sesenta

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ALEX

Tu te habías ido -le cuesta hablar, su cuerpo aún tirita, le inyectaron dos sedantes y aún no se rinde-.

— Descansa, mañana hablamos -estábamos en la clinica, le harían estudios a ella y al bebé, pero la Valeria no cooperaba, estaba abrazada a mi y no se soltaba-.

— No puedo dormir -comenzó a sollozar- Siempre que me duermo no estas cuando despierto.

Sus papás estaban hablando con los doctores, mi mamá estaba sentada en un sillón al lado de la cama y yo estaba con ella en una cama más pequeña a una plaza y tenía enterrado en las costillas una huea para acomodar la cama.

— Valeria, no me iré, ya no más.

— Alex ¿está muerto? -la pregunta venía acompañada de un escalofrío—.

— Si, él está muerto.

Mi mamá se acercó hasta ella y le hizo cariño.

Mi papá con el Tomás y los demás, traían colchonetas y almohadas.

— ¿Para que es eso? -pregunto curiosa—.

— Todos nos quedaremos aquí contigo -al oír eso de inmediato se relajó-.

Ya estábamos todos acostados, cambiaron su cama por un un poco más grande para poder dormir con ella, el bebé tenía un monitor conectado a su panza, para escuchar sus latidos después del disparo.

— Alex -habló bajito- ¿Seguro que si me duermo no te irás?

— Seguro, mañana debo seguir siendo papá -la abrace más- Nuestra historia acaba de comenzar.

— ¿Cómo así? -me miro curiosa-.

— Que nosotros no nos conocemos, nos dio amnesia, o lo que quieras, pero olvidaremos todo -apoye mi peso sobre mi brazo y estire mi otra mano-.

— Soy Valeria, la mamá de tu hijo -se rio nerviosa-.

— Soy Alex, el papá de tu hijo -estréchamos las manos y me acerque a darle un besito- Y también soy tu wachito de cuarto.

Esto recién acaba de comenzar.

WACHITO DE CUARTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora