34 - ¿Que más da?

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Cuando el funeral terminó todos se acercaron a la familia Schwarz para despedirte y los pueblerinos que aún les tenía miedo —la mayoría —, se fueron sin al menos despedirse.

Aunque la familia Schwarz y yo estábamos distanciados no era ningún motivo para que no me acercara.

Caminé lentamente en su dirección, con una sonrisa forzada mirando la inerte familia reunida.

Muller y Tyler estaban a mi lado, sujetando cada uno de mi mano para darme fuerzas. Y casualmente eso me tranquilizaba muchísimo más de lo que podría aceptar.

—Hola, Beck. —Me acerco primero a él.

Él embosca una media sonrisa.

—Hola, Arzaylea. Hola, enano. ¿Estas de vuelta de Deeplake?

—Sí, señor Schwarz.

—Que asco. "Señor Schwarz". Te vas con tu padre un mes y ya eres un anticuado de nuevo.

—Respetuoso diría yo.

—Tienes nueve años, niño. Disfruta tu infancia inmadura e irrespetuosa.

Tyler no contesta, cosa que hizo que Becker levantara la cabeza hacia mí.

—Me sorprendió que te sentaras como invitado y no como parte de la familia.

—No quería entrometerme.

—Arzaylea, eres nuestra familia. Tú y el anticuado.

—¡Oye! —Se queja en un susurro mi anticuado.

Becker le sonríe y extiende mis brazos hacia mí. Me dejó abrazar sin soltar a Tyler. Me abraza fuertemente y luego estira su mano para hacer un abrazo de tres. Tyler nos envuelve con sus pequeñas manos.

Al separarnos él me guiña el ojo y yo me deslizó para ver a Eckert y Kruse.

—Hola. —Susurré. —Me alegro verlos.

—Hola hija. —Eckert me acaricia la mejilla. Tiene ojos rojos de tanto llorar. —Me alegro que hayas venido.

—Todos te hemos echado de menos. —Afirmó Kruse.

—Estoy de vuelta. Si necesitan ayuda no duden en contactarme.

—Lo tendremos en cuenta. Pero va para ti también. Pídenos si necesitas algo.

Le sonreí con un asintimiento y me deslice hasta quedarme con Kerstin. Me puse de cuchillas para verla.

—¿Cómo estás?

—Perdí dos hermanos y su asesino preparó el funeral, tampoco puedo estar tan bien.

—Estamos por ti, si necesitas algo puedes llamarnos.

—Lo sé. —Mira aburridamente a Tyler. —¿Y tú qué? ¿No has aprendido lo suficiente y ya has vuelto a tierras oscuras?

—Creo que le temes a un pueblo sin miedo. —Él le respondió de la misma forma.

—Cariño, somos las serpientes alemanas, no le tememos a nada. —Puso sus ojos en blanco, irritada.—Solo digo..., que no debiste volver.

—¿Por qué? ¿Te preocupas por mí ahora?

Presioné mis labios mirándolos con los ojos bien abiertos. ¿Acaso...? Oh Dios.

—Por supuesto que no. Un brujo asqueroso que dañó emocionalmente a mi ex mundana y ahora demonio favorita.

—Cierto que eres su amiga. ¿Se conocieron cuando quiso enseñarte a contar? ¿Lo has aprendido o todavía te cuesta?

Kerstin se pone roja de la impotencia.

Maldad Alemana [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora