«Dolor» esa sería la palabra perfecta para definir lo que sentí al ver a mi padre en ese pedazo de madera rectangular, de su rostro solo quedaban recuerdos, pues su aspecto casi espectral no coincidía con aquel que me sonreía cada mañana.
Nuestra vida no fue fácil, pero nada de eso importaba pues en cuanto lo tenía cerca, todo marchaba mucho mejor; aunque las veces que podía disfrutar de su presencia eran relativamente escasas.
Este no es el caso del padre obsesionado con el trabajo, sino de uno que no tenía más opción que aprovechar la luz del sol para simplemente sobrevivir.
"Lo que pudo ser y no fue", una de sus frases favoritas.
•••
Cada vez sentía menos algunas partes de mi cuerpo, durante todo el camino estuve pegada a mi libro, las conversaciones últimamente se me hacían bastante incómodas, en especial las de extraños preguntándome cómo estaba, como si mis grandes ojeras y mi pálido rostro no respondiera su estúpida pregunta.
A ratos Mindy me miraba de reojo, pobre de seguro no sabía que decir, pues más temprano le hacía mencionado el asco que me daba la falsa lástima de personas que en su vida habían sido cercanas, claro que nunca pensaría lo mismo de ella.
Mindy era amiga de mi padre, dicho sea de paso era asistenta social e hizo lo que puedo para tomar mi situación, probablemente nunca entenderá lo agradecida que estaba con ella, era lo más cercano que tenía ahora mismo.
—¿Qué lees? –¿La habré mirado sin darme cuenta?
Me removí en mi asiento sin quitar la vista del libro.
—La tercera parte de una tetra trilogía–dije pasando una página- Sarah J Mass– agregué.
—Oh interesante– su mirada recorrió todo el avión por quinta vez. Sí, las había contado de reojo.
—¿Cuánto falta?, empiezo a sentir solo mis manos– dije mientras dejaba a un lado el libro para centrarme en la conversación, después de todo era la única persona en la que confiaba al menos un poco.
—No mucho, antes de subir le envié un SMS a tu madre– un tono cauteloso acompañó la oración.
"Madre", resonó en mi mente y por un momento, por unos segundos para ser exactos, imaginé que se sentiría saltar de una altura como esta, de seguro me desmayaría en el camino, así cuando mi cuerpo por fin tocara tierra firme, no sería más que...
—Entonces, ¿qué dices? – me preguntó con un ligero brillo de esperanza en sus ojos.
Sería muy maleducado decir "¿Qué dijiste?", y denotar tu falta de atención en la conversación o fingir que entendiste todo a la perfección y decir "sí".
—¿Qué dijiste?
—Que si quieres podemos parar en una librería antes de ir a la casa de tu madre.
¿En qué mundo vive?, casi logré leer sus pensamientos.
—Claro, eso sería... genial –dije antes de retomar mi lectura.
Dentro de unas pocas horas tocaríamos por fin tierra, no sé cuan bueno sea eso, quería volver a sentir partes de mi cuerpo, pero no quería presenciar lo que pasaría luego.
Tras realizar los protocolos necesarios, nos encontrábamos un poco más cerca de la horrible realidad.
Al parecer mandaron a un chófer por nosotras, Mindy le dio indicaciones y tras aproximadamente veinte minutos, ya estábamos en "LC librerías", nombre bastante original, por cierto.
Al adentrarnos a esta, fuimos recibidas por el ruido de las campanas de la puerta.
—Escoge el que desees– me dijo antes de ir hacía otro extremo de la librería.
El panorama era bastante sorprendente, no tanto como el nombre, pero si digno de admirar, no había muchas personas más que unos cuantos niños y cinco o seis adultos.
La horrible campana sonó nuevamente, posé mi mirada en la persona que acababa de entrar y— mira el libro que escogí— dijo Mindy acercándose a mí bastante orgullosa de su próxima adquisición.
—"Cocina conmigo"– leí en voz alta y no pude evitar sonreír, la primera más sincera en días.
—No entiendo que es lo gracioso Andra, debería buscar ya el tuyo, tu familia debe estar esperando– se dirigió hacía alguna parte y la perdí de vista de nuevo.
—Esa no es mi familia– susurré para mí misma, opté por ir a buscar en el sector de ciencia ficción, pero la verdad es que no tenía ganas de nada, cogí el primer libro que pude pues ya me quería ir de allí.
—¿Siquiera viste el título?
Me giré hacia quién me estaba hablando y me encontré con un rostro tallado por los mismos ángeles.
—Perdón yo...– dirigí mi mirada al libro y en ese momento quise salir corriendo.
—Estoy seguro de que ya conoces las vocales– dijo con un poco de burla, sus ojos color avellana me miraban bastante intrigados.
–No me di cuenta, tengo que irme– dije dejando el libro en el estante más cercano.
—Prueba con este– me entregó un libro de Louisa May Alcott.
—Gracias– atiné a decir, me apresuré en buscar a Mindy, no estaba de humor para jugar a las escondidas y esa mujer no aparecía.
—¿Dónde estabas?, te busqué por todos lados– me quitó el libro de las manos y se dirigió hacía una caja.
—Lo siento– dije sin ánimos, salí de la librería y me adentré al auto nuevamente, exhalé todo el aire que inconscientemente había contenido y miré hacia la ventana dramáticamente, bueno estaba claro que eso solo se veía bien en videos musicales, dirigí mi vista a Mindy quién acababa de entrar.
—No es gracioso
Mirándome con recelo subió al auto.
—¿El qué?
—No me dijiste que ya lo habías pagado– dijo un tanto disgustada.
—No preguntaste– fue lo único que salió de mi boca, aunque en realidad yo tampoco supiera qué había pasado, decidí no darle tantas vueltas al tema, después de todo ese era el pensamiento menos relevante en ese momento.
—Llegaremos pronto– dijo de repente el chófer con una gran sonrisa, me hubiera parecido tierno en otro contexto, en este en cambio en realidad nos estaba conduciendo al infierno, ese del que habíamos escapado años atrás.
En ese momento agradecí que mi mandíbula esté pegada a mi cara, Mindy miraba igual de asombrada pero un tanto más discreto.
La imponente entrada llena de hermosas rosas rojas y grandes arbustos adornaba todo el camino previo al verdadero disfrute y centro de atención, la gran casona estilo francés.
Me sentí tan pequeña, casi como una intrusa, la idea de regresar por dónde llegué me taladraba el cerebro, pero ya era muy tarde y las opciones se habían agotado, para cuando reaccioné estaba enfrente de esta.
En pocos minutos las puertas fueron abiertas por una señora de unos cincuenta y tanto con uniforme azul, quien sin siquiera mirarnos nos dio la bienvenida.
Tras dejar mis maletas en el pasillo (a petición de ella), nos condujo hasta la sala principal.
Repasé el elegante vestido negro que llevaba puesto y esa típica sonrisa, mi querida madre una serpiente oportunista y...
—Andra– pronunció con un tono falsamente preocupado, lo conocía a la perfección, a pesar de no haberlo escuchado por años, era difícil de olvidar- No te quedarás allí parada ¿verdad?
—Creo que está un poco cansada– soltó Mindy de repente, le agradecí mentalmente pues para ese momento no me podía ni mover, después de tanto la tenía frente a mí, no pensé en este momento hasta ahora.
Denysse dirigió su mirada hacia Mindy por primera vez desde que llegamos y tras una pausa respondió.
—Claro... Nancy te llevará a tu habitación, trata de cambiarte esa ropa– respondió mirándome con cierto asco no tan bien disimulado.
"Esa ropa", llevas puesto un vestido caro y no te quita lo...
—Por supuesto– respondió con una falsa sonrisa, no me esforcé en que pareciera natural, incluso mi voz salió más dulce de lo normal.
—Sra. Douglas necesito hablar con usted un par de cosas antes que se vaya.
Mindy me abrazó antes de irse, no sin antes decirme que todo estaría bien, le agradecí en voz baja y procedió a seguirle el paso a Denysse.
Seguí a Nancy en silencio y por fin llegué a la que sería mi habitación.
Esto era solo el comienzo, si pensaba que vivir con ella sería un infierno solo me faltaba esperar la escuela, eso de seguro sería un fiasco, tenía que salir de aquí lo necesitaba.
No olvides votar:)
ESTÁS LEYENDO
La Vie en Black
Fiksi RemajaAunque el hecho de vivir entre lujos y poder parece tentador, para Andra será el cuarto círculo del infierno. Su recientemente padre fallecido, la tutela de su codiciosa madre y el ostentoso colegio al que deberá asistir serán parte de su vida, Y...