El partido de Quidditch, buscadora sustituta.

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ELENA

Estoy alucinando hipogrifos. Lily se ha acercado a mi y sin rodeos, me ha preguntado si quería ser la sustituta de James en el partido.

Yo, aún sin créeme la suerte que tenía ya que era suplente de cazadora, acepté anonadada.

Como buena Merodeadora, tenía que hacer una entrada triunfal. Así que, en el desayuno, me levanté, me puse encima de la mesa y chillé:

-¡DAD LA BIENVENIDA A LA BUSCADORA SUSTITUTA DE GRYFFINDOR! ¡CHÚPATE ESA, SNAPE!

Y volví a sentarme, con una mirada de odio de Snape y una sonrisa divertida por parte de mis amigas y los Merodeadores, que desde hace poco, se sientan con nosotras. Yo no me opongo, aunque a Lily no le hace ilusión.
(o al menos eso quiere hacernos creer)

-Dejándo el espectáculo a un lado, lo sé, soy maravillosa.

-¡Oh no! -exclamó Marls-. Black, ¡¿Qué demonios has hecho a mi amiga y por qué tiene tu mismo nivel de ego!?

Reímos y bromeamos un rato. Realmente me caen bien. Estoy bastante nerviosa. Si no consigo dar la talla en el partido de mañana, estaré muerta. Y no lo digo porque mis compañeros me maten.
(que sin duda lo harían)
Sino porque entonces yo misma me meteré en el bosque prohibido a sufrir una muerte lenta y dolorosa.

En fin, ahora vamos a Encantamientos.
Una pena, me gusta, pero prefiero estudios muggles para planear Jily. ¡Y aún tengo que empezar Wolfstar! Solo de pensar en que tengo dos cursos para juntarlos me mata.

Un rato más tarde salimos de encantamientos, y como es nuestro rato libre vamos las tres a la habitación a por cosas para jugar o leer cerca del lago negro. Aunque a veces vienen los Merodeadores y me llaman para hacer alguna broma a los Slytherin. En fin, una hora de descanso normal.

Al llegar allí, conjuro una toalla y nos sentamos allí. McKinnon se aburre, ella no tiene nada que hacer; yo tengo que acabar la redacción de Transformaciones y Lily trajo un libro.

Nota aparte: A Marlene le favorece el sol en el rostro. Se ve muy bien.

¡CONCENTRACIÓN! A ver, cuando se transforma, es importante realizar movimientos firmes y decididos con la varit... ah, voy a quedarme dormida.

-Elenaa. -susurró Marlene- EeEEeeLeNAaAa.

-EsTe... dime. -dije yo, consciente de que solo quería distraerme.

-Hola lindura.

-Hola, Marls. -saludé sonriendo pero sin apartar la vista del libro.

De repente, noté pequeñas bolitas de papel, que se quedan atascadas en mi pelo.

Mediante un conjuro no verbal, que aprendí cuando se metían conmigo en Fracia, el pelo de Marlene, que es de color castaño muy claro, se convirtió en un amarillo chillón y empiezó a enredarse para horror de la dueña.

-¡¿Qué le has hecho a mi pelo?! ¡Duele!

-¿Yo? ¿Acaso ves que haya dicho nada? Ni siquiera me he movido.

-No cuela, se que has hecho algo a mi pelo. ¡Haz que pare!

Su pelo estaba empezando a crecer a gran escala, tanto que dentro de un cuarto de hora podría hacerse pasar por Rapunzel.

-Solo si me prometes que me ayudaras en la tarea.

-¡Sí, vale, lo que tú digas! Ahora, ¡quítame esto de encima!

¿Merodear? ¡Me apunto!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora