Faizah volvió a su casa dos días después, estaba más recuperada y comía un poco mejor, Lenny la llevó a casa y a ella le concedieron un permiso para no ir a trabaja al hospital en quince días, en la universidad hicieron lo mismo, aunque ella se rehusó e insistió en ir de todos modos. Deseaba sentirse útil, no quería ser nuevamente la chica débil y enferma a la que todos debían comprender y tener lastima, ella quería ser fuerte y demostrárselo a todos.
Se arregló y bajó con cuidado las escaleras, intentó no pensar en eso y se dirigió hacia la cocina, tomó un plato con cereales y se sentó entre Denia y Lenny, comió con prisa y se puso la bata en cuanto terminó, guardó sus cosas en un maletín y esperó a que Lenny terminara de desayunar.
Salieron juntos de casa y él condujo con cuidado hacia la universidad, se sentía demasiado tenso, aún no terminaban de arreglar su problema, sentía que no había bastado con la charla, que debían hablar para saber si su relación seguiría como hasta el momento, y tenía miedo de que ella se negara y quisiera abandonarlo o que simplemente dejara de quererlo. Se sentí impotente por no poder hacer nada, deseaba regresar el tiempo y poder evitar el horrible accidente. Era su bebé... lo más preciado que podría tener alguna vez en su vida.
Al bajar del auto Carlie corrió hacia ellos y abrazó a Faizah por la cintura, ella intentó sonreírle pero falló, la morfina parecía tener un efecto permanente en ella, pero claro que no fue así.
- ¿Cómo te sientes hoy?- preguntó Galen hacia Faizah mientras se paraba junto a Lenny.
-Estoy bien. - respondió por milésima vez en lo que iba del día.
Se encaminó hacia su salón con el maletín en la mano y el corazón hecho pedazos. Se sentía cansada y no había hecho nada más que estar acostada los últimos días, su pecho subía y bajaba conforme respiraba y lo hacía por mera necesidad, le dolían las costillas por el golpe y tenía moretones en las piernas y brazos, una muñeca lastimada y ahora vendada, pero lo que más le dolía era haber perdido a ese bebé que Lenny tanto deseaba.
Abrió la puerta y dejó las cosas en su escritorio, algunos de sus alumnos ya habían llegado y habían tomado sus asientos, así que comenzó a hacer anotaciones en el pizarrón por mientras los demás llegaban.
*
Lenny se pasó toda la mañana intentando dar clases sin salirse de tema, estaba demasiado preocupado por Faizah, se había "recuperado" muy pronto, y había decidido volver a trabajar muy pronto. Él sabía que seguía mal, si no era por el embarazo era por la anorexia, Faizah era buena fingiendo estar bien, pero él la conocía bastante bien. Sabía que comería bien por algunos días para luego poner de pretexto cuando no deseara comer nada en todo el día, así era Faizah y él seguía de pie con ella a pesar de todo.
Lenny vivía con el miedo de perderla por completo, que la anorexia fuese más fuerte que ella... la amaba y odiaba su enfermedad, porque nadie nunca había superado esa enfermedad, y sabía que Faizah no sería la primera en hacerlo. Deseaba salir corriendo y olvidarse de todo, pero, no abandonas a alguien por un pasado trágico.
Cuando fue a buscarla para comer ella ya no estaba en su salón, la buscó en el salón de maestros y tampoco estaba ahí, no estaba por ningún lado. Decidió llamar a sus amigos, quienes acudieron de inmediato a su llamado, porque así eran ellos, estaban siempre que los necesitabas.
- ¿Qué sucede?- preguntó Galen cuándo llegó a él, Carlie venía con él y suspiró al verla.
-Necesito que entres al baño y veas si Faizah está ahí. - La señaló. - La busqué por todo el lugar y no está.
Carlie asintió y caminó hacia los baños, sus pies la estaban matando con cada paso que daba, el dolor de cabeza era horrible, pero no era momento de pensar en sí misma. Se sentía gorda como una vaca y tan sólo había subido tres kilos, y serían muchos más porque los gemelos le exigían comida cada cierto tiempo. ¿Cómo podría cuidar de gemelos mientras estudiaba y trabajaba a la vez? Su vida estaba por cambiar, y probablemente no sería todo para bien. Estaba cumpliendo su sueño de estudiar medicina, pero sus hijos tarde o temprano se interpondrían en eso, Galen y ella no podrían con tanto, y ella lo sabía, era cuestión de esperar para admitirlo en voz alta.
El baño estaba solo, o por lo menos eso parecía, un sollozo provino de uno de los cubículos y abrió la puerta con facilidad.
Faizah estaba sobre el retrete, había bajado la tapa y se había sentado sobre éste con las piernas encogidas contra su pecho, el pelo le tapa el rostro y su espalda subía y bajaba con cada sollozo, Carlie posó una mano sobre su hombro y se quedó en silencio.
¿Cómo le dices a alguien que lo sientes cuándo acaba de perder a su bebé?, ¿Cómo le dices que la comprendes si nunca has estado en su situación? Pero sobre todo, ¿cómo detienes el dolor de tus seres queridos? No había respuesta, Carlie no sabía que decir, por primera vez durante un buen tiempo, ella no tenía la respuesta, no importaba que fuese la primera de su clase y que probablemente sería la mejor de todos los cursos de segundo año, ella no sabía la respuesta, y eso la estaba matando.
-Faizah... - susurró mientras le recogía el cabello hacia atrás, ella la miró con sus rasgados ojos negros ahora bordeados de rojo por el llanto, su nariz estaba roja al igual que sus mejillas y su piel seguía pálida y con ojeras. - Me encantaría saber que pudiese hacer para que estés bien. - musitó. - Pero no hay nada, nada puede aliviar esto. - intentó no llorar, suspiró con fuerza y siguió. - Me encantaría poder quitarte todo ese dolor... todos desearíamos poder hacerlo, pero no podemos, sólo nos queda pedirte que seas fuerte.
Faizah asintió mientras lloraba aún más.
-Odio mirarte. - dijo. - Cuando lo hago pienso que esa podría ser yo, embarazada y gorda, por primera vez en la vida ser gorda por algo buena. - rió entre lágrimas. - Tener aún a mí bebé, y saber que todo estará bien, que en realidad lo estará. - limpió su nariz y bajó las piernas al suelo. - Me tocará estar aquí, viéndote como engordas y disfrutas de tu embarazo, cuando posiblemente yo no podré tener hijos, por lo menos no en algunos años. - Rió con sorna. - Tengo veintiocho, para cuando pueda posiblemente seré demasiado mayor. - Negó suavemente. - Y estaré aquí, viéndote ser lo que pude haber sido y no fui por mi estupidez.
-No fue tu culpa. - Susurró Carlie, tapó su estómago con la bata y se inclinó hacia ella. - No es culpa de nadie.
-Me odio por envidiarte, me odio por no haber sido lo suficientemente inteligente como para bajar las escaleras con cuidado, y me odiaré toda mi vida por haber perdido a mi bebé.
Carlie se quedó ahí junto a ella, en el pequeño cubículo, intentando consolarla y no empeorar todo. Se sentía impotente al no poder hacer nada, así que la dejó llorar entre sus brazos, le acarició el cabello y dejó que se desahogara cuanto quisiera, porque era la única manera de recomponerse, porque fingir que está bien, no está bien.
Porque casi todas las heridas son más profundas de lo que pensamos, no se ven a primera vista y luego están las heridas que nos cogen por sorpresa, el truco está en hurgar en la herida hasta encontrar la verdadera causa del dolor, y cuando la encuentras hay que dejarse la piel hasta curarla.