10'

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— Déjame entrar, Win.

— Eres bienvenido a mi casa, Bright.

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Sonrió al verle reir de esa manera. Le parecía divertidísimo ver que aquel que se encontraba de pie en ese momento estuviera tan feliz. Entonces su sonrisa se borró por un instante, ¿Qué pasaba después? Ni siquiera lo sabía.

— Entonces, ¿Si los dardos caen hasta que junte setenta puntos me darán un regalo de los de ahí? —preguntó el mayor al vendedor en turno.

— Si quieres el regalo que señalaste hace un momento necesitas cien puntos, te doy 8 dardos.

— Me basta con cinco.

— Que presumido —Win se burló antes de soltarle un ligero golpe.

Vachirawit tomó aquellos dardos sobre sus manos y comenzó a preparar su puntería, calculaba y miraba todo a detalle. Miró los objetos puntiagudos y quería reirse, estós ni siquiera tenían mucho filo, pero no era problema alguno, si ejercía demasiada fuerza podría hasta romper aquella madera que sostenía las pancartas. Se colocó de pie y entonces dardo tras dardo fue atonando el máximo de puntajes, todos le miraba absortos.

— ¿Y bien? —Bright miró al vendedor— ¿Y mi regalo?

— ¡Bravo! ¡Ese es mi chico! —Win sonrió y comenzó a dar pequeños brinquitos al aire mientras emocionado recibía el premio en sus manos.

Y es que el motivo por el que se encontraban en aquel puesto de juegos se debía a que el menor había visto un gran peluche de kumamon. Win decidió que lo quería pero casi se echa a llorar cuando no había podido conseguir ni siquiera veinte puntos y solo le regalaron unos feos stickers. Entonces ahí estaban, con su objetivo completado.

— ¿Sabes? —dijo mientras sostenía a Kumamon mirando hacia ningún punto fijo— Me da mucha felicidad verte así.

— ¿Así?

— Sí, como un chico de tu edad —rió— Mírate, en este momento no pareces un jefe terrible que pedirá papeleo tras papeleo, en este momento luces como un chico a sus veintisiete.

Bright se echó a reír, eso era verdad. ¿Cuántos años habían pasado ya? Ni siquiera lo sabía y tampoco le importaba saberlo. Él era joven pero era joven desde hace mucho tiempo.

— MetaWin, ¿Te gusto?

Aquella pregunta hizo que el nombrado detuviera el paso y le mirara con duda. Suspiró como pensando qué decir o qué no decir pero no había respuesta alguna. Aquella fría y nublaba tarde hacía el ambiente más gélido. El de piel pálida solo le sonrió para mirar hacia el suelo y al final decir:

— Sí.

— ¿Y si la persona que estás viendo en este momento no fuera yo? ¿Qué pasa si yo no fuese un hombre de veintisiete? ¿Te seguiría gustando?

Win sonrió un poco y caminó hacia una pequeña banca de cerca para sentarse y mirar el paisaje que los acompañaba. Le comenzaban a doler los pies, ya habían caminado demasiado, desde lugares de videojuegos, parques de diversiones, ríos, todo tipo de cosas que lo hicieron agotarse. Bright le siguió el paso para ir donde él, seguía esperando una respuesa.

— Estoy cansado.

— ¿El día fue demasiado pesado?

— Sí —suspiró— ¿Qué hay de ti?

— Estoy bien.

Lo pensó. ¿Qué pasaba si Bright Vachirawit no fuese Bright Vachirawit? No lo sabía a ciencia exacta y no quería descubrirlo. No dijo nada más y guardó silencio. ¿Qué tipo de día sería mañana? Cada día era más incierto, las dudas carcomían la cabeza de Win, quien pensaba se estaba volviendo loco. Jugó un poco con sus manos hasta que estas se pusieron heladas y tuvo que meterlas en los bolsillos de su chaqueta, sonrió al encontrar unos caramelos sabor cereza que tanto le gustaban. Aún le quedaban cuatro.

Team A ; BrightwinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora