Las pruebas de Quidditch, ahora soy un Ángel.

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LILY

Estos últimos dos días Elena y Marlene están siendo demasiado... no sé, ¿cómo decirlo? ¿Obedientes?

Primero, llegaron volando a la una de la madrugada a la habitación, entrando por la ventana. Y luego, me tratan como... no sé, como si a la mínima pudiera ir y les gritase "¡YA NO QUIERO TENER NADA QUE VER CON VOSOTRAS!"

A lo mejor tiene que ver con James...

Quiero decir, cuando pasa algo raro, Potter siempre está por en medio; pero ahora, mis amigas no se llevan tanto con Potter y los Merodeadores, ¿no?

Bueno, sé que Elena se lleva de maravilla con ellos, y hacen bromas a los Slytherin juntos... ¿pero Marlene?

Merlín, tengo que preguntarles.

Se acercan las pruebas de Quidditch y Elena está cada vez más emocionada. Desde que llegó tiene claro que quiere entrar en el equipo. Me parece lógico, pues querrá probar algo nuevo, porque en Beuxbatons no la dejaban ni competir, ni jugar.

Oh mierda, me olvidé de revolver el caldero.

Estamos en pociones y nos estamos jugando la suerte líquida. El problema es que nos han puesto por grupos, aunque yo no me quejo, me da pena Elena.

Los grupos son:
-Remus y yo
-Marlene y Sirius (miedo me da)
-Elena y Jame-POTTER, quiero decir, Potter.
Y Peter, con algún Slytherin.

No sé qué me pasa, que llamo a Potter por su nombre. Gracias a Dios que no me escucha.

—Pero nosotros sí. —susurraron Remus y Elena detrás de mí.

—¿Puedes murmurar más bajo? —preguntó Elena, claramente disfrutando con mi confusión interna.

—S-sí, claro. —llegué a pronunciar, notando como calor subiendo a mis mejillas.

—¿Estás bien, Evans?

Merlín, el que faltaba.

—Sí Potter, tranquilo, no soy una damisela en apuros, sé cuidarme yo solita. —dije bruscamente, deseando que no notase el rubor en mis mejillas.

—Claro, y ahora, ¿ese... sonrojo... es por mí o...?

—Déjame en paz, Potter.

—Sí, es por mí. —concluyó con una sonrisa egocéntrica.

Supuestamente, odio esa sonrisa. Porque no sé si Marlene o alguien me ha echado una poción de la contrariedad en el desayuno o qué diablos.

Porque me encanta esa sonrisa.

Agito la cabeza, y vuelvo a centrarme en la poción. Creo que me está saliendo mal.

Si James no me hubiese distraído...

¡NO JAMES, POTTER!

Bueno, para terminar esta extraña clase de pociones, fue Elena la que se llevó la suerte líquida.

Al salir, se acercó a Marlene y a mí.

—Tened, os regalo la suerte líquida. Yo no tenía ningún plan para ella, así que os la podéis quedar.

Todos los que nos rodeaban en el pasillo se quedaron atónitos y susurraban que "la nueva había ganado la suerte líquida y la había regalado."

Elena se la tendió a Marlene, ignorando el entorno.

—Usadla con cuidado, sobretodo tu, Marls. —avisó con un guiño.

—¡Lena! ¿Pero cómo puedes dudar eso? —preguntó Marlene "ofendida". Su rostro era un poema.

¿Merodear? ¡Me apunto!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora