Soy una cazadora.

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Lo besé de forma suave, y el me respondió intensamente. Apenas duro unos segundos, pero sirvió para hacerme temblar de pies a cabeza. Después de terminar el beso, dio un pequeño besito a la punta de mi nariz y me miró con una sonrisa triste para después agachar la cabeza y mirar al suelo.

De repente pensé que no le había gustado el beso, que besándolo lo había estropeado.

-¿Pasa algo?- dije rompiendo el repentino silencio que se había formado.

-Sí.

-Lo siento por el beso.

-Yuri, el beso me ha encantado. No es eso, lo que pasa es que no quiero que las cosas cambien.

-No quieres que las cosas cambien después de lo que me tienes que contar.

-Deja de ser tan lista.

-Me sobrevaloras.

- Te infravaloras.

-Tenemos que dejar de retrasar esto-dije animándolo a hablar-incluso creo que sé lo que paso el otro día.

-No creo que lo sepas. Pero me encantaría oír tu teoría.

-Creo que simplemente estabas abrumado y tu mente invento esas cosas para no sé, afrontar mejor el terror.

-¿Crees que me lo inventé?-pregunto tratando de mantener la sonrisa.

-Sí- su sonrisa desapareció-no, lo que quiero decir es que tu mente te jugo una mala pasada, simplemente eso.

-Yuri, mi mente no me ha jugado ninguna mala pasada.-dijo serio.

-Se que eres policía pero a cualquiera puede pasarle. No tienes porque avergonzarte de ello.

-Mierda yuri, no me avergüenzo de nada, todo lo que te dije es cierto.

No respondí.

-Mira, entiendo que no me creas, pero te prometo que en cuanto lo sepas todo cobrará sentido. Sientate - me senté- y dame un voto de confianza.

Lo que el no sabia era que yo ya había decidido dárselo.

-Yuri, lo supe desde el primer momento en el que te vi, lo vi en tus ojos. Eres una cazadora. Las formas que ves no son problema de tus lentillas, no lo son. Esas formas son los sigilosos.Ves a los sigilosos. Son una especie de espíritus malévolos que por alguna razón están en nuestro mundo. Ellos en sí no hacen daño. Pero se aparecen en situaciones de peligro inminente. Cuando alguien decide matar a alguien puedes verlos. Cuando un francotirador apunta a una persona puedes verlos. Por eso los viste en el centro comercial. Siempre van unidos a situaciones de peligro causadas por los humanos.

El mal no puede desaparecer, pero estos espíritus desequilibran la balanza entre el bien y el mal, favoreciendo a este último.

Ahí es donde entramos nosotros, cazarlos es fácil, lo  realmente difícil es llegar en el momento adecuado e impedir la tragedia.

Para ser un cazador verdadero tienes que mirar a un sigiloso a los ojos, y esto ocurre en una situación cercana a la muerte, por lo que solemos pasar por enfermedades que nos llevan hasta ese limite, un cazador veterano nos ayuda a transformamos y de esta forma restablecer el equilibrio de fuerzas.

Eres una cazadora.

Estalle en carcajadas.

-¿Soy una cazadora?

-Sí.

-¿Es una broma verdad?- pregunte casi llorando de la risa.

-No.

Y perdí el conocimiento.

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