22 - Descansen, Schwarz.

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Abro mi boca de par en par, mirando el corazón de Kool entre sus manos y luego miro a Kool. Me cuesta reaccionar, estoy entrando en una especie de shock inquebrantable, me encierro en los propios muros de mis pensamientos dejándome en una especie de lejanía inexpugnable.

Soy consiente que tengo un gran ardor en mi vientre, casi puedo sentir como si me estuvieran despedazando, lentamente. Pero, no obstante, no puedo gritar, hablar o moverme. Estoy en silencio mirando el órgano en sus manos.

Ha muerto...

FLASHBLACK

—Ha sido un placer, chica bourbon. —Kool acepta con la cabeza lentamente para luego girarse y caminar hacia su auto sin embargo lo detengo al hablar.

—¿Puedo hacerte una pregunta, Kool?

Él se tensa a oír su nombre. Tarda unos segundos en girarse con el ceño fruncido.

—Dime

—¿Qué significa tu tatuaje? Untote.

Él sonríe a medias.

—Muerto viviente.

FIN FLASHBLACK

Parpadeo, jamás creí que podia estar pasando esto. Siempre...Siempre creí que nuestra maldita inmortalidad nos unirá, no que Kooll y Derek estuvieran... Muertos.

A sido mi jodida culpa. ¡De nuevo! ¡Me ha dado la oportunidad de rendirme y no lo he hecho! ¡Que estúpida! ¡Que estúpida!

—Parece que tu mordida también es única y especial, cielo. —Azazel habla, mientras mira el corazón en sus manos con la cabeza inclinada.

No puedo responder. Quiero decir algo, pero no puedo. Ni siquiera puedo moverme ante el dolor incontrolable bajo mi piel, estoy aturdida.

—Que valiosa eres. —Aseguró, hablando solo. Sonríe, mostrando su derecha y brillosa sonrisa. —Hice bien en no matarte, cielo. Pero tú hiciste mal al no detenerte.

Deja caer el corazón al suelo. Como si fuese... Nada.

—Arzaylea. —Muller susurra, lentamente como si Azazel fuese un depredador apunto de atacar por un simple movimiento. —Ponte de pie.

No puedo. No siento mis manos y mis piernas, de hecho, casi no siento la mitad de mi cuerpo.

—¿Qué pasa, Muller? —Azazel gira a verle. —¿Me tienes miedo?

—Arzaylea. —Repite con fuerza.

—¿Sabes qué...? —Pregunta con una enorme sonrisa. —Tuve que haberte matado a ti. Después de todo, eres quien más me molesta su maldita presencia.

—Déjame sacarla de aquí y puedes hacer lo que desees conmigo.

—¿Por qué lo haría? ¿La has visto? Es muy valiosa.

—Arzaylea. —Muller tensa la mandíbula.

—Ven, Arzaylea. Ven a mi. —Azazel hace un desdén, estirando su mano en mi dirección para que la cogiera. —Ven conmigo y perdonaré tu vida. Y quizá, la de tus amiguitos.

Maldad Alemana [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora