Capítulo 8

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Después de treinta minutos de recorrido por fin nos a cercamos a la conocida residencial Upper East Side, donde se encuentra el edificio en el que vivo; uno de los más lujos y bonitos de Nueva York, uno de los mejores sin duda alguna. Zac entra al estacionamiento del edificio y aparca el auto en mi espacio correspondiente salimos del auto y entramos al vestíbulo donde Harold el portero nos recibe.

Harold es un hombre de media edad, cuerpo corpulento, cabello castaño, al igual que bigote y barba en forma de candado, su piel es morena clara que hace combinación con sus ojos marrones. Desde los años que llevo viviendo aquí he notado que es una persona simpática y agradable.

- Buenas noches señorita Charlotte, joven Zac, bienvenidos.

- Hola Harold – respondo y Zac solo hace un movimiento con la cabeza a modo de saludo. Las puertas del ascensor se abren y entramos hasta llegar al quinto piso.

El elevador se detiene salimos de este y estamos por entrar al departamento pero Zac me toma por sorpresa al momento de levantarme y tomarme en sus brazos y así es como entramos al baño de la habitación, comienza a darme pequeños besos cálidos en los labios que se van intensificando cada vez más.

* * *

Después de haber tomado una ducha, juntos, optamos por cepillarnos los dientes jutno al lavamanos doble de mármol beige frente al espejo; una toalla cubre la cintura de Zac y yo tengo una bata de baño y una toalla que cubre mi cabello mojado posteriormente entramos a la habitación.

- Zachary podrías ir al closet por la ropa, ya sabes dónde está.

- Cla... espera ¿Cómo me llamaste? – Hace un intento por poner su mejor cara de enojo pero resulta ser más una mueca, y con lo obediente que soy hago caso omiso – Zachary podrías ir al closet por la ropa – Comienza a reírse al ver que pongo ojos de cachorro comienzo a reírme y él se me une.

- Claro, Amelie – Contraataca y las risas cesan de mi parte en cambio él estalla en carcajadas. – No es gracioso – Me quejo.

- El que ríe al último ríe mejor, linda. – Se deleita en su triunfo – Ya, ahora ve al closet.

- Si gruñoncita – Me levanto de la cama y automáticamente coloco mis brazos en forma de jarra y hago un ligero movimiento con mi cabeza, replico - ¿Qué dijiste?

- Que, humm, voy por la ropa.

- Eso creí – Mientras Zac busca la ropa vuelvo a sentarme en las orillas de la cama y pienso cómo sería sí el viviese aquí, cualquier persona creería que vive aquí ya que la mayor parte de sus cosa están aquí y lo digo en serio; en la sala se encuentra sus juegos de consola, en el closet ropa y zapatos, en el baño sus artículos de higiene personal y bueno creo que no terminaría y claro que la mayor parte del tiempo la pasa acá.

Definitivamente sería grandioso pero hay un pero, me he acostumbrado a vivir sola a hacer las cosas por mi cuenta.

Zac regresa a la habitación coloca la ropa sobre la cama y comienza a hablar pero no soy consciente de que lo dice.

- ¿No lo crees?

- Lo siento, no te escuché ¿Qué dijiste?

- Digo, que tu closet es inmenso, ¡es una habitación completa!

- ¡Que va! Entonces no sería un closet y te recuerdo que en ese closet inmenso se encuentra gran parte de tus objetos, y no está de más tener espacio de sobra. – Digo intentado argumentar mi respuesta. – Buen punto, no dije nada.

Y una vez más retomo la idea que él viviese aquí.

- Linda ¿en qué piensas?

- ¿Qué?

De Nuevo En New YorkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora