[Aviso: Ya a la venta. Retirada].
~Juego de poderes~ Ajedrez de hielo~
Anastasia Románova es la hija del zar de Rusia. Como princesa debe casarse con quien la corona decida a fin de garantizar pactos políticos y estratégicos para la monarquía. Por...
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Luisa de Prusia abrazó a su primogénito como si fuera la primera vez que lo tuviera entre sus brazos. Sus hijos eran lo más importante para ella y no concebía una vida sin ellos pese a los peligros que estaban expuestos a causa de su posición social.
—No comprendo por qué ese criminal no está en la cárcel. No tiene ningún sentido —expresó Luisa, mirando a Nicolás en busca de respuestas—. En mis tiempos hubiera sido sentenciado a muerte inmediatamente.
—Tampoco tuvo ningún sentido que Luis XVI y Maria Antonieta murieran en la guillotina a manos del pueblo, pero esta es nuestra realidad actual. Debemos adaptarnos a los cambios para sobrevivir. No podemos encerrar de nuevo a Damien Obolenski sin llamar la atención de otras potencias mundiales. ¿Cómo explicaríamos que el rey de Prusia fue secuestrado en nuestro propio palacio? Debemos tragarnos el resentimiento y barajar las cartas desde la clandestinidad. El poder absoluto que residía en un solo rey es cosa del pasado —expuso el menor de los prusianos con convencimiento.
—Supongo que tienes razón —aceptó la madre con resignación—. Sea como sea, no deseo seguir aquí. No soporto la idea de tener que compartir el techo con el secuestrador de mi hijo. Regresemos a casa, Klaus.
—Sí, madre —concedió el rey de Prusia—. Vaya a avisar a sus doncellas para que le preparen el equipaje, partiremos inmediatamente —Depositó un cálido beso sobre las manos de su progenitora y la despidió en la puerta de su recámara. —¿Se puede saber qué pretendes? —reclamó Klaus en cuanto tuvo la certeza de que Luisa ya no podría oírlo—. ¡Debiste terminar con esa rata! ¿Por qué has permitido que siga con vida?
—Acabo de explicarlo —repuso el consejero real de forma sosegada mientras tomaba asiento en un sillón y abría una de sus carpetas repletas de documentos de estado pendientes por revisar.
—Hay algo más, Nicolás —insistió Klaus—. Sé que me estás ocultando información y no me gusta, detesto que actúes a mis espaldas.
—Como ya te he dicho en varias ocasiones: no te debo nada, hermano. Te ayudé a ascender al trono de Prusia mediante mi influencia sobre el zar. Ahora, te he liberado de las garras de los revolucionarios. La lista de favores concedidos no termina... ¿Y es así cómo pagas mis esfuerzos por ayudarte?
—Soy tu hermano mayor y me debes respeto —concluyó Klaus—. ¿Quién está detrás de mi secuestro? No creo que Damien Obolenski actuara sin ayuda. ¿Por qué estás encubriendo a mi verdadero captor? Sé que sabes quién es. La pregunta es: ¿por qué lo proteges? —caviló el rey, pasándose la mano por su pelo negro y clavando sus ojos azules sobre Nicolás.
—Vuelve a casa, hermano. Y cuida de nuestra madre —ultimó la serpiente sin más dilación.
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