Nairobi POV
El día amaneció muy temprano para nosotros, apenas era el alba cuando unas palmadas del profesor hicieron que mi sueño se viera interrumpido.
-Vamos, levantaos, que tenemos que ir a coger el tren dentro de nada - Saray y yo nos levantamos de lo que habíamos llamado cama estos días, que en realidad eran una mesa y una silla. La única litera estaba ocupada por Bogotá arriba, y Mónica y Denver abajo. Era verdad que no estábamos para quejarnos; aquella solo era una fase corta, y pronto estaríamos de vuelta en el masivo monasterio.
Fui a preparar un café con mucha substancia, sin antes ni siquiera preguntar quién querría uno. Sabía que Mónica y Bogotá estarían deseando darle un buen comienzo al día con una humeante bebida. Gracias a la cafeína, pude parecer algo más serena a esa hora inhumana, que ni siquiera me molesté en revisar.
-Miren lo que traigo, boludos - entró Palermo empujando una enorme silla de ruedas que se me hizo familiar -, acá la señorita Nairobi ya conoce este trasto.
Era, precisamente, el mismo trasto que usé en el banco de España, cuando la zorra de Alicia dio la orden de disparar. Bueno, no exactamente el mismo, pero uno igual.
-Trae eso, Palermo - bajé de la autocaravana para apoderarme del vehículo y así poder trasladar a Saray de una forma más práctica.
-Como un coche de carreras - dijo en un tono burlón mi gitana.
-Igualito - le seguí la broma. Intenté empujarla, pero ella se adelanto con un motor incluido que traía el vehículo. - oye, ¡no te escapes! - ella se alejó de mí a toda velocidad, y yo tuve que seguirla juguetona.
El profesor no tardó en llamarnos la atención por andar correteando fuera, sin dejar paso a la gente que transportaba cosas de un lado a otro, para completar el equipaje. Nosotras decidimos ayudar, y empezamos a empacar todo en unas maletas que nos proporcionó Raquel. No tardamos mucho en recoger todo y meterlo en el maletero de la furgoneta que nos llevaría a una cercana estación, oculta entre la gran sierra que rodeaba la provincia.
En un par de minutos, llegamos a la parada mencionada por el profesor. Parecía totalmente inhabitada; estaba hecha de madera, que parecía afectada por el tiempo y la humedad, un cartel, con unas letras que era imposible leer colgaba en la entrada. La pintura de esta estaba ya totalmente desgastada.. Unas chirriantes escaleras nos dieron paso a la entrada, donde separada por una cristalera, había una mujer de pelo rojo, cuya cara indicaba que no le pagaban lo suficiente.
-¿Puedo ayudarles? - dijo sin siquiera mover un músculo de la cara que no fuera la boca. Su gesto era completamente frío, libre de sentimientos.
-Sí, eh...Deseábamos unos billetes para Montagnana - tartamudeó el profesor intimidado por la bordería de la mujer.
Entonces me di cuenta de que nunca me había molestado por sentir curiosidad por cómo se llamaba el pueblo en Italia, ya que, estábamos aislados del país, y al final daba igual si estábamos al norte o al sur.
-Esto... ¿ilegal? - preguntó Marsella con su fuerte acento extranjero.
-Sí, Marsella, sí. - le respondió Palermo, sin mirarle a los ojos.
-No hay otra opción - añadió Lisboa. - pero no pasa nada.
La mujer no nos dio ningún billete ni entrada, simplemente nos abrió la puerta con una llave oxidada, y nos dio paso a las vías del tren bajando unas escaleras de acero.
-Viene en veinte minutos - anunció por fin la señora.
Sentí que desde abajo alguien me tiraba de las manos. Agaché la cabeza y me topé con Saray, que me susurraba:
ESTÁS LEYENDO
Entre rejas ~ NairobixSaray
FanfictionCruce entre vis a vis y la casa de papel :) Narraré la historia de Nairobi cuando, al estropearse el plan del profesor, ingresa en Cruz del Sur.