Capítulo 10

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Nairobi POV

No voy a mentir; el que Saray me hubiera mentido de esa manera me había dolido mucho, independientemente de cómo hubiera terminado. La traición estaba hecha, la herida estaba hecha. Y si me quería o no, solo cambiaba el presente, pero el pasado ya estaba escrito, no podía borrarlo. Sin embargo, sus palabras me convencieron. La conocía de hace menos tiempo que alguna gente con la que había compartido vida desde siempre, pero aún así me atrevería a decir que la conocí más que algunas personas de ahí. Sabía que era una persona sincera y franca, que no se echaba atrás y mantenía su palabra. Si había decidido ir a declarar conmigo era porque me quería proteger de Zulema, o eso creía hasta que otro pensamiento me atormentó. ¿Y si el plan de la mora era contactar con Gandía para huir del furgón del juzgado? Durante todo el día en enfermería no pude pensar en otra cosa que en eso, pero tenía que conocer la verdad, le tenía que preguntar a Saray. De todos modos, tampoco ello le garantizaba nada, y solo me quedaba confiar en ella y en Gandía, y las anteriores veces esa no fue una buena estrategia en ningún caso.

Tokio POV

Solo faltaba un día para el rescate, todos estábamos nerviosos. Atracar era peligroso, pero atentar contra la policía delante de sus narices era otro nivel. Por la mañana, nos encontrábamos desayunando en la pequeña mesa que habíamos puesto afuera, con toda la colada incluida, cuando de repente un fuerte sonido ruedas de coche nos sorprendió. Nos miramos alarmados, aunque el profesor quiso mantener la calma en todo momento. Recogimos las cosas y entramos en la caravana. Ahí dentro no había sitios donde esconderse, por lo que si alguien se le pasaba por la cabeza entrar, nos descubriría por completo. Pasaron cinco, diez minutos cuando alguien tocó la puerta.

*Toc, toc, toc*. Todos estábamos temblando y cruzados de dedos para que a quien estuviera fuera hurgando en nuestro escondite no se le ocurriera pasar. Pero fue entonces cuando escuchamos una voz familiar:

-¿Sergio? ¿Sos vos? - la voz de Palermo rellenó el silencio que invadía el vehículo en ese momento, pero en cuanto pronunció esas palabras todos respiramos aliviados.

Le abrimos la puerta a Palermo y nos abrazó a todos, no volvimos a sacar las mesas, pero de pie, le pedimos que nos contara cómo había llegado hasta allí. La versión oficial fue que lo detuvo la policía y fue inmediatamente trasladado a Cruz del Este, pero él nos contó algo diferente:

-Sí que fui detenido, pero como ya saben, detrás de la policía siempre hay mucho trapicheo. Me subieron a un autobús aparte por ser un preso peligroso, bobadas de la poli. En medio de la carretera los funcionarios pararon el coche y me bajaron. Me dieron una paliza y pensaron que me mataron, pero... ¡ta-da! Aquí estoy de nuevo.

-Y, ¿cómo has llegado hasta aquí? ¿Cómo has sabido que esta era mi caravana?

-Tengo mis contactos y también mi pistola. Cualquier jefe de seguridad me dejaría ver las cámaras de seguridad con una pistola apuntándole en el riñón. - sonrió complacido. - ¿y? ¿Cuál es el siguiente plan?- la verdad era que Palermo tenía un espíritu libre, siempre tan emocionado para arriesgarse y seguir haciendo lo que le gusta.

-Tenemos que rescatar a Nairobi - dije firme - de Cruz del Sur.

-¿Y cuando empieza la acción? - esbozó una sonrisa y le lanzó una mirada cómplice al profesor.

-Mañana. Mañana al alba. - dijo el profesor.

Le explicamos el plan detallada y emocionadamente para que él pudiera llevarlo a cabo también. Rebosábamos de alegría y lo celebramos bebiendo una copa de vino, rememorando a todos nuestros compañeros, a quienes salvaríamos.

Finalmente atardeció y todos fuimos a dormir, dándole mil vueltas a todo lo que estaba pasando, y sobre todo; en todo lo que pasaría.

Nairobi POV

Una vez más, Saray se acercó a mí a la noche para mantener nuestra rutina de debate nocturna. Esa misma tarde convencí al doctor de que me dejara volver a mi celda, por cuestiones de salud mental. Es decir, que ni me volviera loca subiéndome por las paredes porque no tenía a nadie con quien hablar.

A la gitana se le iluminó la sonrisa cuando vio que yo la esperaba tumbada en la cama, y no molesta por lo que había hecho. En el fondo me sentía dolida, pero el tiempo pasa y la gente cambia. ¿Qué más iba a hacer?

Se acomodó y me preguntó por Helsinki. Aunque ya le había hablado de él, no quise profundizar mucho en el tema porque al fin y al cabo era una herida sin cicatrizar. Pero había llegado el momento, porque ella no podría traicionarme conociendo la historia de mi mejor amigo. Simplemente no sería capaz de hacerme más daño. En lo que llevaba de cárcel me habían intentado matar, me habían quitado la custodia de mi hijo y me habían pegado una paliza. Y no dejaría que nada de lo que pasara afectara mi plan de fuga.

-Helsinki... Helsinki siempre decía que nuestra amistad valía más que esas historias de amor que se ven en la tele... Que "cacho no importa".

-¿Y ese nombre? ¿Es de pila?

-Se me había olvidado contarte. Cuando esta historia empezó yo me llamaba Nairobi. 

-Nairobi... me gusta - dijo ella.

-Son nombres de ciudades, éramos muchos. Estocolmo, Oslo, Bogotá... - se me entrecortó la voz. Me había olvidado completamente de él. - es lo más parecido a una familia que he tenido jamás. Y después llegaste tú. - sonrió y me dio un pequeño beso en la mejilla.

-Mañana es un gran día, deberíamos ir a dormir. - dicho esto me miró y se levantó. Pero se arrepintió y volvió a agacharse - oye... ¿tú y yo qué somos?

Esa pregunta me pilló de sopetón, no la había visto venir. ¿Cómo que qué éramos?

-Bueno... no me gustan las etiquetas, pero dejémoslo en... - dudé en decirlo, pero al final me callé por la vergüenza. No podía decirle eso después de lo que había hecho.

-¿En qué? - insistió.

-Ya hablaremos - respondí cortante. "Almas gemelas" dije en mi mente.

Entre rejas ~ NairobixSarayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora