Capítulo 2: Invisibilidad nula

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          Es como lo había imaginado, el aire fresco en mi cara, los rayos del sol reflejándose en mis gafas, los pájaros piándo; era mágico. Tal vez todo estaba en mi cabeza pero aun así lo veía increíble.

De repente veo pasar en frente mío el autobús de la escuela, empiezo a correr detrás de él tanto como el peso de la mochila me deja, pero va muy deprisa y no puedo alcanzarle.

Mi primer día de clase y llego tarde, que buen comienzo de día.

Después de 15 minutos tarde estoy en la escuela, todos los alumnos están en sus respectivas clases y yo tengo unos coloretes que en vez de piel parecen tomates recién sacados del huerto; que vergüenza.

Mi clase es el número 6A, me toca filosofía con la profesora Imma Achiles Acacia. Mis padres me han dicho que es una profesora muy estridente y que le gusta hablar y leer lo clásico todo el rato, así que tengo que tener cuidado con mis palabras.

Cruzó el pasillo vacío rápidamente, toco dos veces la puerta de la clase y me retoco por última vez el pelo, estoy de los nervios pero pronto va a terminar o eso creo. Cuando alzo la vista, la puerta se abre y me doy cuenta de que me encuentro atrapada por cientos de ojos con hambre de curiosidad que me miran como presa fácil de un aguila.

Si las miradas matasen...

Se lo que piensan, una chica nueva rara en nuestro colegio, ¿quién será?.

—¿Quien es usted señorita?— pregunta la profesora mientras vuelve al sentarse en su mesa. —Entre, y por favor quitese las gafas de sol que estamos en una clase.—

Lentamente me acerco a su mesa y esquivando las miradas de los alumnos la contesto: —Soy Melanie, Melanie Dumanis Petra, la nueva alumna de su clase. — Me observa detenidamente una y otra vez como si no se lo creyera y mira la hoja de los nombres de los alumnos. Cuando me encuentra, asiente temblorosa y dice: —Siéntese donde pueda—

Odio ser el centro de atención, quería que mi primer día en la escuela fuera discreto y que nadie hasta fin de curso se diera cuenta de mi; pero ha ocurrido al revés.

Mi profesora no vuelve a decir nada sobre mis gafas, lo que me alegra; ¿qué mentira les habrán dicho mis padres para que me dejara en paz?

Me dirijo hacia el final de la clase donde hay un hueco y me siento hasta que acaba la clase.

Cuando termina la hora, los alumnos salen de la clase, ya se han olvidado de mí o por lo menos me miran disimuladamente; lo que me provoca un pequeño confort.

Cuando han salido todos, cojo mis apuntes y me dirijo al pasillo hacia mi taquilla.

Todo el mundo esta en grupos en el pasillo hablando, gritando, riendo. Me da un poco de envidia, pero es mejor así.

Sola, ese es mi destino.

Abro la taquilla, cojo los apuntes y de repente alguien me la cierra fuertemente; doblando todos los apuntes por la mitad. Cuando me giro, veo que estoy rodeada y el cabecilla del grupo es el que me cerró la taquilla.

––¿Pero tú que haces?— le salto. —Has estropeado mis apuntes.—

—¡Acaso me ves!— dice con ironía mientras se ríe con sus amigos y pasa una mano en frente de mi cara.

No le contesto e intento salir del círculo que han echo alrededor mío, pero me agarran del brazo unos amigos suyos y me doy cuenta que estoy atrapada.

—¿Qué te pasa tienes miedo? ¿Qué ocultas tras las gafas de sol?—

—¡Igual tiene un ojo de cristal?— exclama un chaval pelirrojo

—¡O es tuerta!

—Pterseo cógele las gafas.— dice la única chica que hay en el grupo.

Pterseo, así es como se llama el líder.

Intento soltarme dándoles patadas, codazos; no quiero hacerles daño. A continuación Pterseo agarra mis gafas y me mira a los ojos intensamente. En ese instante se queda quieto como una estatua, no pestañea ni respira, dejando caer las gafas al suelo.

Sus amigos exclaman: —¿Qué pasa? ¿Qué te pasa?— y me miran.

Veo el miedo en sus ojos, el temor a lo desconocido y se que saldrán corriendo en menos de un minuto. Pero me sorprende que Pterseo no tartamudee ni sienta la necesidad de salir corriendo, nadie puede aguantar este poder; ni siquiera mis padres. Es como cien agujas afiladas pinchándote en el cerebro mientras te queman los ojos con lava hirviendo. Y eso que llevo lentillas para que mi poder no emerja del todo sobre los humanos ni les pueda hacer tanto daño.

Siento poder, fuego y destrucción en mi interior todos los días y eso mismo es lo que está viendo Pterseo en mis ojos.

¿Quién es? ¿Qué es?

Y ¿Por qué no me tiene miedo?

Eterno Poder ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora