Capítulo 2.

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Al salir de la habitación un gran olor a beicon inundó mis fosas nasales, dejé caer mi culo en unos de los tamburtes y observé a Viktor conocinar.

— No me acordaba que dormías más que un puto oso perezoso — Dijo cuando puso un plato de comida justo delante de mi — Tengo que irme, pasa por comisaría al mediodía.

— ¡Señor, si señor! — Hice el gesto de saludar que hacen los militares — Ahí estaré, no te preocupes.

— De acuerdo, ya te he echo la copia de la llave — Besó mi frente y se dirigió a la puerta — Por favor, no hagas ninguna tontería.

— Y tu vigila que no te maten en ese trabajo de mierda.

— Tranquila, soy termination.

— Lo que tu digas — Le lancé un beso.

— Te quiero.

— Y yo, feo.

Viktor finalmente salió del departemento, dejándome sola.

Media hora después.

— A ver Paco, vuelves a darnos con el coche y te juro que te estampó contra el suelo — Lo amenace — ¿Y tu que haces con esa máscara de cerda?.

— La última moda, nena.

Negué estresada y arranqué de nuevo la moto. Paco llevaba a los rehenes dentro del coche y la Paqui y yo íbamos en la moto. Pero en realidad utilizaríamos el coche para la huida.

Los tres íbamos enmascarados, Paco y yo con una bandana que nos tapaba de los ojos para abajo, en cambio la Paqui llevaba una máscara de cerdo.

Al llegar al badulaque, sacamos a los rehenes y les obligamos a entrar.
Personalmente me encargué de dejar más lejos la moto, para que los policías no se confundieran.

La Paqui empezó a hablar con los rehenes como si se conocieran de toda la vida, mientras Paco se encargaba de revisar de vez en cuando a ver si aparecía ya la policía, y yo me encarga de coger el botín.

— Listo — Salí con la bolsa de dinero — Cincuenta de los grandes.

— ¡Ñaaaa!.

Ambos empezaron a gritar como locos, pero tuvieron que calmarse ya que al otro lado de la puerta, se encontraba el superindigente junto a mi hermano.

— Mira, me voy a cagar en todo — Se quejó Paqui — Ya esta aquí el ninja con corbata de los cojones.

— Ya está tocando lo huevos la cerda de mierda esta — Ahora se quejó el hombre con corbata.

— ¡A mi mujer me la respetas! — La defendió Paco.

— Ostia, pero si tenéis nuevo amiguito — Me quedó mirando — Pero si es una chica.

— Holii — Puse voz de niña — ¿Eres mi papi?.

Viktor se giró a verme, y sabía que aunque llevara la cara tapada, él iba a ser capaz de reconocerme.

— Me voy a cagar en todo — Susurró pero todos conseguimos oírlo.

— ¿Qué te pasa?.

— Nada, Nada súper, empecemos con estos anormales.

— De acuerdo — Volvió a fijar su vista en nosotros — ¿Quien va a negociar?.

Suspiros llenos de tí. (Jack Conway) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora