Capítulo 28. Amor?

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Al día siguiente luego de desayunar y de esperar que la lluvia se detuviera, Matamoros los lleva a la antigua casa de Altagracia, ella quería mostrarle ciertas cosas a Mónica, el barrio era humilde pero muy tranquilo, algunas antiguas vecinas la reconocieron de inmediato, sólo que no se acercaron ya que los guardias no daban muy buena espina.

Altagracia se encargó de que siempre mantuvieran la casa en buen estado, además de limpiá, nada había cambiado, todo se mantenía en el lugar exacto, la casa era más como un santuario, ya que ella no tenía intenciones de vivir ahí o venderla, sentía que de algún modo aquella niña feliz seguía viva bajo ese techo, cómo sus padres.

Mónica estaba fascinada con todas las fotografías sobre los muebles y paredes, por fin veía el rostro de sus abuelos, se volvió loca al encontrar la guitarra que era de su abuelo, entre brincos le suplicó a su mamá conservarla, ella dudó un poco al principio pero Mónica parecía tan predispuesta a aprender, que terminó diciendo que si.


- Mónica -- se acerca con un álbum -- Te gustaría ver más fotos?

- Hay más? -- sonríe

- Claro que si -- se sienta en el sofá -- A tus abuelos les encantaba tomar un montón de fotos -- se lo enseña

- Awww fotos de bebé -- sonríe Luis -- Supongo que está eres tú -- señala

- No -- ríe -- Esa es Regina


Después de pasar un largo rato en la casa viendo fotografías y vídeos caseros, Mónica preguntó dónde estaban sepultados sus abuelos, Luis se dio cuenta que esto ya era mucho para Altagracia pero ella insistió en ir al cementerio.

Compraron flores en la entrada y luego siguieron a pie hasta dónde estaban las tumbas de sus padres, estaban juntos como siempre lo estuvieron, Luis se encargó de tirar las flores muertas dejándolas solas un momento.


- Hola papá -- sonríe leve -- Siempre creiste que no me iba a servir escucharte hablar de construcciones -- limpia la fotografía -- Ahora soy dueña de una constructora, creó que debo agradecerle a mi curiosidad

- Mami -- se acerca -- Ellos nos escuchan?

- Claro que si mi amor, incluso a veces puedes sentir que te responden -- se sienta en el césped

- Cómo? -- la imita

- Lo sientes en el corazón, es cómo una alegría que se apodera de ti -- besa su mejilla -- Mamá, papá les traje a Mónica, es su primera nieta, tienen otra que se llama Isabela, es hija de Regina

- La toma de agua estaba bien lejos -- comenta Luis -- Pero valdrá la pena porque mis suegros tendrán flores vivas por mucho rato -- sonríe

- Si mi papá estuviera vivo ahora te hubiera golpeado -- coloca las flores

- Yo creó que nos llevaríamos muy bien -- sonríe -- Quieres que te demos unos minutos?

- Si -- asiente -- Pueden salir a buscar algodón de azúcar, por aquí cerca hay un señor que los hace

- En el cementerio? -- la ve

- Por supuesto que no, a unas calles -- les da varios billetes

- Tú quieres uno? -- carga a Mónica

- No, nada más para ustedes, tal vez encuentren helado o lo que quieran -- vuelve la vista a las tumbas -- Enseguida los alcanzó

- Está bien, tómate tu tiempo -- se alejan


Una vez siente que están bien lejos, se deja romper en miles de pedazos, llevaba tanta tristeza dentro que le era imposible respirar, intentó gritar pero tampoco pudo, se dejó caer en medio de ambas tumbas llorando desconsoladamente.

El cuidador estaba por ahí cerca observandola con tristeza, sabía quien era, sentía pena por esa muchacha que en un lapso de minutos lo había perdido todo y hasta el día de hoy no obtenía justicia.


- Me hacen tanta falta -- solloza -- Se que está mal desear haber muerto junto con ustedes pero -- saca un pañuelo -- Cada día me cuesta más seguir aquí, sé que no puedo morir porque Mónica me necesita pero si tan sólo pudieran llevarse esté dolor que me quema por dentro -- aprieta su pecho


Tenía muchas cosas por decir pero el llanto era más fuerte, evitando que las palabras pudieran salir, al tardarse más de lo pensado, Luis se preocupa dejando a Mónica con Matamoros, por suerte recordó cómo llegar.

Al encontrarla ahí tan desecha, su instinto lo impulsa a correr hasta ella, abrazandola a el, odiaba verla así de afectada, pero llorar sana el alma, sabía que Altagracia más al rato estaría bien por Mónica, ahora merecía estos minutos para desahogarse por completo.


- No tengas vergüenza por llorar -- soba su espalda -- Puedes llorar todo lo que quieras, aquí voy a estar para ayudarte a levantarte

- Duele -- susurra agarrándose de su camisa -- Ya no lo soportó

- No digas eso -- hace que la mire -- Ahora estás muy vulnerable, pero tú puedes con todo lo que se te atraviesa Altagracia

- Debí morir esa noche! -- fuerza la voz para que saliera -- Ellos tenían que haber acabado con todo el daño que han hecho!

- Nunca más repitas eso Altagracia -- la toma de las mejillas -- Si sobreviviste, fue para hacer justicia y eso es lo que harás, vas a vivir para ver crecer a la hija maravillosa que tienes, disfrutarás cada uno de tus éxitos y lo más importante -- la ayuda a levantarse -- Vas a ser tan feliz, que no vas a recordar todos estos años malos

- Por qué eres tan bueno conmigo? -- seca sus lágrimas con el pañuelo

- Porque -- suspira -- Te amo -- la encara -- Amo tus rabietas, tu risa, hasta cuándo lloras -- acaricia su mejilla -- Te amo por completo y con cicatrices porque esa eres tú

- Luis... -- murmura

- No digas nada, planeó ir pasó a pasó contigo -- sonríe -- Y si un día me llegas a amar, te prometo ser el mejor compañero de todos

- No Luis -- niega

- Está bien, tienes razón yo no debí.... -- se calla cuándo Altagracia se acerca dándole un beso


Varios segundos tardó su cerebro para entender lo que estaba pasando pero cuándo reaccionó, la atrajo a el correspondiendo al beso, no era uno lujurioso, ahí había ternura por montones y tal vez algo más pero eso sólo lo vamos a descubrir más adelante.

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