A penas y pude desayunar tranquila, Jordan no paraba de hablar por el teléfono, y cada vez la situación me estaba poniendo más nerviosa, aunque dijera que en realidad no me importaba esa tonta fiesta, de algún modo me sentía fuera de lugar lo cual me hacía sentir mal, y era algo bastante razonable, porque yo no pertenecía a ese lugar.
Unas horas más tarde, mi habitación se había llenado de personas que se ocupaban de dejarme lo más decente posible.
—Tus uñas no están nada hidratadas– dijo una de las señoras con una expresión aterrorizada, lo cual me causó gracia, sin embargo, fue su cara la que me hizo retener la carcajada que estaba a punto de soltar.
—Ni siquiera sabía que las uñas se hidrataban— respondí lo más sería posible.
Si hubiera tenido más tiempo libre quizás me hubiera preocupado un poco más en "mis uñas deshidratadas".
Al cabo de una hora ya estaba lista y Jordan esperaba en el sillón de la pequeña sala bastante ansioso.
-¿Y tú quién eres?- preguntó simulando sorpresa.
—Al verte, confirmo la teoría de la hominización, hasta pareces un hombre, que evolución.
—Tu amabilidad llega a ser sofocante querida Andra, por cierto muy buena elección de vestido– dijo dándome un análisis completo.
—Eso espero, no quiero hacer el ridículo– dije sonando más personal de lo que hubiera deseado.
—Tú solo mantente cerca a mí, no te mentiré, en realidad es una cuna de lobos, no olvidemos a la siempre tan discreta Alexa, la cual se encargó de informar que habría una nueva estudiante.
—Entonces soy como el juguete nuevo– dije dramáticamente.
—Solo mantén un perfil bajo por ahora– restándole importancia se paró y caminó hasta el umbral de la puerta— en diez minutos nos vamos.
Respiré profundamente, decidida a afrontar cualquier escenario. Me coloqué el anillo de mi padre y supe que era momento de irme.
Fue tal la sorpresa de encontrarme con Denysse al voltear que retrocedí un poco.
—Vaya, sí que Jordan se está encargando de ti– me observó de pies a cabeza y sonrió.
—Si no te molesta, debo irme– dije reuniendo todo el valor que me era posible.
Caminé hacia la puerta, decidida a salir de allí, sin embargo, un tirón me hizo girar bruscamente y por primera vez desde que llegué, vi a la misma Denysse que años atrás, la misma mirada acusadora.
—La basura sigue siendo basura, aunque tenga una bolsa bonita por fuera– susurró cerca a mí– en este momento estarías trabajando, deberías agradecerme...es más, deberías hacerme un altar y rezarme durante el resto de tu vida por el milagro en el que convertí tu miserable vida.
Me soltó de su agarre y desapareció en tan solo segundos.
Quería caminar hacia la puerta, pero no podía, mis piernas no reaccionaban y sentí cómo algo ardía mi interior, la rabia y humillación eran detonantes peligrosos, y ambos habían sido lanzados cruelmente hacia mi.
Tras unos minutos, por fin salí de la habitación y me dirigí hacía la cochera en donde supuse estaría Jordan, subí al auto sin más al ver que él ya estaba adentro.
Lo que menos quería en este momento eran preguntas, así fue que con mucho esfuerzo logré controlarme y mostrar la mejor cara posible.
—¿Estás lista para el Hemkomst?
—Ya puedes arrancar el auto– dije con una sonrisa cómplice.
No podía negar que esa era la oportunidad perfecta para escapar un poco de todo lo que me hacía daño.
•••
Decidí bajar la ventana del auto y Jordan no paraba de quejarse por su perfecto peinado que estaba "siendo destruido".
Varios minutos después me indicó que habíamos llegado por fin.
Bajé del auto y las grandes puertas de cristal estaban invitándonos a entrar, las luces de algunos colores y la música se hacían presente; mientras caminaba hacia la entrada divisé a lo lejos una cancha de lacrosse, por lo que deduje que estábamos en la parte trasera de la escuela aunque la verdad era que nunca en mi vida había visto alguna así de grande.
—Bienvenida a La Fontaine, lugar de ensueño o pesadillas– soltó de repente Jordan al verme analizar el lugar, tomó mi brazo y lo entrelazó con el suyo, estaba tan intimidada que ni siquiera pude sacarlo.
Maravillosa frase de entrada.
Dos hombres gigantes nos permitieron el paso con tan solo ver a Jordan, el lugar era espectacular, ni que hablar de los presentes ¿estábamos en una entrega de Grammy o algo parecido?.
La presencia de Jordan fue reconocida de inmediato, unas sonrisas y un par de choque de puños selló el encuentro.
Sin embargo, las miradas que habían sido dirigidas hacia mi, se acercaban más bien a la intriga y un par de ellas intentando encontrar algún motivo para ridiculizarme o criticarme.
Cuando finalmente cruzamos el gran salón me sentí casi aliviada, nos dirigimos al grupo de sus amigos y logré reconocer a un par de la otra noche.
—Ella es Andra, algunos ya la conocen– dijo antes de tomar una copa de Champaña algo distraído.
Todos sonrieron en forma de saludo.
—Te ves preciosa Andra, soy Abel– dijo el castaño de ojos intensamente celestes.
—Hey cuidado con este, es peligroso– dijo sonriendo una chica de vestido elegante rojo y algunas transparencias.
—Ay por dios Romy, quítate– dijo Abel haciendo caso omiso a todos los presentes y cogiendo mi mano decidido a ir hacia la pista de baile.
Mi intensión antes de hoy no era divertirme, aun así este era el único momento en el que podía disfrutar de olvidarme de todo al menos por unas horas y no iba a desaprovecharlo.
Le seguí el ritmo a Abel quien parecía tener bastante experiencia, ni que hablar de la seguridad que transmitía, de hecho no era tan difícil adivinar el porqué.
Parecía pintado por Van Gogh y su actitud era tan contagiosa que me hacía sonreír, tenerlo cerca era toda una experiencia.
—Entonces, ahora vives con Jordan– dijo en medio de la canción, se acercó un poco para hablarme pues la banda que estaba tocando estaba a tope.
—Sí, se ha portado bastante bien conmigo, es raro admitirlo pues desde que nos conocemos estamos peleando, pero sin duda es mejor de lo que pensé– respondí sin dejar de seguirle el ritmo.
—Que las apariencias no te engañen Andra, sin duda esto puede ser el infierno, pero hay unas cuantas excepciones.
En el momento exacto en el que terminó la frase, la canción también, sonrió y volvimos de vuelta al mismo pequeño círculo, con la importante diferencia que Jordan ya no estaba allí. Mierda.
—Así que vienes de Londres– dijo un rostro que me parecía no haber visto, y sin duda lo hubiera recordado, maquillaje y peinado perfecto.
No iba a sentirme mal por ser la única mortal allí. Repítelo hasta que lo creas
—Sí, me mudé hace unos días con la familia de mi madre– respondí sin muchas ganas.
—Bienvenida entonces– contestó con un tono bastante alegre, aunque su mirada no iba nada acorde a lo que estaba diciendo.
Dicho esto pasó a retirarse y todos se echaron a reír.
—En serio que es una zorra– dijo Romy riendo a punto de las lágrimas– "Bienvenida entonces"– dijo imitando su intimidante voz.
—A alguien no le gusta que le roben atención– dijo Adley mirando a Alessio quién solo negaba con la cabeza bastante divertido.
Fue entonces que caí en cuenta que ellos no me conocían y ese era un punto a mi favor.
Todos quisieron ir a bailar y yo aproveché en ir al baño, con suerte logré encontrarlo y me quedé repasando un poco toda la situación.
No iba tan mal, ya había conocido a la necesitada de atención y por los demás no me preocupaba.
Es gracioso el hecho que hubiera olvidado mencionar lo más desastre que persona que soy, en cierto punto de mi vida pensé que solo podías odiar personas, incluso lugares, pero, obviamente el pedazo de vestido de la desconocida con la que me tropecé fue el encargado de probar lo contrario.
—¡Es un Alexander Bülden!– chilló tan fuerte que provocó que algunas curiosas miradas se dirigieran hacia mí, CORRECCIÓN lo que quedaba de mí; un zapato se me había salido y estaba a unos metros de dónde me encontraba.
—¡Demonios! ¿Estás bien?– preguntó alguien tratando de levantarme.
Cuando alcé mi rostro me pregunté a cuántas personas habría asesinado en mi vida pasada para merecer esto.
—¿Tú?– dije casi en un susurro.
Jordan y los demás aparecieron detrás para ver qué estaba pasando y ayudarme pues aún seguía tirada allí.
—Andra, ¿te lastimaste?– preguntó preocupado Jordan.
—¿Andra?– preguntó Luka con los ojos tan abiertos que pensé que en algún momento iban a salirse.
Adley recogió mi zapato y una vez de pie me ayudó a ponerlo.
Tras unas cuantas risas y algunas fotos todos habían regresado a lo suyo.
Me ardían tanto las mejillas que ni siquiera sentía mi cara.
—¿Qué haces aquí?– Luka tenía la misma sonrisa de todas las veces en las que habíamos hablado, dominar la situación no le fue difícil sin embargo, la curiosidad se expresaba notoriamente en sus ojos.
—¿Se conocen?– preguntó Abel quien parecía estar disfrutando la escena.
—Algo así– respondí en un hilo de voz.
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La Vie en Black
Dla nastolatkówAunque el hecho de vivir entre lujos y poder parece tentador, para Andra será el cuarto círculo del infierno. Su recientemente padre fallecido, la tutela de su codiciosa madre y el ostentoso colegio al que deberá asistir serán parte de su vida, Y...