Capitulo 50

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HAGRID INOCENTE

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—¡Yo! —dijo Aragog, chascando de enfado—. Yo no nací en el castillo. Vine de una tierra lejana. Un viajero me regaló a Hagrid cuando yo estaba en el huevo. Hagrid sólo era un niño, pero me cuidó, me escondió en un armario del castillo, me alimentó con sobras de la mesa. Hagrid es un gran amigo mío, y un gran hombre. Cuando me descubrieron y me culparon de la muerte de una muchacha, él me protegió. Desde entonces, he vivido siempre en el bosque, donde Hagrid aún viene a verme. Hasta me encontró una esposa, Mosag, y ya veis cómo ha crecido mi familia, gracias a la bondad de Hagrid...

Venus reunió todo el valor que le quedaba.

—¿Así que tú nunca... nunca atacaste a nadie?

—Nunca —dijo la vieja araña con voz ronca—. Mi instinto me habría empujado a ello, pero, por consideración a Hagrid, nunca hice daño a un ser humano. El cuerpo de la muchacha asesinada fue descubierto en los aseos. Yo nunca vi nada del castillo salvo el armario en que crecí. A nuestra especie le gusta la oscuridad y el silencio.

—Pero entonces... ¿sabes qué es lo que mató a la chica? —preguntó Harry—. Porque, sea lo que sea, ha vuelto a atacar a la gente...

Los chasquidos y el ruido de muchas patas que se movían de enojo ahogaron sus palabras. Al mismo tiempo, grandes figuras negras parecían crecer a su alrededor.

—Lo que habita en el castillo —dijo Aragog— es una antigua criatura a la que las arañas tememos más que a ninguna otra cosa. Recuerdo bien que le rogué a Hagrid que me dejara marchar cuando me di cuenta de que la bestia rondaba por el castillo. 

—¿Qué es? —dijo Harry enseguida.

Las pinzas chascaron más fuerte. Parecía que las arañas se acercaban.

—¡No hablamos de eso! —dijo con furia Aragog—. ¡No lo nombramos! Ni siquiera a Hagrid le dije nunca el nombre de esa horrible criatura, aunque me preguntó varias veces.

Venus podía ver como las arañas comenzaban a acercarse con mas rapidez hacia ellos

—En ese caso, ya nos vamos —dijo Harry desesperadamente a Aragog, al oír los crujidos muy cerca.

—¿Irse? —dijo Aragog despacio—. Creo que no...

—Pero, pero...

—Mis hijos e hijas no hacen daño a Hagrid, ésa es mi orden. Pero no puedo negarles un poco de carne fresca cuando se nos pone delante voluntariamente. Adiós, amigo de Hagrid.

Venus se acercaba lentamente hacia sus amigos 

—debemos irnos con cuidado, si corremos ellas también lo harán - dijo Venus, no conocía ningún hechizo lo bastante fuerte para atacar a miles de arañas, sintió como Ron se escondía detrás de ellos, nunca mas iba a molestar a Ron con las arañas—tiene algo con punta, que corte -pregunto 

—para que -pregunto algo preocupado por lo que pensaría hacer 

—nos puede ayudar- dijo y ambos chicos negaron 

Pero en aquel instante se oyó un ruido fuerte, y un destello de luz iluminó la hondonada.

El coche del padre de Ron rugía bajando la hondonada, con los faros encendidos, tocando la bocina, apartando a las arañas al chocar con ellas. Algunas caían del revés y se quedaban agitando sus largas patas en el aire. El coche se detuvo con un chirrido delante de Harry, Venus, y Ron, y abrió las puertas.

—¡Coge a Fang! —gritó Harry, metiéndose por la puerta delantera. Harry protegía a Venus con sus brazos, no quería que le pasara nada 

Ron cogió al perro, que no paraba de aullar, por la barriga y lo metió en los asientos de atrás. Las puertas se cerraron de un portazo. Ni Ron puso el pie en el acelerador ni falta que hizo. El motor dio un rugido, y el coche salió atropellando arañas. Subieron la cuesta a toda velocidad, salieron de la hondonada y enseguida se internaron en el bosque chocando contra todo lo que se les ponía por delante, con las ramas golpeando las ventanillas, mientras el coche se abría camino hábilmente a través de los espacios más amplios, siguiendo un camino que obviamente conocía.

—¿Están bien? —preguntó Harry. Venus recuperándose del susto, asintió. Ron miraba fijamente hacia delante, incapaz de hablar.
El coche frenó tan bruscamente que casi salen por el parabrisas. Habían llegado al final del bosque. Fang se abalanzó contra la ventanilla en su impaciencia por salir, y cuando Harry le abrió la puerta, corrió por entre los árboles, con la cola entre las piernas, hasta la cabaña de Hagrid.

Harry ayudó a Venus a salir, Ron siguiéndolos después.

Harry dio al coche una palmada de agradecimiento, y éste volvió a internarse en el bosque y desapareció de la vista.

El pelinegro entró a la cabaña de Hagrid, para recoger la capa invisible. Cuando salió, observó a Ron vomitando a un lado de las calabazas, con Venus sobando su espalda.

—Sigan a las arañas —dijo Ron sin fuerzas, limpiándose la boca con la manga—. Nunca perdonaré a Hagrid. Estamos vivos de milagro. 

—Apuesto a que no pensaba que Aragog pudiera hacer daño a sus amigos —dijo Harry.

—Las mascotas de Hagrid aveces me dan miedo.. —comentó Venus.

—¿Qué pretendía enviándonos allá? Me gustaría saber qué es lo que hemos averiguado. —preguntó Ron.

—Que Hagrid no abrió nunca la Cámara de los Secretos —contestó Harry,— es inocente.

—pero ahora el problemas es quien la abrió y como haremos para que saquen a Hagrid- dijo Venus mientras observaba a la pequeña araña —algún día tomaras el mismo tamaño de ese tal Aragog -pregunto 

—si-

—no intentes matarme ni a mis amigos -dijo mientras sonreía y apoyaba su cabeza en las piernas de Harry y este le acariciaba el cabello.

—no intentes matarme ni a mis amigos -dijo mientras sonreía y apoyaba su cabeza en las piernas de Harry y este le acariciaba el cabello

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Venus y la cámara secreta [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora