"¿Interrumpo tu polvo?" |Capítulo 5|

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Capítulo 5

               Cada quién se fue a su casa, mi Mamá decidió quedarse hablando con la mamá de Sebas. En fin, nunca pude leer el mensaje de Logan porque Lucy me quitó el teléfono y se veía muy entretenida en él, ¿se supone que debía preocuparme?

        Janel: hey, que harás mañana?

        Mario: Nada

        Janel: Te animas a ir conmigo a la fiesta de Max?

       Mario: Tal vez y vaya, jaja

       Janel: Bueno, hoy estuviste de maravilla ;)

Luego de leerle bloqueé la pantalla y me acosté en la cama, miraba al techo pensando qué carajos le escribió Logan a Lucy pero ya fue, debo olvidarme de eso.  Suspiré una y otra vez tratando de dormir pero no podía, todo lo que había pasado hoy y la actitud rara de Lucía conmigo era muy, no sé, ¿rara? Debo aprenderme palabras nuevas, el caso es que ella no es así. Mi celular sonó y lo tomé, rápidamente me fijé en la hora antes de ver de quién venía la llamada, eran las 3:23am, llevé mi móvil hasta mi oído para responder.

— ¿Aló? —Fue lo que alcancé a decir

— ¿Mario?

— Mierda Lucy, ¡¿qué haces despierta?! —Exclamé sin tratar de hacer ruido.

— Ando con unos amigos pero ya me estoy aburriendo de estar acá —Dijo  sin mucha importancia. — ¿Tú qué haces?

— Estoy ocupado, ¿qué quiere? —Sabía muy bien que no estaba haciendo una mierda pero quería sonar interesante.  Le escuché reír, conocía esa risa y estaba borracha.

— ¿Interrumpo tu polvo? —Dijo entre risa y rodé los ojos.

— Jódase. —Rodé los ojos y colgué.

Ni sabía desde qué momento comenzamos a tratarnos tan mal, se suponía que me daba igual, como todo lo que se me presenta, pero no, me importaba mucho para estar así con ella. Suspiré pesadamente haciendo que sonara en toda la recámara, finalmente cerré mis ojos para ahora dormir.

Me fue difícil levantarme, pero no tenía qué. Luego de bañarme y alistarme me fui a la cocina y ahí estaba mi Mamá con un café en la mano, me acerqué a ella dando un beso en su mejilla y tomé una manzana de la nevera. Me recosté al comedor dándole una mordida a mi manzana

— ¿Cómo amaneció? Ayer llegué y me despertó con una voz toda regañona que lo que daba era miedo. —Comentó y reí levemente.

— Ay Mamá, si andaba hablando con Lucía, no hay qué hacer con ella, discúlpeme esa ¿si? —Dije casi en un susurro y ella rió.

— Ay mijo, es que usted no sale de una bendita pelea con ella, usted es el propio martirio. —Se quejó y fruncí el ceño molesto

— ¿Ahora soy yo mamá? No faltaba otra vaina más, pues

— Cambiemos de tema mejor, acuérdese que nos vamos a México con tu familia dentro de poco... —Murmuró y tomó de su taza de café

— A la mierda, ¿no era para el otro mes? —Se me escapó, me tapé la boca, mamá es cristiana y odiaba que dijera groserías

— ¡Mario Andrés deje lo guache, yo no le enseñé esos valores, ashh! —Gritó para luego darme con un sartén por la cabeza, respondí riendo. — Mejor arranque mijo que se le hace tarde —Dijo dándome una palmada en el trasero para que saliera y así fue, pero no sin antes tomar las llaves de la camioneta y mi bolso.

Al estar afuera me acerqué a la camioneta y me monté, encendí el motor y salí de allí, coloqué algo de música y comencé a tararearla aunque mi voz fuese una porquería. 

"Everybody wanna steal my girl
  Everybody wanna take her heart away
  Couple billion in the whole wide world

Find another one cause she belongs to me"

Pasé por el edificio de Sebastián que me esperaba en el frente como todos los lunes a viernes, estacioné y se montó a mi lado. Luego de 15 minutos de hablar cualquier cosa que se nos venga a la mente por fin hablamos de algo importante

— Parce, ¿y para cuando nos vamos nosotros a México? Ya sabe, lo de Sprite y todo eso. —Pregunté y relamí mis labios.

— Enero, el 15 más o menos, todavía estamos cuadrando las fechas. —Escuché y asentí.

— Por lo menos ya compramos el apartamento, Bully me dijo que habían unas niñas que Ufss, mamacita. —Lamí mis labios y reí, Sebastián rió conmigo pero su risa se esfumó en segundos.

— Es que usted definitivamente por nada del mundo se pone serio, así le guste quién le guste sigue siendo la misma sarna. —Dijo rodando los ojos y reí más ordinario.

— Mientras ella no me pare bolas. —Alcé mis hombros sin darle importancia al asunto.

— Y es que si usted sigue así, olvídese de que le va a parar algún día. —Comentó y suspiré.

— Si quiere que lo siga buscando en las mañanas cállese —Murmuré secó y esta vez rió él.

— Le duele que le diga la verdad, ¿cierto? Hermano, usted no puede pretender gustarle a ella mientras se acuesta con medio mundo por hora, si capta? —Comentó mirándome y fijé mi vista al frente.

— Ajá

— Se lo digo por su bien Mario, por el de ella también.

— Usted más que nadie sabe que nunca me ha gustado nadie y ni siquiera sé como gustarle, siempre son las mujeres quienes me buscan a mí. —Por fin dices algo coherente, Mario.

— Empiece dejando su zorrería, hermano. —Comentó muy simple y suspiré. Podría tomarlo en cuenta, claro.

— No vayamos tan lejos, no sé si me gusta, estoy confundido. —Dije casi en un susurro. Entré al estacionamiento y estacioné la camioneta en el lugar de siempre. Nos bajamos y fuimos adentro.

— Por los momentos trata de no pelear con ella, ni siquiera se miran, ayer en casa de Sebas me tuve que salir porque son una tortura. —Comentó riendo y yo reí igual.

Entramos al salón, por suerte todos estaban menos el profesor, me acomodé y luego de minutos llegó. No vi rastro de Lucía por ningún lado. Comenzó la clase y como 30 minutos después llegó Lucy, algo despeinada, pero llegó, parecía una momia, pero llegó, insultó al profesor al regañarle, pero llegó, se ganó detención, pero llegó. 

Aprendiendo a quererte | Mario Ruiz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora