En Miraculous: El regreso de Tari

22 - Descubierta

Narra Eric

— ¡Que bueno que salvaron el día! — exclamó Chloe viniendo hacia mí junto a Nathaniel.

— Hola Nath.

— Hola Eric. — me devolvió el saludo el pelirrojo y se fue por la puerta al trabajo.

— A mí casi me da un paro cardíaco cuando me dieron la noticia. — murmuró Chloe.

— No es cierto, mamá. Solo me agarraste y no me dejaste ir por Emma y los chicos. — mencionó Logan pasando por el lugar.

Me reí por lo que dijo el pequeño. Espera un tiempo y tendrás a tu gatita y al team Miraculous Jr.

— Tú no podías ir ahí. Deberías dejarle las cosas a Ladybug y Chat Noir. — dijo la rubia viendo a su hijo.

— Y a Princess Araignée y King Falcon. — susurré agregando en la frase.

— Bueno, te cité aquí porque necesito ayuda. — me mencionó la ojiazul.

— Si, ¿qué necesitas? — le cuestioné.

— Un jacuzzi. Lo necesito en la suite principal, donde estaré yo y Nath...

— Nath y yo. — corregí.

— ¡Oh! ¿Quieres ir al jacuzzi con Nath? — cuestionó con una sonrisa pervertida. — Ok, pero no sé si él esté de acue-...

La interrumpí.

— ¡No! ¡Eso no! Solo que te corregí porque dijiste "yo y Nath" y es "Nath y yo". ¿Entiendes?

— Bueno, si eso... así podemos estar más tranquilos de los niños y el trabajo.

— Si, pero Chloe me pediste el jacuzzi hace una semana, ¿por qué me lo vuelves a pedir?

— Porque te di las medidas incorrectas. No serán un metro y medio por medio metro. Serán setenta y cinco centímetros y dos metros.

— Bien, ¿y las antiguas medidas serán para alguien más?

— Si, dejémosle uno a Logan y los otros dos jacuzzis serán para invitados especiales, celebridades, etc.

— Bien, lo anotaré, gracias.

— De nada, otro oxigenado.

Rodeé los ojos ante el comentario y me dirigí a mi oficina.

[...]

Narra Adrien

— Así que, ¿quieres que cuide a los niños por estos días?— cuestionó mi padre viendo a mis hijos que estaban detrás de mí con sus maletas.

— S-si. — respondí nervioso. — Si se puede claro.

— Nathalie. — llamó mi padre. — Llévate a los niños a la antigua habitación de Adrien.

— ¡Gracias padre! —

— Es lo menos que puedo hacer, luego de lo que te hice pasar hace 12 años.

— Por favor, olvidemos eso. — le sonreí. — Sé que cambiaste. Y mamá también lo sabe.

— E-eh... si bueno. Ahora déjame ver mi novel-... es decir... ver la reunión de trabajo que me perdí.

Reí ante el último cambio de la frase y asentí. Subí las escaleras para abrir la puerta de mi anterior habitación.

Me encontré con Emma, en la máquina para bailar. Intentaba bailar incluso después de caer al piso repetidas veces.