Otro atisbo de amor entre muchos problemas

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JAMES

-Uy. Perdón. -dije sonriendo, sin sentir absolutamente nada más que felicidad.

Ayudé a Elena a levantarse del suelo, y me fijé que se había puesto pálida y seguía mirando a Quejicus, con sorpresa en los ojos.

-Bueno, Quejicus, nosotros nos vamos... -dijo ella, arrastrándome junto con Sirius hasta un pasillo desierto.

-Decidme que vosotros también lo habéis olido.

-A ver, a ver, a ver, ¿qué pasó? -preguntó Canuto.

-¿Os olía a quemado cuando estábamos con Snivellus?

-¿A qué viene esa pregunta, Sparrow? -dije.

-Contestad, es por si me he vuelto loca. ¿Os olía o no?

Miré a Canuto y supe que pensábamos lo mismo.

-Sí. -contestamos a la vez.

-Mierda. Mierda, mierda, mierda, esto es malo porque entonces eso significa que estuvieron allí haciendo quién coño sabe qué... y ellos son... y entonces... y qué le diré a Lily... -empezó a desvariar mi amiga.

-Espera. ¿Lily? ¿Qué tiene que saber Lily?

-Chicos... ¿y si os digo que creo que acaban de reclutar personas para lo-que-vosotros-sabéis-qué y lo han hecho cerca de los límites del bosque prohibido, donde casualmente había una hoguera que aún olía a quemado y ahora casualmente Snape y sus compis huelen a quemado?

Reclutar personas. Mortífagos. Lily. Snivellus.

¡HIJO DE SU JODIDA MADRE!

-Te diría que Snivellus se queda sin dientes.

-Lo que me imaginaba. ¿¡Por qué todo se tiene que complicar ahora!?

-Espera. Hay algo más, ¿verdad? -preguntó Sirius.

-Ví algo... algo en adivinación...

-Pero tú siempre has visto cosas en adivinación, es lo que se te da mejor después de encantamientos. -dije.

-Pero era malo. Vi... la espalda de un encapuchado. Junto a un letrero de una casa. Entró y pude escuchar los gritos de un hombre. Decía algo como: "¡Ya viene! ¡Coge al niño y vete! ¡Yo lo entretendré!"
Luego... desde la ventana de la casa vi un enorme chorro de luz verde. El hombre... había muerto...

Sirius abrazó a Sparrow. Mi amiga estaba empezando a sollozar.

-Sigue, por favor.

A este paso ya estábamos sentados en el suelo del pasillo del segundo piso. Se podían escuchar las campanadas del inmenso reloj que teníamos un piso por encima y los ruidos del Gran Comedor, la gente charlando y el tintineo de los cubiertos, que juntos formaban un escándalo.

-Los muertos eran... una pareja. Tenían un niño. El encapuchado intentó...matarlo al acabar con la madre, pero acto seguido la casa explotó y... pude ver una cicatriz inmensa en la frente del bebé. Tendría apenas un año. Y me da mala espina porque el crío se me hace familiar, pero no sé dónde lo he visto... ¡Joder! -terminó con lágrimas en los ojos.

El relato era confuso, como poco. Una pareja, muerta por un encapuchado genocida. Los había matado a los dos. Pero al niño no. ¿Cómo? ¿Por qué no pudo matarlo?

-¿Crees que era el futuro? -pregunté.

-Suele pasar que en adivinación ves cosas que van a pasar, no que han pasado, Jamie. -explicó Canuto.

¿Merodear? ¡Me apunto!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora