Llevábamos al rededor de diez minutos allí, Jordan estaba convencido de que podía encontrar el problema de su querido Chuck, nada asociado a la realidad claramente.
Aún estaba empapada, el viento no ayudaba para nada y de vez en cuando estornudaba.
—Esto es imposible– dijo tocándose el cabello repetidamente, me observó y suspiró.
—Andra, necesitas ir a casa y si llamo a la grúa no sé cuánto tarden, llamaré a alguno de los chicos– iba a refutar, pero tan rápido como lo dijo ya estaba marcando números.
—Esto no hubiera pasado si me hubieras dicho de sus estúpidas tradiciones– susurré.
—Andra, no puedes ser rencorosa conmigo– dijo con un intento de puchero, simplemente horrible.
Al parecer atendieron la llamada, pues se alejó un poco para hablar, tras menos de un minuto ya estaba de vuelta con una sonrisa satisfecha.
—Problema solucionado, tu amigo estará aquí en minutos– dijo volviendo al auto.
—Jordan, yo no tengo amigos– respondí tratando de controlarme.
—Oh, ¿en serio?, supuse que Luka y tú se llevaban muy bien– lo dijo tan natural que casi no percibía segundas intenciones en su propuesta.
Está bien, era madura o trataba de serlo, no tenía lógica hacer alboroto por algo tan tonto.
Tocó la ventana del auto y salí de él, no sin antes dedicarle una sonrisa, mientras imaginaba mil formas de asesinarlo.
—Espero no estés enojada por lo que pasó– soltó de repente. Decidí ignorarlo—¿Dónde está tu auto?– pregunté evitando responderle.
—Justo allí– dijo señalando a la izquierda– es el rojo– el orgullo invadió su semblante.
—Perfecto– dije caminando hacia allá un poco más rápido.
—Trata de no dejarme atrás– dijo antes de soltar una pequeña risa.
—No claro que no, nunca sería mi intención alejarme de ti– dije sin mirar atrás.
—Oh, creo que el sarcasmo acaba de entrar en la conversación, para– dijo de repente y así fue, sin embargo, no volteé.
Se acercó un poco y me puso sobre los hombros el saco de su traje, lo tomé antes que este se cayera.
—¿Por qué mentiste Andra?– susurró muy cerca antes de adelantarse y presionar el botón de las llaves.
Disimulé lo más que pude, tratando de recuperar la compostura y decidí entrar de una vez al auto
—Por la misma razón que tú lo hiciste– dije antes de abrocharme el cinturón.
El silencio hizo acto de presencia, y de hecho no fue hasta que llegamos a la opulenta entrada de la casa que finalizó, había conseguido dejarlo con la boca cerrada, no parecía molesto, incluso algo me decía que disfrutaba cierta tensión.
—Este es el momento en el que me agradeces por salvarte– dijo aún con las manos en el timón.
—¿Salvarme?– pregunté casi incrédula de que estuviera diciendo algo así.
—El decir "gracias" es gratuito.
—Como sea– dije abriendo la puerta.
—Andra, espera– bajó del auto rápidamente, poniéndose justo en frente de mí.
—¿Qué quieres?– dije en un suspiro.
—Mm...– me repasó con la mirada y tras una sonrisa ladina– Lo que es mío.
Me quitó el saco con una delicadeza casi celestial, cuando este estuvo entre sus manos, avanzó hasta su auto nuevamente.
—No olvides ponerme cinco estrellas– dijo antes de arrancar rápidamente.
Si decía que esta noche había sido la más horrible de mi vida, estaba subestimando el resto de mi existencia, sabía que no sería fácil, pero no era ese tipo de persona que se rendía a la primera, tozuda o no lograba lo que me planteaba, saldría de aquí.
Avancé en pasos silenciosos entrando nuevamente por una de las puertas que dirigían a la cocina.
Subí a mi habitación haciendo el menor ruido posible.
El vestido se deslizó arrastrando la ignominia que había pasado antes, abrí la bañera y cuando estaba lo suficientemente llena, me sumergí en ella.
¿A qué punto había llegado?... ¿Cuánto más aguantaría este lugar?
Tenía que hacer algo, tenía que escapar de aquí, no podía quedarme de brazos cruzados, no podía simplemente observar como mi vida era todo lo que nunca quise.
Sí, estaba pérdida y probablemente no tenía nadie de mi lado, pero nada me detenía.
Volví a la superficie antes de que el aire contenido se agotara y traté de recuperar la respiración, sonreí para cuando descubrí que era lo que necesitaba.
Un trabajo... ahorraría lo suficiente como para salir de aquí, conseguiría un trabajo más formal luego para así costear mis gastos de universidad.
No tendría que ver el rostro de nadie más aquí, podría comenzar de nuevo de verdad.
...
Habían pasado dos días y la escuela abría sus puertas hoy, levantarme no fue tan difícil como dormirme la noche anterior, había dado más vueltas que un reloj y se reflejaba en las pequeñas bolsas bajo mis ojos.
Me duché y puse el estúpido uniforme azul, era la primera vez que usaba algo así y emoción no era lo que exactamente sentía.
Cogí la mochila que me habían dejado junto a todo lo demás y salí tratando de mantener la cabeza en alto, practiqué mi sonrisa las veces necesarias para incluso convencerme a mí misma.
Perfecto.
Jordan salió al mismo tiempo que yo y me guiñó el ojo fallidamente en forma de saludo, lo cual me quiso sonreir.
Salimos y no encontramos a nadie frente a la piscina donde usualmente desayunaban, al parecer nunca estaban por aquí, eso hacía las cosas más fáciles y no me quejaba.
Le pedí a Jordan que acelerara lo más que pueda, si tenía suerte terminaría estrellándose con algo, mientras mi mente imaginaba los mejores escenarios posibles, la gran entrada silenció cada uno de ellos en segundos.
—Destino completado– dijo apagando el motor del auto– Andra, no tengas miedo, puedes comer con nosotros a la hora del almuerzo– sonó convincente aunque parecía querer convencerse a sí mismo.
—Estaré bien– dije antes de dedicarle una sonrisa tranquilizadora de la variedad que tenía bajo la manga y bajé del auto.
Automáticamente desapareció de mis labios cuando me di la vuelta, estaba entrando a la boca del lobo, volví a mantener una sonrisa y caminé por los pasillos que en realidad parecían ser más estrechos tras cada paso.
—Andra, bienvenida– dijo Alessio parado en uno de los casilleros.
—No hablemos de bienvenidas por favor– dije sonriendo robóticamente.
—Te acompañaré a la dirección– dijo cogiendo mi mochila sin preguntar.
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La Vie en Black
Teen FictionAunque el hecho de vivir entre lujos y poder parece tentador, para Andra será el cuarto círculo del infierno. Su recientemente padre fallecido, la tutela de su codiciosa madre y el ostentoso colegio al que deberá asistir serán parte de su vida, Y...