ALEX
Yo no era quien para reclamarle absolutamente nada, he sido un sacohueas toda mi media, desperdicie toda mi media por no tener pantalones pa' acercarme a ella.
Y me quedo grande.
Porque otro hueón en un mes, logró hacerla feliz, cuando yo en casi 4 años no pude.
Fui a su sala ese día, quería verla y hablar con ella, decirle que me gustaba, y que me perdonara por haber sido un sacohueas todo este tiempo.
Apenas toco el timbre, salí de mi sala y fui hasta la sala de ella.
Las chiquillas me dijeron que debía ir rápido, porque iba a ir a los primeros a entregarle algo a su primo chico.
Y lo vi todo.
—¡Oye Vale! -el mino con el que la he visto estas semanas le habló-
—¿Qué pasa? -ella se giró y le preguntó-.
—El profe tenía razón -el le sonreía mientras se acercaba a ella a paso rápido-.
—¿De que me estai hablando? -ella se rió nerviosa mientras apretaba sus manos-.
El la ponía nerviosa, cresta.
—Que deberiai quedarte con el que te enseña matemáticas -le dijo mientras la tomaba por la cintura y la apegaba a él, y le chantaba un beso-.
Beso que ella no rechazó.
Todo el pasillo comenzó a hacer ruiditos, durante el último mes todos habíamos sido testigos de la posible parejita que estaba comenzando a nacer entre esos dos.
El se fue y ella se giró, mientras le hacía un hoyuo' a todos los que seguían haciendo esos ruidos de ambulancia como pendejos.
Y me vio de frente, se dio cuenta que yo había visto todo.
Le sonreí levemente, me giré sobre mis talones y baje las escaleras hasta el primer piso.
Quería que ella fuese detrás mío, pero no lo hizo; y a fin de cuentas, tampoco tenía un motivo por el cual hacerlo.
Fui su ape'.
Solo un amor platónico, que yo mismo mande a la cresta por tener complejos de pendejo de doce.
—¿Qué pasó hermano? -el Fabián me pregunto altiro cuando llegue a la banca que estaba al lado del kiosko-.
En el fondo, aunque el Fabián, el Gabriel, el Tomás y yo fuésemos unos inmaduros, el Fabián quien es el más cabro chico no apoyaba mi decisión ni el plan de conquista pa' recuperar a la Valeria, su prima.
—¿Hablaste con ella? ¿Qué te dijo? -preguntaron al mismo tiempo la Pauli y la Rocio y se rieron por ello-.
—No pude hablar con ella -admití-.
—¿Qué y por qué? -preguntó el Tomás mientras bajaba del kiosko con pancitos aliados para todo-.
—Está con el, los vi -solté de una y los chiquillos entendieron todo-.
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WACHITO DE CUARTO
Humor¿acaso usted no sabe todo lo que me provoca que me mire en el patio con esos ojitos?