Capítulo 9

455 34 6
                                    

Nota: este capítulo va dedicado a mi amiga, que si estás leyendo esto di algo en los comentarios. Ya he hecho tu petición ajsjjsjsjsj ;)

Saray POV

Esa misma mañana me habían metido en aislamiento, ya no me acuerdo por qué. Soy una persona impulsiva y a la mínima que alguien me molesta, se lo devuelvo multiplicado por cien. Cualquier excusa era válida para meterme en una pelea y arriesgarme a pasar otra noche más en el agujero.

Sin embargo, esta vez fue diferente porque cuando decidí ir a recoger mi bandeja de comida del suelo, escuché unos pasos acercarse, y seguido, el cerrojo de mi puerta chirrió. Era Valbuena, que venía a molestar, como siempre. Era lo único que se le daba bien.

-Vargas, te acaban de asignar un trabajo en enfermería. - me levanté quejándome, aunque por otro lado me alegraba estar de vuelta fuera.

Recorrimos el camino hasta donde se encontraban las camillas, allí es donde me dio un pequeño paro cardíaco al ver a Ágata tumbada, no pareciendo muy consciente de dónde estaba. Algo precipitada, me dirigí hacia ella y pareció despertarse con el estruendo que creé con mis zapatillas porque abrió los ojos de sopetón y nos miramos. Sonriendo, la abracé y después tuve que irme al despacho del doctor Sandoval para firmar unos trámites sobre mi ayuda en la enfermería. Algo me preocupó, ya que ella no me correspondió el abrazo.

Tan pronto como salí fui a la cama donde estaba mi amiga, que me saludó con un frío hola.

-¿Pasa algo? - le pregunté. Ella se quedó mirando y entonces supe que estaba al tanto de que Zulema y yo estábamos aprovechándonos de su dinero. Sé que debió sentirle muy mal, porque como he dicho más de una vez, compartimos varios sentimientos y coincidimos en muchos aspectos. La diferencia era que yo había terminado queriéndola de verdad, había conseguido desprenderme de Rizos gracias a ella.

-Nada, oye. Que por aquí ya solo me quieren para lo que les interesa - replicó finalmente. Su voz se había quebrado para cuando dijo la última palabra.

-Yo... siento que te debo una explicación. - dije firme, en el fondo, no solo se la debía, sino que también estaba deseando dársela- conoces a Zulema lo suficiente para saber que ella se deshace de su gente en cuanto deja de tener algo que le interesa. Pasa con todos, no hay excepciones, menos yo. Y por ello mismo, tengo la obligación de hacerle caso en todo lo que dice. Es como una puta ley. - no le sirvió ese razonamiento, por lo visto - te puedo jurar que desde que conocí a Zulema nadie había llegado a conmoverme como tú lo has hecho. Simplemente nadie lo había conseguido, pero tú has podido hacerlo. Te has apoderado de mis sentimientos y los has manipulado, cuando en realidad el plan era al revés.

Con esto último quedó algo mas satisfecha, pero tampoco lo arreglé del todo, y lo entendí, al fin y al cabo había sido una gilipollas.

-Sé que no es justo preguntarte esto, pero tengo que hacerlo - apretó los labios y yo me preparé internamente para la pregunta - ¿hasta qué punto ha sido real?

Zas. Había dado justo en medio de la puta diana. Donde más dolía.

-Cuando empecé a frecuentar tu litera no pensaba que llegaría a nada, pero con el tiempo me he dado cuenta que el cariño que te tengo es tan real como las heridas que te he causado. - esto la convenció porque enseguida me atrajo hacia sí para estamparme un dulce beso en los labios. - lo siento de verdad, Ágata.

-Está bien, cualquier persona traicionaría a alguien en las condiciones adecuadas - reiteró las palabras que un día dijo su amigo Berlín. Para ser sinceros, Andrés de Fonollosa estaba en lo cierto, una vez más.

Nuestras bocas volvieron a tener un ansiado reencuentro y esta vez se movían al compás, haciéndolo todo mucho más fácil. Pasaba mi lengua con destreza por cada rincón de su boca, asegurando que saboreaba toda su esencia, sin perderme ni un detalle. Exploraba también la suavidad de su labio inferior, el cual mordí en un impulso.

Ella respondió acercando su mano a mi nuca y acariciándome el pelo, me encantaba esa delicadeza que tenía. Pasé mi mano por debajo de su camisón de hospital y con las yemas de los dedos toqué ligeramente sus pechos, noté como se le empezó a acelerar un poco la respiración en el beso, que seguía tan intenso como al principio. Finalmente, opté por descender correteando con mis dedos hasta su vientre y por último a su segunda boca.

Casi involuntariamente, comencé a trazar círculos debajo, haciendo que empezara a hiperventilar. Supuse que estaría sorprendida, porque me había contado que nunca había estado con una tía, ¿y quién controlaría esto mejor que nosotras mismas? En un momento dado, lo que le estaba haciendo debajo afectó en el beso, porque su respiración estaba entrecortada. Por fin, llegó al orgasmo dejando caer su cuerpo en la camilla y obligándome a que me acercara para seguir besándola.

La agarré de la cintura mimándola y poco a poco, la fogosidad de nuestro beso fue bajando hasta que al fin le di un pequeño pico y la miré con un sentimiento mixto; una mezcla entre arrepentimiento y ternura que hacía que me derritiese, quedando rebajada a sus pies.

-Entonces... ¿estamos en paz? - quise asegurarme.

-Claro, monada - esas palabras que ella soltaba sin pensar, me hicieron entender de una vez por todas que efectivamente, me había enamorado.

Entonces entró Fabio:

-Jiménez, el viernes serás llevadas al juzgado, para declarar sobre el pequeño espectáculo que ha causado tu amigo ahora mismo en recepción. - dijo mirando a Ágata. - Zulema Zahir hasido agredida por él, por lo que las dos vais a ser trasladadas.

-Yo también estoy al tanto de lo que pasa. - exclamé, negándome a dejarla sola con Zulema.

-¿Y eso? - preguntó incrédulo.

-Jo, tío, ya sabes. Que aquí nos confiamos cosas mi amiga y yo. - sonreí de una manera exagerada para que al final él accediera, y lo hizo.

-Vale, pero no quiero ninguna puta broma - bufé.

Tokio POV

El tiempo pasó rápidamente, porque cuando llegamos a España ya serían las once de la noche. Caminamos cubiertos por una manta unos dos kilómetros y al día siguiente Gandía fue muy pronto por la mañana a empezar el plan de rescate.

Mientras él se demoraba, haciendo que nos preocupásemos, nosotros juagábamos a cartas. El profesor siempre ganaba, de alguna manera. Admiraba tanto su inteligencia y su talento de previsión. Después de toda una mañana esperando, Gandía llegó y sacamos el micrófono que llevaba escondido en el pelo, para oír las grabaciones y comprobar que había cumplido con su parte.

Todo iba bien hasta que la calidad de sonido empezó a fallar, pero logramos escuchar lo que le dijo a Nairobi. En pocos días la tendría de vuelta, y todo sería mucho más llevadero, la euforia recorría mi cuerpo. Pero no podía evitar pensar en el riesgo de acabar yo misma en la cárcel. La estrategia que usaríamos no era nada fácil, y a nada que algo fallara; todos pa' la trena.

En la grabación que teníamos del encuentro entre Nairobi y Gandía pudimos escuchar al final como él empezó a agredir a una presa, a propósito y por ello su juicio estaba pendiente. Requerían la colaboración de Nairobi para eso.

Entre rejas ~ NairobixSarayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora