Epílogo

6.5K 558 624
                                    

"Solamente la muerte acaba con una verdadera historia de amor."

Valentina frotó nerviosa sus manos sudorosas. Aunque el ambiente era fresco por el aire acondicionado, ella podía sentir el calor que emanaba. Se confundía al pensar si venía desde fuera o dentro de ella. Unas manos suaves acariciaron su cabello, acomodando mecha por mecha en su espalda desnuda, sobre el escote de su vestido de verano. Olía a nuevo, tan cómodo como cualquier cosa que ella pudiera usar en esa ocasión.

La chica sintió cuando la caricia se detuvo y luego algo hizo un leve peso sobre su cabeza. Sintió el olor de las flores rodearla. Sabía que su corona de flores era hermosa, aunque no pudiera verla.

-Te ves hermosa, cariño.- La voz de Amelia acarició sus oídos.

Valentina sonrió nerviosa.

Una mano se posó sobre su hombro y ella se volvió hacia la caricia.

-No puedo creer que hayas capturado a una mujer antes que yo. Me siento menos hombre. -Reclamó Sebastián en un tono de broma, llevándose un poco del nerviosismo de Valentina con su humor.

-¿Mi mamá vino? -Preguntó la chica.

El nerviosismo ahora dándole paso a la preocupación.

Amelia acarició su rostro y llevó una mecha del cabello perfectamente acomodado detrás de su oreja.

-Lo siento mucho, Valentina. -Se lamentó la anciana como si eso respondiera a su pregunta.

Valentina asintió triste.

Seis años. Seis largos años de reproches y dudas. Su familia estaba tan distante aún compartiendo la misma casa. Seis años de grandes sonrisas y alegrías. Habían pasado seis años y Valentina no podía entender cómo su mamá creía fríamente que su amor por Juliana era una fase pasajera. Pero hoy Valentina firmaría eso y caminaría junto a Juliana hacia algo que construirían solas.

-No debes entristecerte con eso. Hoy es tu día, no permitas que nada lo arruine. -Dijo Amelia acariciando su hombro.

Valentina sintió una leve brisa acariciar su rostro, trayendo consigo el olor del mar. Entonces supo que Sebastián estaba espiando.

El hombre miró hacia el espacio amplio, hasta el sol parecía haber dado tregua para que la ceremonia fuera perfecta. Juliana estaba en el altar conversando con su papá, una gran sonrisa en su rostro, su cabello castaño volaba con el viento. Parecía deslumbrante, aún vistiendo algo tan simple. Una enagua larga, pies descalzos, la mitad de su abdomen descubierto. Los años le habían hecho muy bien. Algunos niños, a los que Valentina les daba clases, jugaban corriendo entre las sillas. Otros tocaban las flores que rodeaban el altar.

-¿Cómo está ella? -Preguntó Valentina curiosa. Trayendo de regreso a Sebastián la primera vez que él le describió a Juliana.

-También está toda de blanco. -Dijo el chico sonriendo.- Y también lleva una corona de flores, una blusa corta y una enagua que va hasta sus tobillos.

-Háblame de sus ojos. -Pidió Valentina.

-Nunca los vi brillar tanto. -Le dijo el joven antes de cerrar la puerta.- Si yo fuera tú me preocuparía por la noche de bodas, pues la mujer que está allá afuera parece demasiada arena para cualquier camino que conozca. -Dijo él de chiste.

Valentina tembló con el comentario.

-Gracias, me siento menos nerviosa ahora. -Dijo sarcásticamente.

Amelia rió al ver la desesperación de Valentina. 

La chica hizo una careta sin entender la gracia.

In your EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora