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Tal vez fué el tequila o la calidez del departamento de Aristeo, cualquier cosa que haya sido, dió comienzo a lo que Selina estaba buscando.

Solo se necesitó un beso para iniciar una reacción en cadena, ya que con un simple beso Aristeo supo que lo único que quería esa noche era hacerle el amor a esa hermosa mujer que tenía entre sus brazos.
Selina fue guiada por Aristeo a la habitación principal, una enorme cama se encontraba en el centro, las sábanas blancas estaban perfectamente destendidas, la ropa de ambos una a una fue cayendo por el piso de la habitación, no necesitaban ropa para lo que tenían planeado hacer.

La calidez de los labios Aristeo recorrían cada parte del frágil cuerpo de Selina. Cada beso, cada caricia proporcionaban a su cuerpo más placer del que jamás había sentido, nunca nadie la había besado de esa manera, comenzó a cuestionarse sobre su forma de elegir pareja, tal vez Leyla tenía razón, solo se fijaba en el exterior y nunca prestaba atención al interior. Aristeo era diferente, si no tuviera ya un plan seguramente podría decir que había encontrado al amor de su vida.

Por su parte Aristeo no quería que Selina fuera una mujer de una sola noche, no podía decir que era la mujer de su vida, pero por lo poco que había conversado con ella se notaba que era una mujer que había sufrido demasiado, solo era una mujer que intentar encontrar amor sincero, amor de verdad.
No acostumbrada a llevar chicas a su departamento, tampoco solía salir a buscar diversión en los bares, tal vez fué su destino el que le puso a Selina en su camino o sólamente un poco de suerte.

Las sábanas se encontraban en el suelo, la cama estaba hecha un desastre, tantos gemidos habían quedado silenciados entre las cuatro paredes de esa habitación que habían sido testigo de la entrega de dos desconocidos, dos desconocidos que se habían entregado hasta quedar sin fuerzas.

Dos cuerpos desnudos se encontraban uno al lado del otro, el cansancio los había vencido. Aristeo dormía abrazado del delicada cuerpo de Selina.

Lentamente un par de ojos grises fueron abriéndose poco a poco, con mucho cuidado Selina movió la mano de Aristeo que la abrazaba por la cintura. Habían hecho el amor una y otra vez, pero ahora había llegado el momento de regresar a su casa, no quería que al despertar Aristeo aún la encontrara ahí.

Se levantó de la cama intentando no hacer ruido, con cuidado fue poniéndose cada una de sus prendas. Se acercó a la cama y depositó con cuidado un beso en los labios de Aristeo.
Al verlo ahí dormido recordó cada momento de esa noche, se sentía tentada a volver a la cama con el, quizás el era el hombre que la haría feliz.
No quería arriesgarse, así que se dió la vuelta y salió del departamento, esa era la primera vez que estuvo en ese lugar y sería la última.

Aristeo despertó, estiró su mano para buscar a la mujer que le había dado la mejor noche de su vida pero ella ya no estaba, en su lugar solo encontró sus medias negras, se puso de pie y la buscó por cada rincón de su departamento, no podía haberse ido sin siquiera despedirse, no después de la noche que habían compartido. Se sintió estúpido al darse cuenta que ella se había ido, paso las manos por su cabello se sentía usado y ni siquiera sabía el porque.

[...]

Selina se encontraba en la sala de su departamento con una taza de café en sus manos, se sentía el ser más despreciable del mundo, Aristeo había sido amable y cariñoso con ella, mientras ella solo lo había usado para realizar sus planes, por un momento había pensado regresar y volver a hacer el amor con él, pensó que tal vez con el podía darse una oportunidad, pero no volvería a caer, ya no volvería a enamorarse de nadie más.

- Y ¿Cómo te fué? - preguntó Leyla, no había visto llegar a Selina.

- Bien muy bien - dijo Selina intentando fingir una sonrisa - si todo sale bien, en nueve meses seré mamá.

LA CHICA DE LAS MEDIAS NEGRAS(Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora