Capitulo 24 "Sobre mi madre"

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Nota: Antes de comenzar a leer este capitulo quiero decirles que es uno de los mas duros porque me acorde de mi Papá y fue muy duro, por eso la cancion.

Adios.

***

Varias semanas después.
Hoy, 29 de Septiembre, se cumplen 4 años desde la muerte de mi mamá.
Ella era el sol de la casa, todo giraba entorno a ella. Fue una mujer maravillosa, amorosa y tolerante, el pilar de la familia.
Antes de su enfermedad, ella estaba llena de vida, siempre se le veía alegre. Recuerdo que todos los días a las 5:00 PM iba al jardín para cuidar sus plantas. Las regaba con un poco de agua, quitaba las hojas secas y a veces uno que otro gusano. Nunca le importó ensuciar su vestimenta de marca con un poco de tierra.
Era enfermera, trabajaba medio tiempo, más que por dinero lo hacía por ayudar a las personas. Se consideraba filántropa, todos las navidades hacía una colecta con sus compañeros de trabajo y compraban juguetes para donarlos a niños huérfanos.
Todo empezó con unos pequeños dolores y una masa extraña, ella ignoró aquellos síntomas para no preocuparnos, pero pronto empeoró. Mi padre la llevó a un médico especialista, entonces le diagnosticaron cáncer de mama agresivo, de estado avanzado. Fue un golpe duro para todos nosotros, mamá parecía permanecer tranquila, o más bien resignada. Papá en cambio buscó a los mejores oncólogos del país y los tratamientos empezaron.
Primero le practicaron la quimioterapia inicial para reducir el tamaño del tumor y poder proceder con la cirugía. Le extirparon el seno izquierdo y después de la cirugía continuaron los tratamientos con quimioterapia.
Para ese entonces mi madre ya no era la misma de antes, el cáncer la había deteriorado física y psicológicamente, estaba triste y desganada. Perdió todo su cabello. Constantemente sufría de náuseas y vómitos, sin contar la perdida del equilibrio. Su piel adquirió un color lívido.
Para nosotros fue tan doloroso el verla así, como para ella el estar atravesando por todo eso. Para nuestra desgracia las cosas no terminaron ahí, las células cancerosas se expandieron a su otro seno y otros órganos cercanos estaban expuestos. Habían pocas esperanzas, las terapias cada vez se hacían más dolorosas y las pastillas numerosas.
Mi madre ya no pudo aguantar más y nos comentó abiertamente sobre su decisión: la eutanasia directa activa.
Al principio estuvimos en contra de ello, pero después de hablar con varios doctores, llegamos al acuerdo de que era lo mejor. Ella quería una muerte digna y nosotros erradicar con su sufrimiento.
En un día como éste hace cuatro años, después de una ceremonia donde ungieron a mi madre con los santos óleos, estuvimos todos reunidos en la sala de espera del hospital. Mis abuelo, mis tíos, amigos cercanos de mamá y, por supuesto, mi papá, mi hermana y yo.
Las despedidas iniciaron, entraban uno por uno y salían con lágrimas descendiendo sobre los pómulos. Entonces me tocó a mí. Era una pequeña niña de 14 años, débil e inmadura. Me acerqué hacia ella, con el rostro lleno de lágrimas me dijo: "No llores, mija, antes de irme quiero verte sonreír". Al escuchar eso no pude evitar romper en llanto, ella me abrazó y lloró conmigo.
A decir verdad no me puedo acordar de alguna otra cosa que me haya dicho además de esa frase, pero sé que hablamos mucho.
Cuando mi tiempo acabó, salí del cuarto del hospital, salí y mi abuela me abrazó. Mi padre fue el ultimo entrar. Después los médicos procedieron, le inyectaron una sustancia que hizo que muriera sin dolor alguno en cuestión de segundos.
Al día siguiente fue el funeral, asistieron aproximadamente 500 personas. A pesar de las palabras de aliento de todos, a pesar del "acompaño tu dolor" o "me imagino lo que sientes" nada cambiaba. Sabía en mi interior que nadie podía comprender lo que yo sentía.
Los meses siguientes fueron igualmente difíciles. Había un enorme vacío en la casa, las plantas empezaban a marchitarse. Nadie hablaba con nadie, a demás de el "Buenos días/buenas noches" por cortesía, entonces nos convertimos en una familia disfuncional.
Nos mudamos a otra casa, una más grande y llena de lujos, pero nada llenaba aquel vacío. Mi papá cambió su trabajo por uno más exigente y con mucha más paga. De alguna manera quería permanecer ocupado para no pensar en mamá y llenarnos de cosas caras para mantenernos "felices".
Visité la antigua casa antes de que llegaran los nuevos dueños y llevé conmigo las plantas favoritas de mamá. Las sembré en nuestro nuevo jardín y empecé a cuidar de ellas como ella hubiese querido.
Siento que una parte de ella esta viva, en las plantas.
Mi padre nos comentó a Sofia y a mí sobre contratar a una empleada para que se encargara de la casa. A él le daba igual, pero yo refuté y me ofrecí a ocupar ese cargo. Poco a poco nos recobramos pero jamás volvimos a ser los mismos de antes. Y cada 29 de Septiembre es como si volviéramos al pasado y revivieramos todo.

***

Despierto temprano como de costumbre, después de haber ido al baño para lavar mi cara, me dirijo hacia la cocina para hacer el desayuno.
Arepas con queso, café y jugo de naranja. Organizo todo en la mesa y busco a papá. Él está en el jardín, agachado observando unos tulipanes mientras acaricia sus hojas, a su lado está una regadera goteando agua.
Me extraña mucho la situación, puesto que a él nunca le han gustado las plantas. Mucho menos cuidar de ellas. Me acerco lentamente.

—Iba a regarlas más tarde (dice Camila, el Sr. Cabello se voltea para mirarla).
—Ya terminé aquí (dice colocándose de pie, sosteniendo la regadera en su mano derecha).
—El desayuno está listo, me iré a bañar o llegaré tarde al colegio.

Voy a mi cuarto, saco el uniforme y lo pongo sobre mi cama. Me desvisto y tomo un baño.
Después de vestirme y arreglarme vuelvo a la cocina. Ni papá ni Sofi están. Ambos han comido, lavaron sus platos y se fueron.
Eso ya es normal.
Como rápidamente y lavo mis platos. Cierro todo y manejo hasta el colegio.
Llego con 15 minutos de retraso, por lo que estuve aproximadamente una hora en la biblioteca con todos los que llegan tarde.
Cuando por fin puedo volver a mi salón, la profesora de filosofía, Medina LaCores, una señora de aproximadamente 50 años, amargada y exigente; me hace un examen oral por haber llegado tarde. Mi nota es de 6, me fue muy mal, pero por fin me puedo sentar en mi puesto tranquila. Las chicas saben lo que sucede así que evitan las preguntas o comentarios.

***

En el descanso.
Estamos sentadas las 5 comiendo nuestras meriendas y hablando un poco.

—Chicas, ¿Irán a la fiesta de Alexa? (pregunta Sandra).
—Yo no iré (responde Camila).
—No sé quién es (dice Lauren cruzando los brazos).
—No te pierdes de nada (dice Camila dirigiéndose a Lauren).
—Es quizá la chica más odiosa de todo sexto. A Mila le cae mal (cuenta Dinah).
—Estrecha tu mano en tu cara y a tus espaldas te da un puñal, no quiero relacionarme con esa clase de personas (dice Camila encogiéndose de hombros).
—Ah, entiendo. Tienes razón (dice Lauren con una sonrisa).
—De todos modos yo estoy castigada (dice Normani haciendo una mueca).
—¿Por qué? (preguntan todas al mismo tiempo).
—Por haber llegado tarde a casa la vez de la discoteca (responde Normani).
—¿Todavía? Mi madre ya me levantó el castigo a mí (responde Lauren).
—La mía es muy paranoica y sobre-protectora (dice Normani, todas las chicas se echan a reír menos Camila).
—Sólo cuida de ti. Ustedes deberían agradecer que tienen una madre.
—Lo siento Mila, sólo bromeaba (contesta Normani con la mirada baja).
—No, disculpenme ustedes, estoy algo sensible, ya saben. Lo siento (Camila finge una sonrisa).
—Te entendemos (responde Sandra dándole un abrazo a Camila).
—¿Qué sucede? (pregunta Lauren inocentemente ocasionando un silencio incómodo).
—Hoy mi mamá cumple 4 años de muerta (responde Camila con un nudo en la garganta).
—Oh, lo siento tanto (Lauren baja la mirada)
—Está bien, mejor cambiemos de tema (dice Camila con una sonrisa).

Sonrío como puedo, las chicas no quedan muy convencidas pero prefieren hablar de otra cosa.
Termina el descanso y me despido de Laur, voy a mi curso con las chicas. Damos 2 largas horas de química y 1 de economía.
Suena el timbre, me despido de mis amigas y me encuentro en el parqueadero con Laur.

—¿Qué tal tu día? (pregunta Lauren después de abrazar a Camila).
—Regular, ¿y el tuyo?
—Básicamente bien.
Silencio incómodo.
—Iré al cementerio El Paraíso, ¿quieres acompañarme?
—¿Estaría bien si lo hago? (Lauren observa fijamente a Camila).
—No lo sé, pero me haría mucho bien a mí.
—(Lauren sonríe) entonces iré contigo.
—Muchas gracias (Camila abraza a Lauren).

En el cementerio.
Dejo la moto en el parqueadero y camino con Laur, ella agarra mi mano.
Pasamos muchos ataúdes, muchos llenos de flores llamativas, pero ni eso puede acabar con ese triste ambiente fúnebre.
Llegamos hasta el ataúd de mi madre.

—Aquí es (dice Camila).

Ella y yo nos sentamos en una banca frente a la lápida. La observo, leo una y otra vez el mensaje que tiene escrito. Bajo mi mirada.
Laur está callada tomando mi mano. Ya es momento de que diga algo.

—Cuando a mi madre le diagnosticaron cáncer tenía 13 años. Yo sólo pensaba en pircings, salir, ser rebelde; ya sabes, llevarle la contraria al mundo. Un año después murió (la voz de Camila se hace más aguda). Fue un golpe con la realidad que me hizo madurar. Desearía haber pasado más tiempo con ella, haber sido menos estúpida.
—Tenías sólo 13, es normal que pensaras así (dice Lauren abrazando a Camila). Es de admirar que siendo tan pequeña te hayas encargado de todo.
—No es nada. Papá también se ha esforzado mucho. Sofi igual. Pero yo todos los días me pregunto constantemente "¿Estaría mamá orgullosa de mi?" La ausencia de una respuesta es lo que me tortura (Camila baja la mirada).
—¿Qué? (dice Lauren en tono de voz alto, Camila la mira sorprendida). Ella estaría orgullosa de ti. Mírate, eres una chica maravillosa, segura de sí misma, con ambiciones. Eres hermosa, atenta, perseverante. Eso y muchas cosas más, pero sobre todo eres humilde y tienes un corazón gigante. Donde sea que ella esté ahora, tenlo por seguro, está orgullosa de ti.

Lágrimas resbalan por mi mentón.
Laur me abraza fuerte, yo me recargo sobre ella y su pecho.
Realmente me hizo sentir mejor. Ahora comprendo, no debo sentirme triste por no tenerla ahora mismo a mi lado, si no agradecida por el tiempo que sí la tuve conmigo.

***

Al día siguiente.

Un lindo arreglo floral llegó hace unos minutos a mi puerta con una nota. Unos majestuosos lirios blancos, las flores favoritas de mamá. La nota dice: "Ella está en un mejor lugar; te observa, sonríe y piensa: 'esa es mi hija'. No lo dudes, está orgullosa de ti cada día."
Sonrío feliz.

Jugando Amar (Adaptación Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora