Nueve

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Lena se había dormido sumergida en un sueño y se había despertado en una pesadilla. Claro que la pesadilla no era ajena, la conocía demasiado bien: el teléfono tendría que estar descolgado, las cortinas corridas. Kara había pedido ayuda al sheriff, que envió a dos de sus ayudantes para evitar que los fotógrafos y reporteros se acercara a la casa. Por desgracia no había forma de hacer que dejaran la calle, pues no existía ningún impedimento legal para que estuvieran allí. Lena se sentía atrapada, con el enemigo metido dentro de su casa.

- Tienes que hablar conmigo - le dijo Kara - Lena, por Dios tú sabes lo que siento por ti. Por "ti" no por un producto de marketing como Kieran Thorul, no puedo evitar que Winn sea un necio y que su boca siempre diga cosas incongruentes, no deberías de haber oído nada.

- Supongo que no - dijo Lena, sin moverse de su posición fetal sentada en la cama con las rodillas abrazadas y mirando por la ventana - Lárgate de aquí, Kara.

Kara protestó y se golpeó ligeramente la cabeza contra la puerta.

- Lena, voy a cancelar la entrevista despediré a Winn y dejaré mi trabajo, si eso es lo que tú quieres. Haré cualquier cosa, pero por favor vamos a hablar. Dime cómo puedo ayudarte.

- No necesito tu ayuda - Lena no pudo evitar un río de lágrimas. Trataba de combatir las pero no podía, sin embargo no estaba dispuesta a dejarse abatir, había pasado por situaciones parecidas otras veces - Tengo práctica en este tipo de cosas. Ya me han mentido, utilizado y perseguido. Puedo arreglármelas.

Kara sabía que todo aquello había sido culpa suya, claro que no era una novata en la profesión y debería de haber previsto aquello, pero se había enamorado y había perdido la noción de lo que iba a ocurrir. Además jamás se lo había dicho, jamás le había confesado que la amaba. Se sentó en el suelo y apoyó la espalda en la puerta del dormitorio, se había quitado la bata rosa y se había puesto el elegante traje negro de la noche anterior, todo arrugado que le daba un aspecto igual de estúpido. ¿Cómo había sucedido todo aquello? ¿Cómo podía todo haberse derrumbado a tal velocidad? había echado a Lena a los lobos y había dejado de confiar en ella.

- ¿Lena? - había un tono de sentida culpabilidad en su voz - Escúchame, por favor. No tienes que decir nada, sé que debería de haberte protegido pero en lugar de eso... ¡Maldita sea! Lo tenías todo antes de que yo apareciera: tus vacas, Harvey, tu tierra, tu jardín. Y entonces, vine yo y lo estropeé todo, todo por lo que has luchado. Yo no quería que esto ocurriera, créeme...

La puerta de la habitación se abrió de repente. Al alzar la vista, vio a Lena con su pantalón de peto. Parecía recobrada y dispuesta a todo.

- ¿Adónde vas? - pregunto Kara.

Lena pasó por encima de ella con desprecio, como si fuera un insecto.

- ¿Has visto mis botas de goma?

- ¿Las botas de goma?

- Sí.

- Están junto a la puerta - Kara se levantó y la siguió hasta el salón - Lena ¿adónde vas?

- Tengo muchas cosas que hacer, ya has visto que aquí hay mucho trabajo.

Kara vio sorprendida cómo se ponía las botas de goma.

- ¿Vas a salir?

- Kara, lárgate muy lejos.

- Puedes decirme que me vaya, pero yo no lo voy a hacer. No pienso dejarte sola ante toda esta locura. Me necesitas y voy a quedarme a tu lado.

El pasado de una mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora