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PRESENTE

Lunes 20 de Noviembre de 2016

James Buchanan Barnes está aquí y ya no puedo no hablar de él. Ya no puedo negar que James y yo nos parecemos; incluso Stephen bromea al respecto. Su pelo es un poco más oscuro y más largo que él mío, pero igual es castaño oscuro a primera vista. Somos desgarbados, con mala postura, y ambos mirábamos tus ojos azules como lo más hermoso del universo.

Mencionaste haberte obsesionado con la marca de nacimiento en forma de herradura que tiene en la clavícula, parecido a esas veces en que delineabas con los dedos la «pirámide desinflada» que tengo en la cara interna del muslo.

La gran diferencia entre nosotros ahora mismo es que yo estoy aquí en tu funeral, vestido con tu antiguo jersey y unos vaqueros, y él luce un traje que le queda entallado al cuerpo. El traje tiene sentido, aunque no sé para qué lo querría un joven de dieciocho años en California.

Esta es tu historia con Barnes según me la contaste:

lo conociste el año pasado, el 29 de octubre, mientras caminabas por la carretera. Estabas camino a darle clases de apoyo a ese estudiante de preparatoria, mientras que James conducía desde la casa de su madre para pasar el fin de semana con su padre.

La lluvia te tomó por sorpresa, lo cual no me sorprende dado que siempre te negabas a mirar la aplicación del clima; te enorgullecía adaptarte a cualquier condición climática externa. Para tu suerte, James acudió al rescate.

Te había visto antes en su mismo recorrido y creía que parecías amigable. Le intrigaba cómo era posible que existieras en California sin un automóvil, una bicicleta o «una alfombra voladora».

Pensaste que la parte de la alfombra era graciosa. A mí no me pareció nada original. Es posible que esté programado para ser un idiota con cualquiera que muestre interés en ti. Pero no dejemos de lado que la broma de James apestó porque Lo dejaré ir. Seguiré adelante.

Barnes detuvo el automóvil y te ofreció viajar con él. Era un extraño, pero debido a todo lo que me contaste acerca del clima extremadamente perfecto de California, suena a que la lluvia es la primera ola del apocalipsis de los piratas zombis, así que supongo que no puedo culparte. Solo apesta que estuvieras buscando un nuevo compañero que te ayude en el que se suponía que era nuestro universo alternativo.

En el automóvil, James y tú comenzaron a llevarse bien mientras conversaban acerca de películas y juegos de rol. Y el resto es, desgraciadamente, historia.

Primero: la llamada del 7 de noviembre en la que hablamos en detalle acerca de este nuevo sujeto en tu vida. Había esperado que tu tiempo con James fuera breve, pero se prolongó hasta tal punto que ya no podía negar que nuestro final estaba anunciado. Quería saber exactamente cómo lucía él, cuál era su historia, cómo eran sus citas, qué tenía él que te deslumbraba.

James bloquea la puerta. Tu padre está intentando reingresar a la capilla. Sin duda ha estado fumando mucho, y el olor me da nauseas al instante y me recuerda a todas esas veces en que nos llevó en su vehículo que apestaba a cigarro y ambientador hasta que por fin abandonó el vicio. (Hasta ahora).

Tu padre no le presta demasiada atención a James; solo coloca una mano sobre el hombro del chico y, si bien es desagradable admitirlo, su actitud me hace sentir bien. James voló hasta aquí, pero no recibe demasiada atención del hombre que te enseñó a amarrarte las agujetas y andar en bicicleta.

Mi padre se acerca al tuyo. Mi madre permanece cerca de mí. Stephen aparece de nuevo a mi lado. No sé si Stephen está nervioso por cómo se desarrollarán las cosas entre Barnes y yo ahora mismo o si está dándome su apoyo, pero no lo necesito en este instante. Necesito hacerlo solo.

𝐡𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐲 𝐢𝐬 𝐚𝐥𝐥 𝐲𝐨𝐮 𝐥𝐞𝐟𝐭 𝐦𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora