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Mis manos jugaban de manera nerviosa, mientras que mi corazón latía con fuerza y de manera rápido, me encontraba nervioso, mis manos temblaban, sentía que el corazón se me saldría del pecho.

- Tranquilo, estarás bien. - puso una mano en mi hombro - Si es que no te mata primero. - susurro, pero aún así lo escuché.

- ¿Que? TaeHyung te escuche.

- Perdón, pero es que leí el expediente del tal "Nochu" dos de sus antiguos compañeros fueron encontrados muertos, uno se suicidó y el otro lo apuñalaron, la cuchilla tenía las huellas del tipo.

- Mierda. - murmuré tragando con fuerza.

- Pero tranquilo, solo debes mantener la calma.

- No es tan fácil, Tae.

- Es hora de que salga, oficial Park. - hablo el teniente Min dándole unas esposas a TaeHyung.

- Cuídate.

Con cuidado me puso las esposas, alboroto un poco mi cabello, sonrió y luego me dejo salir de la patrulla, donde el teniente Min me tomo con fuerza del brazo, hice una mueca, me había dolido.

- Ahora serás uno más de ellos, nadie sabe que sos un oficial, así que debes comportarte como ellos.

- ¿Cuá-cuáles son mis ca-cargos? - tartamudee un poco con miedo.

- Asalto a mano armada a un banco de Seúl, y asesinato "involuntario" a dos oficiales y un civil, nada grave.

- Ah... - me limité a decir.

Bien quizá no sea algo tan grave pero esta claro que es algo que jamás haría ni en mil años, suspiré una vez que llegamos.

De manera brusca el teniente Min me empujó a uno de los guardias de la prisión que, con mucha más fuerza me tomo del brazo, puedo asegurar que quedara una marca.

Nos adentramos, habían muchos oficiales y guardias, mi corazón se aceleró aún más, mis piernas temblaban, tenía miedo, pero no podía demostrarlo.

Uno de los guardias abrió la puerta para adentrarnos a la prisión, los nervios aumentaron, pero me mantuve lo más serio que pude.

Tenía tres plantas, nosotros caminábamos por la segunda planta, donde habían presos que comenzaban a gritar, y golpear las celdas.

Una vez que llegamos a la celda, el oficial que me tenía del brazo llamó a un guardia para que abriera la celda.

Nuevamente mi corazón estaba a nada de salir de mi pecho, el guardia abrió la puerta de forma lenta, y luego por completo, los nervios estaban a flor de piel.

Aquel tipo estaba de espalda, solo tenía una camiseta blanca de tirantes, el pantalón azul del uniforme, la remera estaba en su cintura, estaba haciendo ejercicio.

Sus manos estaban aferradas con fuerza a una barra de metal, donde con sus brazos subía y bajaba, tragué con fuerza, me declaro muerto.

- Ponte el uniforme y sal, Nochu. - hablo el guardia con burla.

Nochu se dejó caer, se puso la remera azul de mangas largas que portaban un número cada una, no se puso los botones y se dio la vuelta.

El guardia lo comenzó a revisar tocando sus brazos, piernas, torso, y demás, hasta que dijo un "esta limpio" al oficial que me tenía del brazo.

- Él compartirá celda con vos, no lo mates antes de mañana.- dicho es con fuerza me empujó a la celda.

El guardia la cerró y se fue con el oficial que al parecer le daba mucha gracia el hecho de que mi vida ahora estaba en las manos de ése tal Nochu.

Me acerqué a los barrotes y me recoste en ellos soltando un suspiro, acabo de valer mierda de manera total.

Mire a todas direcciones, debo de armarme de valor, me di la vuelta, lo encontré haciendo lo mismo que hace unos segundos, ejercicio.

- ¿Do-dónde dormiré? - me maldije por tartamudear.

Aquel tipo no dijo o hizo nada, mordí mi labio, seguro se molestó y ya estoy muerto, esto es grandioso. Pero nada eso pasó, solo siguió haciendo ejercicio, una vez que termino sin siquiera mirarme se tiró al suelo a hacer abdominales, al menos no me había determinado tanto.

- Mh, te hablé. - dije tratando de sonar seguro de mis palabras.

- Bien... - murmuró poniéndose de pie.

Se acercó a mí de forma lenta, mientras me miraba con aspecto serio, pegué con la pared, genial, se cruzó de brazos y enarco una ceja para sonreír de lado, en persona es más atractivo, mierda, ¿en qué carajos estoy pensando?

- Tranquilo, no te haré nada. - hablo con voz ronca - Dormirás donde gustes, harás lo que quieras, solo no me molestes y ya. - se alejó.

- JungKook. - me animé a llamarlo.

- Acá nadie me llama así, no lo hagas.

- Yo... perdón. - musite - Dormiré de este lado. - dije señalando el otro lado donde no estaba la mesita baja.

- Já! Si seguís disculpandote no duraras mucho. - dicho siguió con sus ejercicios.

Tome asiento en el suelo, puse las mantas que me dieron, intente pensar en otras cosas, pero no puedo, quizá sí amanecere muerto, pero tengo que intentarlo.

Cuando termino de hacer aquellos ejercicios, tomo asiento en el suelo, mientras que en una mesita baja tenía una libreta, donde estaba escribiendo.

Lo miré a más detalle, su cabello había crecido bastante, no de manera exagerada, pero sí, seguía portando aquella cadena de plata, murmuraba algunas cosas mientras escribía.

Se miraba serio y algo tenso, me miró, sus ojos marrones eran profundos, se podía decir que traspasaba tu alma, pero aún así no quite mi mirada, sino que mire todo su rostro, sus labios rosados y abultados, su mandíbula definida y una nariz algo grande, pero aún así era un chico de 24 años bastante atractivo.

Rodo los ojos y siguió escribiendo, dejé de mirarlo para acostarme bien, serían tres meses largos.

Rodo los ojos y siguió escribiendo, dejé de mirarlo para acostarme bien, serían tres meses largos

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Presos «KookMin» •COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora