bata y lo obligó a recostarse con ella, Faizah sonrió mientras lo abrazaba con fuerza y se recargaba en la cabecera de la cama. Se sentía mucho mejor con él a su lado, se sentía un poco aliviada después de varios días de tensión.
-Estoy bien. - Dijo de repente. - En verdad lo estoy.
Lenny besó su frente y la recostó contra su pecho, dejó cada una de sus piernas al lado de las de ella y cerró sus brazos en tono a su cintura.
-Claro que no lo estás. - Negó. - Pero lo estaremos... algún día... muy pronto.
-Creo que creer que sobreviviremos es lo que nos hará sobrevivir. - susurró.
Faizah se durmió por fin, y él se mantuvo ahí, escuchando su respiración, observándolo todo y pensando las cosas.
La quería, y demasiado, y no podía permitirse dudar de su relación. Todo estaría bien, de eso estaba seguro, nadie se había muerto de amor y ellos no serían los primeros, de eso se encargaría él.
*
Lenny había estudiado todo el fin de semana para prepararse para su primera clase de oftalmología, él como medico sabía lo básico, pero este era un curso intensivo en el cuál aprendería todo en dos años o menos. Sería difícil y muy pesado, pero tenía el apoyo de Faizah y sus amigos.
Entró por la parte trasera de la clínica, de igual forma terminaría en recepción pero estaba más atestada por ese lado, el doctor había decidido que las clases fuesen ahí en la sala de reuniones en la cual nunca entraba nadie, solo él y ahora sus alumnos.
Saludó a las recepcionistas, una de ellas era nueva, pero Miranda seguían ahí, y aún no olvidaba que lo había llamado por su apellido.
La nueva chica era una rubia despampanante de ojos verdes, se acercó rápidamente a él, y vio el gafete que él llevaba colgando en su bata.
-Buenos días, doctor Cast...
- ¡Lenny!- interrumpió Miranda poniéndose de pie al instante, él le sonrió con cortesía.
-No se le ocurra llamarme así. - musitó para la chica. - Soy Lenny, señorita Ingrid. - dio un paso hacia un lado y se encaminó hacia el pasillo.
Abrió la puerta indicada y entró, habían sólo tres personas más, dos hombre y una mujer, también estaba el doctor Ramos pero él no contaba como estudiante, obviamente, les indicó donde sentarse a cada uno y comenzó con la clase, todos intentaron retener la mayor información posible, pero con la práctica todo mejoraría, el mismo doctor Ramos lo había dicho, y sólo iba a durar un año dándoles clases, no serían los mejores oftalmólogos pero serían buenos haciendo eso, la chica llamaba Olivia era demasiado competitiva y al igual que él, le gustaba ser el primero en todo, se llevarían muy mal.
Cuando salió de ahí se sentía más cansado de lo normal, compró hamburguesas y condujo hasta su casa con calma, debía evitar los accidentes a como fuera lugar, era un médico, las vidas eran lo importante.
Subió los escalones de la casa mientras los chicos miraban películas de terror en la sala, ni siquiera notaron cuando él llegó. Faizah no estaba en la cama, así que dejó las cosas en el buró, se encaminó hacia al baño y la encontró sentada sobre el suelo y con la cabeza recargada sobre la tapa del retrete, estaba con la miraba fija en la pared, no lloraba ni se quejaba, simplemente se mantenía en silencio, y posiblemente eso era peor que todo lo demás.
- ¿Qué sucede?- preguntó él acercándose a ella, tomó su mano derecha y la apretó entre las suyas. - ¿Qué tienes?
- ¿Me quieres?- contestó con otra pregunta, clavó sus ojos en los de él.
Lenny bufó.
-Por supuesto que te quiero, cariño. - Besó su frente y la ayudó a levantarse. - Te quise desde el primer momento en que te vi.
Faizah sonrió y se puso de pie con ayuda de Lenny.
La llevó hacia la cama y la obligó a terminarse la hamburguesa, las papas y el refresco, no le permitió dejar ni una sola papa frita, y ella se lo comió todo sin protestar. Él estaba feliz por eso, que ella comiera sin renegar era como si un ciego volviese a ver. Era magnifico y una buena señal.
Se recostó en la cama y ella se subió sobre su pecho, se acurrucó ahí durante unos minutos y descanso su cabeza, se sentía cansada y no había hecho prácticamente nada, aún no debía volver a la clínica y se sentía inútil por no hacer prácticamente nada. No era una chica de esas que les gusta limpiar, al contrario, y tampoco le gustaba cocinar, así que sus tardes libres se reducían a maratones de Criminal Minds y Bones, eso la tranquilizaba un poco en ocasiones, también ver La ley y el orden, el suspenso la mantenía a raya y cuerda.
Lenny tomó un libro con ambas manos y comenzó a leer en voz baja, su corazón latía contra su pecho y a la vez contra la mejilla de Faizah, todo era silencioso excepto por esas dos cosas.
Él seguía leyendo esperando a que Faizah encontrase tranquilidad por un momento. Pronunció cada palabra con delicadeza y dejó que todo fluyera junto, como una melodía de una canción, como si con las letras de ese viejo libro pudiese crear una hermosa canción de cuna para ella, y si se lo pidiese, él lo haría, uniría palabras y melodías hasta formar una canción para su amada.
-Como si no estuviese cortándome las alas con un bisturí invisible. - dice. -Ya es hora de que alguien la enseñe a volar de nuevo. - Susurra con calma. - Debería coger el estuche de costura y remendar sus alas rotas, por mucho que le duela clavar la aguja en su carne. -Faizah tiembla entre sus brazos y no dice ni una sola palabra al respecto. - Soy una muñeca rota; un juguete al que se le ha dado poca cuerda. Alguien debería cogerme, tirarme al contenedor y esperar a que las llamas del vertedero me traguen. - añade. - Entonces, quizá, habría valido la pena. Porque no se me ocurre ninguna razón por la cual debería estar viva hoy. - las últimas palabras cuelgan en el aire como si fuesen susurros y en la habitación hubiese eco.
Faizah tiembla, sus manos sudan y su cuerpo está extremadamente frío, Lenny deja el libro sobre el buró y no dice nada más.
-Te amo. - murmura ella unos minutos después, es la primera vez que lo dice, y eso a él le alegra en el alma.