No se qué pasó, ni cuándo pasó, solo recuerdo haberlo conocido en un tonto sitio donde podías hablar con prisioneros para que no se sintieran solos.
Que tonta idea, pero fue inevitable no buscar aquella página...
Ahí fue donde lo vi... me llamó la a...
—No te preocupes, aunque pensé que estarías más contenta.
—Lo estoy. Solo... estoy sorprendida, eso es todo.
—Amor. Si te incomoda que seamos vecinos yo-
—No —lo interrumpí— no me incomoda, al contrario, estoy muy feliz. Ahora podremos pasar más tiempo juntos Nam. Perdóname, es que tengo muchas cosas en mi cabeza.
— ¿Quieres un té? ¿Un masaje?
—No, no, así estoy bien.
Nam empezó a acercarse. Cuando íbamos a besarnos el llanto proveniente de mi apartamento nos interrumpió.
— ¿Un llanto? —preguntó Nam.
—Ah... no- bueno sí. ¿Sabe qué? Hoy estoy muy cansada. Será mejor vernos mañana ¿si? —le di un beso corto— ¡Buenas noches!
—Buenas... —cerré la puerta de mi apartamento en la pobre cara de Nam— noches... —perdón Nam, no me odies.
Solté un suspiro y me dirigí rápido a clamar al bebé. No soy buena con bebés. Lo cargué con algo de miedo y empecé a arrullarlo, pensé que no se calmaría pero lo hizo. Algo cansada lo recosté de nuevo en el sillón y me senté justo a un lado.
Vaya. He suspirado demasiadas veces hoy. ¿Por qué no le dije la verdad? Que tonta fui. Si solo es un bebé falso, no uno real, no es como si tuviera un hijo secreto. ¡Mierdaaaa! Solo yo complico las cosas.
Mis pensamientos nuevamente se vieron interrumpidos por el toque de mi puerta. ¿Que hoy es el día de interrumpir los pensamientos de ____?
Agotada me levanté del sillón, y caminé hasta la puerta. Asomé mi cara en la mirilla. Era Jeon.
.......Un momento.
¡¿Jeon?!
¡¿Jungkook?!
¡¿Jeon Jungkook?!
Okey tranquilízate ____. Abre la puerta y actúa natural. Okey. Muy bien. Allí voy.
Abrí la puerta.
—____ —fue lo primero que dijo él al yo abrir la puerta.
—Jeon —quise recargarme en la pared pero algo salió mal y terminé casi cayéndome al suelo.
—Cuidado —Jeon alcanzó a agarrarme del antebrazo. Me separé de él y acomodé un mechón de cabello detrás de mi oreja, mientras aclaré mi garganta. ¡Tontaaaaa! ¿Por qué tuve que caerme? Puedo jurar que ahí estaba la pared, no puede ser que la pared se haya movido.
—Am... eh... ¿qué- qué haces aquí? —me crucé de brazos.
—El bebé.
—A-Ahhh... el bebé. —asentí por un tiempo hasta que reaccioné. — ¡Tonto! —grité— ¡Me dejaste sola con el bebé y desapareciste de la nada!
—Perdón. Tenía cosas que hacer.
— ¡¿En serio?! ¡¿Y crees que yo no?!
—Perdón.
Este tipo me está sacando de mis casillas. Por favor Yisus ayúdameeee.
— ¿Perdón? ¿Solo eso?
Lo qué pasó no me lo esperaba para nada.
— ¿D-De qué te ríes?! —sentía mi cara roja de la vergüenza aunque trataba de lucir enojada. Creo que no me salió, porque él seguía soltando su estúpida risilla.
—Eres graciosa.
Por fin paró de reírse y se acomodó su cabello.
—Hmph —seguí cruzada de brazos.
— ¿Alguna vez te han dicho que enojarte no es lo tuyo? —mencionó imitando mi pose.
—N-No se de qué me estás hablando.
—Perdón. ¿Interrumpo algo?
Oh Oh.
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