01 » Hola serpientes

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Bienvenidas a la secuela de los Schwarz.

Oscuridad

Eran las cuatro y media de la tarde, hora del Este, del veinticinco de diciembre, hacia mucho calor y mi pequeño cuervo, sobre mi hombro desnudo clavaba sin darse cuenta sus afiladas garras negras mientras miraba con desconfianza a las tres figuras masculinas frente a mi quienes andaban con camisas de manga corta y cuello abierto, mostrando sus espléndidos y relucientes tatuajes en toda su pálida piel.

Al parecer hacían las compras también, puedo ver el líder de los Schwarz unas cosas que sostenía de la tienda, más que nada alcohol etílico y productos de limpieza, me miraba con adoración y nostalgia mientras dudaba entre sí abrazarme o no.

A su lado, el violento insoportable sostenía sales, de distintas marcas y tamaños, y me miraba con sorpresa y admiración, sin dejar ningún detalle de mi condición física sin examinar.

El último, uno de mis favoritos, el otro gemelo sosegado que sólo tenía cajas de cigarros en sus manos, y me miraba como si ya hubiera sabido que vendría.

-Hola serpientes.

Derek suelta un gran suspiro mientras que se la empaña para sostener las cosas en sus manos y correr a abrazarme con fuerza, sonrío viendo como me rodea y yo hundo mi rostro en su pecho.

El cuervo negro grazna enojado por tener que soltarme y amenaza con picarlo sin embargo, huela hacia las golosinas de mi derecha y se queda allí parado observándonos.

Sonrío entre el abrazo y al separarme, casi no me dan tiempo que Edwin me abraza también. Floto su espalda con cariño y aún los ojos cerrados, sin embargo, cuando los abro gracias a que me había soltado, mi vista cae en Becker quien se había mantenido mirándome, estupefacto.

-¿No quieres una foto mejor? -Moví mis manos en el aire, bromeando. Él reacciona por fin y suelta una bocanada de aire y me rodea con sus brazos.

Al abrazarme, sonrío mostrando la dentadura y mi cuervo vuelve a graznar, alerta.

Me separo de Becker con una sonrisa divertida.

-Creímos que tardarías más en llegar. -Admite Derek, mirando con horror a mi cuervo.

-Conduje toda la noche, espero que lo que haya sucedido valga la pena.

-La vale. Créeme. -Becker hace una mueca. -¿Dónde está el niñato?

-En el auto. Me está esperando.

-¿Cómo has estado?

Me giro sobre mis talones y comienzo a servirme los caramelos favoritos de Tyler; menta y chocolate.

-Fueron unos años... divertidos. -Me encogí de hombros. -Estábamos en Queensland. Fue una maravilla.

-Queensland... -Repite Edwin pensativo. -Ciudad de brujos.

-Exacto. -Acepte.

Comenzamos a caminar para pagar todo, los Schwarz pagan antes que yo mientras que me pierdo en mis pensamientos sobre qué debe comer un cuervo. Bueno, debería comprarle carne, ¿o no? Joshua jamás me aclaro todas estas dudas.

Al ser mi turno, le sonrío con gentileza a la señora mientras extiendo el billete, ella me da el vuelto y todos salimos de la tienda. Mi cuervo no tardo en volver a posicionarse sobre mi hombro.

-¿Ahora tienes un guardaespaldas? -Lo apunto Becker llevando un cigarro a su boca y dándole la sal a Edwin para con las dos manos prenderse el cigarro, una con el encendedor y otra protegiendo el fuego del viento.

Maldad Alemana [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora