Capítulo 10

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De mi cabeza no salía la imagen de mi hermano llorando en mis brazos, totalmente destrozado, y por primera vez en años, demostrando ese tipo de sentimientos.

— ¿Todo bien? -. La voz de Armando me sacó de mi transe.

— Todo bien -. Le regale una pequeña sonrisa.

— Oye, ayer se te veía muy bien junto a Juanjo -. Si había una cosa que amaba de este hombre, era esa parte cotilla que salía de vez en cuando -. ¿Hay algo entre vosotros dos?.

— No, por ahora solo somos amigos.

Antes de que ninguno de los dos pudiéramos decir nada más, una dulce voz nos interrumpió, el dueño de dicha voz era ese chico con cresta, Horacio.

— Holi -. Pude ver que justo detrás de él, se encontraba su amigo, Gustabo -. ¿Está el Gringo?

— Iré a buscarlo, esperar aquí -. Armando se fue, dejándome sola con esos dos.

Los tres asentimos, en cuanto se fue, esos dos me quedaron mirando y de la nada me cogieron cada uno de un brazo, y me llevaron a un sitio del taller donde no había nadie.

— ¿Sabes quienes somos, verdad?-. Asentí tras la pregunta del rubio.

— Tengo que decirlo -. Horacio interrumpió a su amigo -. Los más guapos de esta ciudad son los hermanos Volkov.

De seguida Gustabo le tapó la boca y se aseguró que nadie lo hubiera escuchado.

— Gracias por el cumplico, Horacio -. Ese chico era demasiado dulce, lo que se perdió Viktor -. ¿Qué hacéis aquí?

— Aquí el crestitas tiene una cita y me ha obligado a acompañarlo hasta aquí -. Gustabo rodó los ojos, mientras Horacio no podía borrar su sonricita -. Encima me tocara irme solo y caminando.

— Yo salgo ahora de trabajar, puedo llevarte si quieres.

— Sería estupendo, odio caminar -. Puso una cara que me hizo sonreír.

— Te juro que estaban aquí, no se donde pueden haber ido -. Al escuchar la voz de Armando, los tres salimos de nuestro "escondite" -. Aquí estáis.

— Her Gringo -. Horacio corrió a abrazar al chico con rastas -. ¿Nos vamos?.

— Claro, nos vemos chicos -. Ambos se despidieron de nosotros.

— Nosotros también nos vamos -. Armando asintió -. Me cambio rápido y nos vamos -. Esta vez me dirigí al chico rubio.

Rápidamente entre en los vestuarios, me cambié y volví a salir.

Junto a Gustabo salimos al parking del taller y ambos subimos a mi moto, el rubio marcó la dirección de su casa y arranqué.

En cosa de diez minutos ya nos encontrábamos delante de su casa,Gustabo se bajó de la moto y me miró durante unos segundos.

— ¿Quieres pasar y tomar algo?.

— Vale -. Accedí. Me bajé de la moto y entramos a su casa -. Es acogedora y bastante bonita.

— Gracias -. Gustabo me guió hasta su salón -. ¿Quieres algo de beber?

— Cualquier cosa, gracias.

Gracias a que su cocina era tipo cocina americana, pude ver que cogió una botella de whisky y dos vasos.

— No me referia a eso, pero está bien -. Ambos reímos -. Oye Gustabo ¿Puedo preguntarte algo?

— Claro, pregúntame lo que quieras -. Sirvió un poco de whisky en los dos vasos y me entregó uno.

— ¿Horacio a superado a mi hermano? -. Pareció que mi pregunta le tomó por sorpresa, ya que se atraganto con el líquido que estaba bebiendo.

Suspiros llenos de tí. (Jack Conway) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora