Los secretos y las mentiras pueden ser destructivos y Carla tenía eso muy claro cuando decidió colgarse su mochila en el hombro y tomar un avión que la llevaría de vuelta a la Cuidad de México. Necesitaba escapar de Madrid, el lugar donde nacieron s...
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❝A VECES TE CONVENCES DE QUE QUIERES A ALGUIEN, LE IDOLATRAS. PERO HACE ALGO Y EN UN SEGUNDO, TODA ESA IMAGEN SE DESMORONA❞
Las paredes del lugar eran blancas al igual que los pisos y la mayoría de las cosas que estaban ahí, las personas, los uniformes, las camas, todo era blanco y la vestimenta negra de Carla era la única que resaltaba. Se había levantado mucho más temprano de lo normal para ir al hospital a ver a Luis, desde que se enteró que en realidad el chico estaba luchando por su vida y no mejorando cómo le habían dicho, se prometió ir en cuánto pudiera y ahí estaba, pero no sólo se trataba de Luis.
El día anterior por la tarde recibió una llamada de una mujer, era la mamá de Gerry. Le contó a Carla que el moreno había estado yendo al hospital desde hace unos días y que estaba preocupada por él.
—Eres la única que no lo dejó solo. Carla, mi hijo te necesita
Y así quedaron de acuerdo para que la pelinegra hablara con Gerry, la mamá del moreno creía que una charla con Carla sería muy buena para su hijo, la pequeña Herrera no creía que ayudaría mucho, pero aceptó de todas formas.
Ahora iba caminando por el pasillo con sus manos sobre las correas de su mochila, buscando a Gerry. Lo vió un par de metros más adelante dando vueltas y mirando todo a su alrededor, cuándo el moreno vió a Carla, sintió una extraña sensación en el pecho, no sabía con exactitud lo que era, pero se sentía bien.
—En la cuatrocientos veintiséis
Gerry apuntó la dirección en la que estaba la habitación de Luis, creyendo que eso era lo que la pelinegra había ido a hacer, ver al chico.
—¿Por qué estás aquí?— La pequeña Herrera se cruzó de brazos y miró al moreno con eso que el tanto odiaba, lástima. No buscaba el perdón y la compasión de nadie al estar ahí, solo quería que Luis despertara para volver a su vida y para pedirle perdón.
—Creí que estaba súper obvio— Había solo cinco pasos de distancia entre ellos, solo los separaban dos metros, pero para Gerry se sentía como si la pelinegra estuviera cada vez más lejos suyo
