Capítulo 13

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—Entonces, ¿tus viejos te dejan fumar aquí no más?

Se rió. Me miró a los ojos y comenzó a jugar con sus dedos como si estuviera nervioso. Raro. Nos encontramos en su pieza, es linda, paredes azules y el techo blanco, tiene un póster de The Strokes y varios cuadros con dibujos colgados en perfecto orden.

Yo enrolaba un pito con el anular y el pulgar de cada mano. Busqué sus ojos esperando respuesta, o sea mi viejo también me deja fumar pero en la pieza nica, después la casa queda pasá y le da color. No sé po, yo digo no más.

—¿Querís ver algo? Rápido y venimos a fumar —se paró y me pescó del brazo con delicadeza a penas terminé de enrolar, sin siquiera esperar mi respuesta. Patuo.

Me guió hasta el fondo del pasillo y se giró a mirarme, levantó una de sus cejas sonriendo, ¿qué le pasa a este hueón?

—¿Tai prepara pa enamorarte? —whaaaattttttt.

Abrió la puerta y vi el paraíso, me dejai loquísima. Habían tres indoor dentro, la pieza no era tan grande no obstante quedaba un espacio considerable por el cual pudiéramos entrar a sapiar teniendo la puerta cerrada. El Bruno se puso a abrir el indoor del medio, chucha.

—Lorea —me invitó a mirar. Dentro logré contabilizar ocho plantas en floración, lo sé porque hace no mucho tiempo planifiqué plantar en el patio. Huele como el éxito cabros, la pulenta —. Mis viejos plantan. De aquí saco pa vender a veces y eso, tienen una mente terrible abierta la verdad.

—¿Dónde están? Me dijiste que estaban —cortó nuestro contacto visual y miró pa otro lado incómodo.

—En su pieza —se encogió de hombros.

Volvimos a sus aposentos y comenzamos a drogarnos, estaba en mi salsa. Puso música de fondo y varias veces me sorprendí porque teníamos gustos demasiado similares, a pesar de eso no me atreví a decir nada sobre el tema.

—Hueón, hoy me encontré un gramo entre todo mi desorden. Se me reinició la vida.

—¿En serio? Hueá bacán. A mí también se me queda la mota en todas partes —se río recordando algo, creo.

—¿Qué pasa?

—Nada. Por ejemplo, antes de ayer encontré un pito en los cereales —. Nos reímos.

—¿Qué cereal comis?

—¿Por qué preguntai esas weas? —pesao —. Mono Rolls, del morado.

—Es mi favorito.

—Mish. Me pegó —. Igual ya lo había notado, sus ojos azules se ponían mucho más oscuros teniendo rojo al rededor. No como los míos, que son terrible fomes.

—También a mí. Ya, cuéntame cómo conocis al Seba.

—Hemos sido vecinos toda la vida. Eso no más, me cae entero bien es de pana el culiao.

—Confirmo. ¿Tení polola? —me alzó una ceja y yo me encongí de hombros.

—No po. ¿Creí que el Seba hubiera dicho que me dierai un beso si tuviera? —. Es verdad, puede ser bueno pa wear pero es muy ubicado mi bebé —. Hablando de eso, meo beso, ta bien enana.

—Ay, duró como medio segundo coloriento.

—El mejor segundo y medio —me sonrojé.

—No te pasí rollos porque va a ser el único.

—Cómo eri —hizo un puchero y suspiró fuerte —. Será po, lo bueno dura poquito.

—¿Qué edad tení, en qué curso vai?

a otra cosa, mariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora