35 - Terapia En Auto.

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Muller se había quedado a dormir. No tuvimos sexo como creíamos, de hecho cuando estábamos acostados a ambos se nos apeteció estar abrazados con las luces apagadas solo escuchando mutuas respiraciones. Mi cabeza estaba sobre su pecho y escucha perfectamente su respiración, cosa que hizo que me durmiera en sus brazos.

Al despertar no estaba, creí que se habría ido a cualquier lugar pero para mí sorpresa había preparado el desayuno.

Luego, cuando Azazel llegó para irnos, puso una cara de horror épica.

Por unos segundos, pude ver la ira acumulada en su mirada. La impotencia filtrándose en sus gloriosos ojos y las ganas de asesinarlo invadirle. Pero tras poner mi mejor sonrisita y suplicarle con la mirada, él evitó hacer una locura y cedió a que nos acompañaba.

Pero, el trayecto en el auto resultó ser más incómodo de lo que podría algún día imaginarme.

—Bueno... —Decido romper el incómodo silencio. —Extrañaba verlo así que me gustará hacerme la ecografía de nuevo.

—Será emocionante verlo por primera vez. —Muller responde, con la mirada perdida en la ventanilla.

—Y por última ¿No? —Azazel pregunta, inocentemente.

Muller le sonríe a boca cerrada.

—Quizá me guste venir más seguido, Azazel.

—No entiendo porqué. Se supone que nosotros dos somos los padres.

—Cuando me case con ella seré su padrastro. —Parece ligeramente divertido.

Veo de reojo como Azazel presiona con fuerza el volante, tensando sus músculos.

Buen momento para intervenir, Arzaylea.

—Bueno, he estado pensando en mudarme. —Comenté. —Hay una casa en venta en Deeplake. Es bonita.

—¿Por qué? —Pregunta Azazel.

—No viviré con mi madre toda la vida.

—Creí que ibas a tener a Azazel en mi casa.

—Sí. —Muller murmura detrás —Me imagino al niño creciendo entre demonios controlados y cuerpos de víctimas muertas de tu inhumanidad. Muy sano todo.

—Por si no lo sabes ese niño ha cambiado totalmente mi comportamiento.

—Soy lector de mentes, Azazel. Sé que el niño no te interesa, pero finges para acercarte a ella.

Mi vientre se encogió al escucharlo. Entierro mis puñas en un puño mientras lo hundo en el asiento, adolorida.

—Estas haciendo alterar a Shamsiel, cierra tu maldita boca.

Azazel estira la mano para tocar mi vientre y calmar mi dolor, pero aparto su mano molesta y miro por la ventanilla.

Incluso Tyler se comporta mejor.

Guarde silencio, fastidiada. No supe que me molestaba más, pero el conjunto de hormonas alteradas me hacía enojarme con ambos.

—Arzaylea, cariño... —Estira la mano Muller para tocarme. —¿Estas bien?

—Se comportan como niños. —Mascullo rencorosa. —Pongan voluntad.

Azazel y Muller comparten una mirada de odio infertal pero ninguno dice nada.

—Sé que puede ser difícil, pero intentemos hacer esto sano. No será sano para el bebé si estamos odiandonos todo el tiempo.

—Asesinó a mis hermanos.

Maldad Alemana [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora