extra dos

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La felicidad puede ser aterradora. No la emoción temporal, sino el estado permanente de ser feliz. La felicidad es un niño. Es completamente dependiente de los pasos que uno toma para asegurar su longevidad. Cuando está con Louis, Harry intenta no pensar así. Pero cuando están juntos está tan feliz y contento que a veces no puede evitarlo.

El sábado, tienen a lo que Louis se refiere como "una primera cita" y a lo que Harry sostiene que es al menos su segunda, y quizás la tercera.

"¿Cuándo hemos tenido dos citas?" Louis pregunta. Se sientan en el Washington Square Park, en la repisa de piedra de la enorme fuente del centro.

"La primera fue la noche que fuimos a comer sushi y tomamos unas copas en tu oficina", responde Harry, volviendo a sumergir su cuchara en el helado de Louis. "La segunda fue en Londres, cuando fuimos a la exhibición de Oscar Wilde y almorzamos después."

"Tal vez tienes razón con la segunda. Pero la primera es cuestionable."

"Fue realmente romántico", argumenta Harry. "Y terminó en un beso. Un primer beso."

Comienza a pensar en eso, por supuesto. Su corazón latía con tanta fuerza que debería haber sido motivo de preocupación, pero había problemas mayores y más urgentes. Louis quería ser besado en ese momento, y no había habido un momento en el que Harry no quisiera besarlo. No duró más de diez segundos, pero recuerda que sus lenguas se tocaron infinitamente. Entonces, de repente, el hechizo se disolvió...

Louis lo está mirando ahora. Detrás de él, la salpicadura de agua de la fuente es como polvo de hadas. Como otro hechizo descendente.

Harry se inclina sobre el pequeño espacio entre ellos. Hay un destello de conciencia en la mirada de Louis, de que se encuentran en público, y Harry también lo siente. Si Louis alguna vez beso a un hombre en público, ha sido hace al menos una década y Harry normalmente ha rechazado las demostraciones públicas de afecto, pero su relación con Louis no es normal. Este beso, a la intemperie, es nuevo y discordante para ambos, pero después de un segundo, la conciencia pasa y lo vuelven a hacer.

Apartándose, su mirada fija en la suave boca de Louis, Harry dice: "Ha tenido un buen comienzo, nuestra tercera cita."

"No si sigues comiendo mi helado", dice Louis, moviendo su vaso fuera del alcance inminente de Harry.

Luego caminan hacia el Museo Whitney y hacia un bar. El frío en el aire no les impidió tomar helado y, por lo tanto, tampoco les impide beber afuera. Hablan mucho, sobre los transeúntes, de los cuales nunca hay escasez en Nueva York. Hacen planes para películas en el parque, cenas en la azotea y felices horas clandestinas.

Luego de tomarse un taxi, hay un restaurante con cine al que Harry siempre ha querido ir y ahí es donde terminan su noche. Viendo una película independiente sobre dos enfermeras enamoradas en medio de la Segunda Guerra Mundial. Louis sostiene su mano todo el tiempo, trazando las líneas de la palma de Harry con su pulgar.

Se le ocurre a Harry en el viaje en tren a casa cuando Louis hojea el libro de Taschen que compró en el Whitney, un auricular en su oreja derecha y el otro en la izquierda de Harry, mientras suena "Sweet Thing" de Van Morrison.

Louis se instala en el piso de la habitación de Harry con él, compartiendo otra ronda de cervezas. Está iluminado con velas, tiene las mejillas rosadas, y su voz es de peso pluma mientras habla sobre una clase de arte que una vez tomó en la Universidad de Nueva York. "¿Todavía dibujas?" le pregunta a Harry.

"Sí. Terminé uno tuyo, aunque no sé dónde lo deje." Al ver la confusión de Louis, Harry agrega: "Dejé el dibujo doblado sobre mi escritorio, así podría recordar seguirlo la próxima vez que estuviera borracho. Una noche llegué a casa después de una fiesta y tomé un libro de la estantería sin mirar y metí el dibujo dentro y luego, lo barajé con una pila de libros y los puse de nuevo en el estante."

come as you are ↠ l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora