Capítulo 8

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Los días pasaban cada vez más rápido, llevaban un poco más de tres meses compartiendo habitación y el dormir juntos se había hecho una rutina agradable para ambos. Sherlock estaba bastante a gusto con el mayor, incluso solía abrazarlo para dormir mientras John acariciaba su cabello, le relajaba completamente la respiración calmada del rubio, el sonido de los latidos de su corazón. Toda esa calma le hacía sentir un extraño calor en su pecho, lo que hace algunos días atrás había definido como "Felicidad". Sherlock se preguntaba si John sentía felicidad al dormir juntos, al abrazarse y acariciarse, se preguntaba si sentía ese agradable calor en su cuerpo cada vez que se tomaban de la mano bajo las sabanas.

Por lo general John solía dormirse primero, últimamente estaba muy ocupado con sus clases y llegaba bastante cansado por la tarde. En esos momentos, antes de caer dormido, Sherlock aprovechaba la oportunidad de mirar el rostro del mayor totalmente en paz y acariciarlo para ver que reacciones causaba en el cuerpo dormido de su amigo. La última noche sus impulsos lo habían orillado a acercarse más de lo normal al rostro de John, depositando un pequeño beso en la comisura de sus labios, un simple beso de buenas noches. La felicidad se había incrementado por el pecho de Sherlock, hasta que todo su cuerpo sentía las agradables cosquillas ¿La cercanía de John lo hacía producir oxitócina? Era bastante lógico pensar en esa posibilidad. Pero la pregunta era ¿Qué causaba él en John?

Sherlock se encontraba sentado en el pasillo, comiendo dulces con Irene y Molly. Como todos los viernes Irene pasaba por el pasillo, con la diferencia de que ahora se quedaba a hacerle compañía, Sherlock había desarrollado cierta simpatía por la pelinegra, era astuta e inteligente, más de lo que solía demostrar, mantenían debates bastante interesantes en torno a la moral y la ética, lo cual era bastante irónico, dada la reputación de la mayor. Ese día, como tantos otros Irene venía acompañada de Molly, la cual les platicaba lo emocionante que había sido su semana. Irene no le quitaba los ojos de encima, la miraba con fascinación, como si la pequeña castaña estuviera contándole los secretos del universo. Sherlock sonreía en silencio, sabía lo enamorada que estaba la pelinegra, no solo por sus exactas deducciones, si no porque lo había escuchado de su propia boca "Me gusta Molly Hooper, a la mierda lo que piense tu querido Watson".

-En fin, este fin de semana debo volver a casa, mi padre está de cumpleaños.- Finalizó la castaña.

-Voy a extrañarte.- Dijo Irene haciendo una mueca. Sherlock rodó los ojos, era tan obvia.

-¿Ustedes que harán?

-Debo ir a un seminario aburrido al otro lado de la ciudad, así que tampoco estaré en el campus ¿Qué hay de ti, guapo?.- Irene insistía en llamarlo con distintos apodos coquetos, sabía que le desagradaba y eso la divertía.

-El profesor Scott me dejó usar uno de los laboratorios, he estado ayudando a John con farmacología, será más divertido si le muestro como hacer algunas cosas en vez de enseñarle toda esa teoría aburrida.

-¿No descansas de estudiar? Quizá tu y John podrían hacer algo más divertido.- Comentó Molly con cautela, sabía que John estaba muy cansado de estudiar y necesitaba relajarse con alguna actividad recreativa en vez de seguir estudiando el fin de semana.

-El laboratorio es divertido para mi, Molly.

-Si, pero no lo es para John.- Argumentó.- Ademas con tu ayuda ha mejorado muchísimo sus calificaciones, no creo que necesite estudiar tanto.- Debía ser un poco más directa si quería que Sherlock captara el mensaje, a pesar de ser tan brillante era bastante despistado en algunos aspectos.

-Tiene razón, no debe ser divertido verte hacer cosas. Molly dice que no lo dejas tocar nada, quizá tus planes lo aburren.- Comentó Irene llevándose el ultimo malvavisco a la boca.- En fin, ya pronto será tu clase.

Roommates (Johnlock AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora