Las batallas las sufrimos todos

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-¡No pueden hacer eso! -la joven sonaba muy disconforme con la situación.

-¿Ara? ¿No podemos? ¿Estás segura? -otra joven respondió, sonriendo macabramente y dando saltitos divertidos, sus rizos castaños casi negros rebotando junto a ella.

-Bella, compórtate. -pidió el rubio.

-Le quitas toda la gracia, primo. -ella frunció el ceño.

-¡No pueden! ¡Simplemente no pueden, él dio órdenes de no atacar-

-¡No atacar al director, lo sabemos, nadie puede contra ese viejo!

-Pero nunca habló sobre los alumnos. -completaron los Carrow.

-¡Hay sangrepuras! ¡Otros que comparten nuestros ideales! ¡No podemos atacarlos! -trató de disuadirlos.

-Evitaremos a esos, imbécil. -Malfoy chasqueó la lengua.

-¡Pero estoy segura de que ya sospechan! ¡Ya nos arriesgamos mucho haciendo las inauguraciones y las marcas por los alrededores, y la mestiza nos descubrió! ¡El plan era una mierda porque no sabéis apagar una puta hoguera sin dejar huellas!

-¡CIERRA LA BOCA, ZORRA! -estalló la de rizos.

Alzó su varita y apuntó al cuello de Hanna Louson, ésta sudando frío, las manos temblándole entre las ataduras.

-¡Bella! -chilló una rubia atemorizada.

-¡De Bella nada, Cissy! ¡La hemos perseguido desde que salió de la enfermería sólo para esto! ¡Para que nos insulte! -miró hacia ella, los ojos brillando en ira-. ¡Si insultas nuestro plan, insultas al pensador! ¡¿Cómo te atreves a insultar al Inombrable?!

-¡Yo nunca mencioné a Vold-

-¡CIERRA LA BOCA! ¡NO MERECES PRONUNCIAR SU NOMBRE, ESCORIA! -apretó su agarre a la varita, la mirada de la contraria encogiéndose por el temor.

La puerta se abrió de pronto, poniendo a los cinco en su interior en guardia.

-Bellatrix, ya basta.

-¿Severus?

-Estáis haciendo demasiado ruido. Si alguien viene no hay manera de excusarse. Y la mestiza ya ha incumplido varias normas y atacado por su cuenta, por lo tanto la tienen vigilada. Hagamos como si nada haya pasado. La interrogaremos en la próxima reunión. -dijo sin separar su mirada de la chica atada a una silla.

-Pero-

-Hazle caso, Bellatrix. -interrumpió Lucius.

-Bella, por favor... -rogó Narcissa.

-¡De acuerdo! -ella resopló y bajó su varita.

De un movimiento con la misma, las ataduras de la chica se rompieron y se desvanecieron, ella se levantó y comenzó a acariciarse las muñecas.

-Delante de mí, las manos donde pueda verlas, demonio. -murmuró la mortífaga de rizos apretando los dientes.

-Está bien, está bien. -la actitud altanera de Hanna volvía a estar presente.

Avanzaron lo más rápido que pudieron, saliendo del escondite tras una gárgola cerca de los dormitorios de la casa de color esmeralda.

Accedieron al Gran Comedor, tratando de no llamar mucho la atención.

-No dejan de mirarme. -pensó Hanna devolviendo la mirada al grupo de Gryffindors-. Malditos imbéciles.

Se sentó donde Bellatrix le señaló, quedando en frente de ella, flaqueada a los lados por los Carrow.

¿Merodear? ¡Me apunto!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora